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Liga BBVA | Atlético 2 - Barcelona 1

El Atleti pone la Liga al rojo vivo

Completísimo partido de los rojiblancos. El Barça más gris en mucho tiempo. Goles de Forlán, Simao e Ibrahimovic. Reyes y la zaga local, sobresalientes

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<b>ALEGRÍA.</b> Agüero, con una gran sonrisa en la boca, va a felicitar a su compañero Simao, autor del segundo gol del Atleti de falta directa. Reyes abraza al portugués.
ALEGRÍA. Agüero, con una gran sonrisa en la boca, va a felicitar a su compañero Simao, autor del segundo gol del Atleti de falta directa. Reyes abraza al portugués.

El Atleti es la kryptonita de este super-Barça, sin ninguna duda. Ayer ni siquiera necesitó un partido loco para volver a derrotarle y poner la Liga al rojo vivo, con el Madrid ahora a sólo dos puntos del líder. No, anoche fue superior de cabo a rabo, defendió con solvencia, tocó con criterio, atacó con insistencia, presionó muy arriba, dominó durante muchos momentos y el 2-1 final, de ser algo, fue corto. Sencillamente, ganó el mejor y eso, con el actual Barça de por medio, son palabras mayores.

La primera media hora sí respondió a las constantes habituales del duelo. A los 14 segundos Kun pisó área y al minuto Ibrahimovic apuró a De Gea. La lesión de Keita enfrió durante unos instante el ambiente, pero como Guardiola respondió metiendo aún más pólvora (Pedro) el asunto se reanimó pronto. Y a los 9 minutos, Reyes decidió gritar al mundo que su resurrección va en serio. Aprovechó una pérdida de Xavi para arrancar desde su campo, escaparse de Iniesta y Busquets y meterle un pase maravilloso a Forlán, que definió como el Bota de Oro que es: imparable junto al palo.

El gol no fue un accidente. Quique explotó perfectamente las bajas del Barcelona en defensa para condicionar todo su juego. Sin Piqué para salir jugando ni Alves y Abidal para desequilibrar llegando al ataque, el Atlético presionó muy arriba cortocircuitando el inicio de juego blaugrana. Xavi, Busquets e Iniesta tuvieron que arriesgar más y llegaron pérdidas de balón impropias de ellos. El Atleti se lo fue creyendo y en la segunda parte sus atacantes apretaban a Milito y Puyol en su propio área. Cosas de equipo grande.

Así fueron sucediéndose las ocasiones. A los 18, Agüero se plantó solo ante Valdés, pero prefirió buscar a Forlán cuando la grada ya cantaba el gol. Con Puyol en el campo, ser demasiado generoso es un error y el capitán cortó in extremis. Pero el segundo llegó poco después, cuando Simao lanzó una falta directa al palo de Valdés, cuando éste ya pensaba en tirarse al otro lado.

El Barça se encontró algo de aire en un córner que Puyol peinó en el primer palo e Ibrahimovic remachó en el segundo, aprovechando un leve despiste de Perea y el titubeo de De Gea. Fue el único ligero error de ambos, porque el portero abortó la reacción culé con dos grandes paradas a Ibrahimovic y Messi cuando más apretaban los visitantes.

Brillante. Así se llegó al descanso, pero si alguien salió mordiendo de la caseta fue el Atleti, cada vez más crecido. Agüero seguía haciendo arte, aunque Puyol le dio una réplica emocionante. Los extremos llegaban, presionaban y ayudaban atrás. Assunçao mordía y Tiago ordenaba. Y Domínguez, un veterano en cuerpo de chaval, lideraba una defensa muy solvente con Perea y Ujfalusi acertadísimos. El Calderón se encontraba al fin con el Atleti que siempre sueña y casi nunca ve.

El Barça no daba crédito ni respuesta, en su versión más gris en meses. Xavi era una sombra de sí mismo, Ibrahimovic se fue desvaneciendo e Iniesta y Messi apenas tocaban balón. Aún así, el argentino pudo empatar en el último suspiro con un disparo lejano que se fue fuera por poco. Habría sido injusto. Ganó el mejor, calentó la Liga y engrandeció su leyenda: el Atleti sólo es fiable una vez al año, pero qué vez. Pobre gran Barça.

Si el Atleti jugará las 38 jornadas contra los de Guardiola su mundo sería un lugar mejor.