Pellegrini persigue el récord de Miguel Muñoz

Manuel Pellegrini va de record. Ayer ante el Atlético el Real Madrid obtuvo la undécima victoria consecutiva en el campeonato liguero y se sitúa a cuatro del récord de Miguel Muñoz, que consiguió quince triunfos seguidos al frente del equipo blanco en la campaña 60-61.

A pesar de la buena temporada en Liga del chileno, en el palco no estaban ayer todos satisfechos con su trabajo. Hay un sector de la Junta Directiva que sigue siendo crítico con el entrenador y no aboga por la continuidad de Pellegrini la próxima temporada, por más que tenga un año más de contrato firmado. Incluso los que valoran el trabajo del entrenador tampoco se decantan rotundamente por esa continuidad y prefieren condicionarla a la consecución del título liguero, ya que consideran que sería un fracaso con la fuerte inversión realizada esta temporada. Al chileno no le preocupa en absoluto ahora mismo su futuro y se encuentra centrado en ganar la Liga, intentando obviar a los críticos de dentro y de fuera del club.

El ambiente en el palco cambió como el partido. Cuando el Atleti mandaba en el marcador, a los directivos rojiblancos se les veía contentos, aunque no relajados. Y en los corrillos del descanso, los dirigentes madridistas comentaban la necesidad del empate como mal menor porque ante el Barcelona no les vale otra cosa que ganar.

Pitada.

Granero no fue el único que se llevó anoche silbidos del respetable. Los ministros José Blanco y Miguel Sebastián, que simbolizaban la rivalidad del derbi a la derecha de Florentino Pérez en el palco (Blanco, madridista y Sebastián, atlético) fueron recibidos con una sonora pitada cuando entraron al estadio Santiago Bernabéu por el acceso al palco de Padre Damián.

A Florentino Pérez no se le vio preocupado por el resultado en ningún momento. El presidente del Real Madrid departió amigablemente con José Blanco, que esta vez no trascendió ninguna frase suya opinando de fútbol, y con Miguel Sebastián, incluso cuando Reyes adelantó al Atlético en el marcador. Enrique Cerezo se quedó como todos los atléticos. La vida sigue igual.