Liga BBVA | Valladolid 2 - Sevilla 1
Clemente obra el gran milagro
El Valladolid jugó su mejor partido del año. Naufragio completo del Sevilla. Costa y Manucho sentenciaron. Navas tuvo el empate al final
El Valladolid ha resucitado tras la llegada de Javier Clemente. En dos partidos el técnico vasco ha sacado cuatro puntos y ha devuelto la ilusión a la afición y, lo que parece más importante, a sus propios jugadores. El Sevilla, seguramente, no entenderá nada. Llegaba a Valladolid para sellar la lápida blanquivioleta y se encontró con un rival diferente a lo anteriormente visto en la temporada. De entrada el conjunto pucelano apareció con una defensa de tres centrales que le aportó una consistencia defensiva enorme. Barragán fue el lateral izquierdo que tenía que tapar a Navas. Baraja estaba en el centro del campo. Y lo más decisivo, la ambición y garra de los hombres de Clemente dictó sentencia. Ante todo eso, ni sus jugadores ni Antonio Álvarez tuvieron respuesta y se dejaron por el camino gran parte de sus aspiraciones de Liga de Campeones para la próxima temporada.
Y es que el Valladolid fue un ciclón desde que Álvarez Izquierdo mandó sacar de centro. La seguridad defensiva de Sereno, Del Horno y Nivaldo por el centro ahogó por completo a Negredo y Luis Fabiano que no dieron señales de vida. De ahí hacia adelante el vendaval pucelano arrollaba a su rival. Borja y Baraja se adueñaban de la parcela central superando a Romaric, de lo más discreto del Sevilla, y a Lolo, al que no había forma de distinguir desde la grada. Arriba, Costa, Manucho y Nauzet llegaban cada vez con más facilidad hacia los dominios de Palop. Y como estaba claro que no era la mejor noche para los de Nervión, para remate se lesionó Fernando Navarro y Squillaci tuvo que aparecer en la recompuesta zaga ayer vestida de rojo.
La avalancha continuaba y una tras otra llegaban las oportunidades. Primero Nauzet al palo. Luego otra vez el canario por encima del larguero cuando lo tenía todo a su favor. También Manucho lo intentaba, como Baraja, empeñado en probar a Palop desde lejos. Mientras, Jacobo se aburría. Y de tanto insistir tenía que llegar el gol del Valladolid. En el 42' Nauzet sacó una falta al centro del área y Diego Costa, recuperado para la causa, estampaba la pelota en las redes sevillistas. El gol hacía justicia y marcaba los dos caminos. El de la victoria del Valladolid y el del inesperado tropezón del Sevilla para alegría del Mallorca de Manzano.
Marcó Manucho. Cuando llegó a principios del verano en plan de chiste afirmó estar dispuesto a marcar entre 35 y 40 goles. La broma le salió cara al angoleño porque cada poco se lo recuerdan. Hasta anoche llevaba sólo dos. Ayer hizo su tercer tanto en Liga. Curiosamente fue en el Sánchez Pizjuán donde había marcado hace ahora una vuelta su anterior tanto. Parece pues que Manucho la tiene tomada con el Sevilla. Fue en el 53' cuando Costa se planto en zona de peligro con el balón y con Nauzet a un lado y con Manucho al otro. El brasileño asistió al africano y el Sevilla quedó apuntillado. Los esmeros de Clemente por corregirle sus errores de colocación a la hora de rematar hicieron un efecto fulminante.
Pero al partido le quedaba una dosis importante de emoción que vivir. Se la aportaron la falta de puntería local, tanto en la primera parte como en la segunda donde Costa y Marquitos perdonaron ante Palop. La goleada local debió ser importante, pero el 2-0 permitió a Cala, de un disparo enorme desde su casa, poner el aliento en el cogote de los pucelanos. A partir de ahí, con el Valladolid atrincherado, el Sevilla se volcó con todo y obligó a Jacobo a convertirse en el salvador de la noche. Primero a los pies de Luis Fabiano y al final ante la llegada en solitario de Navas. Hubiera sido injusto el empate sevillano.
Al final, la noche acabó en fiesta local, la quinta de la temporada, ante la impotencia de un Sevilla muy vulgar y tan parecido al de Jiménez como Del Nido padre se parece a Del Nido hijo. Pero el gran protagonista fue Clemente. En tan sólo siete días ha transformado a su equipo y le ha enseñado el camino. Valladolid ha recobrado la ilusión. La preocupación ha pasado ahora a ser también para otros. El Pucela está otra vez aquí.
El arbitro, muy riguroso con Diego Costa
La actuación de Álvarez Izquierdo no gustó nada a los jugadores locales. Además, de sacarles muchas tarjetas no pitó muchas de las faltas que los blanquivioletas solicitaron y Diego Costa no daba crédito a que el trencilla no le pitara ninguna de las faltas que recibió.