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Liga BBVA | Valladolid 2 - Sporting 1

Medunjanin y feliz Navidad

El bosnio marcó en el último minuto. Luis Morán adelantó al Sporting. Nivaldo logró empatar de cabeza. Partidazo, otra vez, de Diego Costa

<b>DISPUTADO. </b>Partido muy igualado, jugado bajo cero.
DISPUTADO. Partido muy igualado, jugado bajo cero.

El genio bosnio está triste últimamente porque apenas juega. El público le quiere, ayer le recibió con una clamorosa ovación cuando saltó al campo a 13' del final y él respondió como suele hacerlo cada vez que su entrenador le deja jugar, marcando un golazo. En este caso, el gol del triunfo en el último minuto del partido. Mendilibar dice que Medunjanin no es riguroso a la hora de ocupar su posición en el campo y que si su zona es la de la izquierda de repente se deja caer por la derecha sin recuperar a tiempo. Deben ser las cosas de los entrenadores que muchos humanos no entienden. La gente comprende mejor las ganas de Medunjanin por jugar, sus goles, su talento y los puntos que caen en el morral. La gente corriente entiende el fútbol de manera más simple que los entrenadores, pero a veces de manera más sabia. A los resultados nos remitimos.

El Valladolid mereció ganar en un partido que el Sporting no mereció perder. Es una contradicción, sí, pero es la pura verdad. Los de Preciado fueron un equipo valiente y mucho más consistente que el que el año pasado por estas fechas trataba de asentarse en su nueva categoría. Ahora, los rojiblancos, ayer vestidos todo de rojo y de arriba a abajo por el enorme frío, son descarados y manejan bien el tiempo de los partidos.

Cuando a las primeras de cambio Luis Morán aprovechó un rebote para anotar, sobrevoló sobre Zorrilla la sensación de que el año terminaría sin volver a ver ganar a su equipo. Estimulados por la infatigable 'Mareona', los de Preciado siguieron insistiendo buscando los dominios de Barragán, el más endeble en defensa. Primero De las Cuevas y después Diego Castro clavaron por ahí el cuchillo, pero sin premio. Barral, con un mal remate de cabeza, colaboró en ello. Eran los minutos destinados a que el Sporting le diera la puntilla a su rival. No supo hacerlo y lo pagó.

La cabeza de Nivaldo.

Pero, a pesar del gol encajado, el Valladolid no era un equipo descompuesto. En un partido de ida y vuelta, los de Mendilibar mostraron consistencia en el centro con Pelé y un mejorado Álvaro Rubio y no le volvían la cara al partido. Diego Costa ya empezaba a dar señales de lo que sería capaz de hacer después, sobre todo en la segunda mitad. Así que, animado en el empeño, el Valladolid iba a empatar gracias a la famosa cabeza de Nivaldo. El brasileño, que ayer junto a Arzo cumplió bien en defensa, remató en plancha una falta que había sacado Canobbio y que tocó con la cabeza antes Diego Costa. Empatado el partido, y con ninguno de los equipos dispuestos a dar por buena la igualada, la batalla de la segunda parte se presumía tremenda... y lo sería.

Los últimos 45' fueron un combate de boxeo de los de antes, como los de las películas que mejor han reflejado la crudeza del deporte de las doce cuerdas. Empezó golpeando el Sporting a la cara de un Valladolid que se defendía en la zona del campo que estaba helada. Primero le salvó a los pucelanos el resbalón de Luis Morán, después la seguridad de su portero. Justo Villar, impertérrito, detuvo magníficamente dos misiles de Luis Morán y de De las Cuevas. Luego llegaron otro resbalón de Diego Castro, que estaba solo, y la última del Sporting, un remate en la raya de Míchel que se convirtió misteriosamente en córner.

A partir de ahí llegó el recital de Costa y la reacción de un Valladolid que, ayer sí, defendió bien, imprimió ritmo al partido y supo contrarrestar a un rival al que de otra forma nunca hubiera ganado. Diego Costa, que está para jugar en un grande y hasta en su selección, sí en Brasil, destrozó con su velocidad a todos; a Lora cuando entraba por la izquierda. A José Ángel cuando lo hacía por la derecha. No le importa el balón que le envíen, la circunstancia en la que esté o el rival que tenga enfrente. Todos los transforma en velocidad controlada, sentido y verticalidad. Les puso a Rubio y a Canobbio el balón que todo futbolista desea recibir, pero fallaron. Tuvo que ser Medunjanin, el 'antisobrinillo' de Mendilibar, el que con su talento nos dejara a todos en las puertas de la Navidad.

El detalle: Una zona del campo estaba congelada

Lo sufrieron Juan Pablo, en la primera parte, y Justo Villar en la segunda. Una zona de unos cinco metros, y de lado a lado del campo, se encontraba completamente helada debido al frío que ha hecho en Valladolid últimamente. Los resbalones de todos los jugadores fueron permanentes.