COPA DEL REY | RACING 3 - ATLÉTICO 2
A la final de Copa sin tambalearse
El Atlético de Madrid se clasificó para la final de la Copa del Rey diez años después de que disputase la última, en un partido que empezó con un tempranero gol del Racing, marcado en propia meta por Valera y que terminó ganando el conjunto cántabro al voltear el marcador en los últimos dos minutos.
La última entrega de la trilogía Racing-Atlético llegó a su fin sin sorpresas. Ni el espíritu Corocotta, ni las goleadas obtenidas en años anteriores contra el Barça los 11 de febrero, ni las gargantas afinadas de las gradas de El Sardinero han obrado el milagro ante un Atlético de Madrid que aguantó el 4-0 de la ida sin tambalearse para certificar, diez años después, el pase a otra final. No fue un paseo porque a los dos minutos de encuentro el Atleti hizo una jaimitada con un auto-gol de Valera que avivó las esperanzas locales. Lo justo y necesario para que el partido tomara su temperatura ideal desde el comienzo.
Y es que según se iban disputando los partidos entre cántabros y madrileños, el termómetro duplicaba la crispación gracias a las acciones arbitrales, así que la mejor opción fue llamar a Undiano para poner imponer paz en una grada con las uñas fuera. El 4-0 favorable a los de Quique no desinfló a unos santanderinos apoyados en Corocotta, héroe de la resistencia cántabra ante Roma, para obrar el milagro de su historia. Eso en cuanto al espíritu, al empuje, pero después todo el ímpetu se debía trasmitir en el terreno de juego y Miguel Ángel Portugal se vio obligado a cambiar el esquema táctico dando entrada a tres centrocampistas (Colsa, Lacen y Munitis) para ayudar a Canales a hilvanar con Xisco y Tchité.
El envite lo vio Quique jugándoselo con cinco defensas y sin Forlán. Es decir, las torres Ujfalusi, Perea y Domínguez de centrales para achicar y Agüero arriba para desmantelar. Así es como se preveía el encuentro, con un Racing a la heroica, y así fue como se sirvió. Dos minutos tardó el Atlético en darse cuenta de las intenciones. Lo que tardó el Racing en conseguir el primer saque de esquina, excusa perfecta para comprobar como andaban las gargantas de El Sardinero. Sin duda, afinadas y con fuerza. Botó el saque de esquina Canales y Valera cabeceó en dirección contraria para que el Racing golpeara nada más comenzar.
El partido se ajustaba a la pizarra de Portugal y los rojiblancos debían tomarse en serio el aviso inicial si no querían desperdiciar todo lo remado. Hicieron falta seis minutos más para la enmienda cuando Moratón devolvió el favor inicial con otro auto-gol tras una falta botada por Reyes, hacer la igualada y bajar las pulsaciones atléticas.
El empate tranquilizó a los rojiblancos en cuanto a los números porque ahora hacían falta seis tantos cántabros para abandonar la Copa. Pero las sensaciones eran prácticamente las mismas gracias al buen trato del cuero desde el centro del campo racinguista. Canales campaba a sus anchas por el césped con pases certeros como el que metió a la izquierda hacia Christian pero el disparo de Colsa salió rozando el poste.
Mientras el Racing ni pensaba en tirar la toalla, propio de Corocotta, el Atlético sufría para sacar el balón y sólo podía apostar a las contras, vamos esperar a que el Kun se sacara algo de la manga para acabar de una vez por todas con el "partido canalla" como calificó Quique esta semana. Porque lo que es tocar el balón, se hacía poco. Alguna internada de Valera, activo en la primera parte, y una jugada de toque con buen recorte de Jurado a la frontal que cedió a Reyes para cruzar en exceso el esférico.
La buena noticia para el Atlético es que el Racing era todo corazón y cuando eso pasa, únicamente hay que esperar a que el contrincante se desinfle, porque el Racing, a excepción de Canales, técnicamente es la mitad que voluntad y atrevimiento. Antes del descanso poco más, un par de testarazos inocentes de Agüero y, como no, el pique de la trilogía, el que han mantenido fiel a su cita Reyes y Munitis.
Jurada apuntilla al Racing
Tras el descanso, Oriol ocupó la posición de Crespo y el Atlético se conformó con no caer en el mismo error de la primera parte para así pensar en el Barcelona. Y no sólo aguantó el posible último empujón del Racing, sino que mató el partido y la eliminatoria con una impecable conexión entre Agüero y Jurado. El de Sanlucar se quedó solo ante Mario y no titubeó para batir con el exterior.
Con el partido más que resuelto, la segunda mitad transcurrió con menor ritmo y con algún pique para combatir el bajón en El Sardinero. Y en todos los rifirrafes se podía ver a Reyes, jugador que suele caer en este tipo de provocaciones, así que Quique reservó primero a Agüero y después sacó a un Reyes sonriente del terreno de juego para asegurar su presencia en la final ante el Sevilla. Por el argentino entró Ibrahima y cinco minutos le bastaron para probar en sus propias carnes las iras de algunos como Christian que recibió al senegalés con un codazo en toda la boca que obviamente le costó la roja directa.
Si la grada racinguista buscaba otra prueba más para desfilar del estadio, Portugal la sirvió en bandeja en el minuto 73 al quitar a la estrella Canales. De ahí al final, el Atlético era el único que atacaba y el tercero estaba más cerca pero tampoco el Racing se merecía tanto castigo. Así que De Gea hizo su primer regalo desde que es titular en la meta rojiblanca tras un disparo de Xisco. El tanto reactivó la sangre cántabra para acabar remontando con un tanto de Tchité en el descuento. Finalmente no se hablará de espíritus ni de milagros. O sí, porque el Atlético ha podido salvar hoy una temporada bipolar con el pase a la final de Copa del Rey del próximo 26 de mayo ante el Sevilla. Si los hispalenses se clasifican para Champions League, el regalo de Europa será una realidad para el Atlético.