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Liga BBVA | Valencia

"Si César para, sé que me quedo sin jugar"

Miguel Ángel Moyá pasa revista a su situación en el Valencia. Es el meta de la Europa League y de la Copa después de que Emery le relegase al banquillo en Liga y asume la competitividad de su 'rival' en la portería.

Chimo Masmano
Moyá.

Siempre se ha dicho que los porteros empezaban a dar sus frutos a partir de los 25 años. Sin embargo, esta teoría se fue al traste cuando unos niños nacidos en la generación de los '80 irrumpieron con fuerza en el fútbol español, guardando la portería de sus equipos con un elevado índice de precocidad. Ejemplos más claros: Casillas, Reina, Valdés y nuestro protagonista, Miguel Ángel Moyá, quien se ha presentado en la anteriormente citada 'edad óptima' con un bagaje de cinco temporadas en Primera División, con un amplio recorrido en las categorías inferiores de la Roja y con un reto al alcance de muy pocos: ser el portero de uno de los grandes de la Liga, aterrizando en Valencia, además, con la vitola ser el meta más caro de la historia del club. Todo esto con un cuarto de siglo en su DNI, lo que supone otro hito más en una carrera marcada por la precocidad. "Con 15 años me llegó el premio más importante de mi vida, cuando se rompió la muñeca el portero del Mallorca, César Gálvez. En ese momento, estaban también otros porteros como el 'Mono' Burgos y Leo Franco. Era pretemporada y el entrenador, Fernando Vázquez, pidió al portero que más proyección tenía en la cantera para premiarle por su trabajo. Y de esa manera di un salto de categorías que me llevó a plantarme en el primer equipo con 15 años, compartiendo vestuario con Ibagaza, Stankovic, Lauren, Soler, Tristán, Luque Fue una experiencia tremenda", rememora emocionado un Moyá que, de repente, había dejado atrás los partidos que jugaba "en la puerta del corral en el que el pastor guardaba las ovejas", donde dio los primeros puntapiés al balón en su Binissalem natal, divirtiéndose con un juego popular llamado 'Reina Victoria', años antes de pasar de la escuela de fútbol de su pueblo a la del Mallorca con 12 años.

Así se fue forjando un portero que se decidió por esta posición accediendo a la invitación de un entrenador en alevines: "Como era un poco más alto y gordito que los demás, un día me dijeron que me pusiera en la portería porque así asustaría a los rivales". No se imaginaría nunca ese técnico visionario lo que ocurriría un 29 de agosto de 2004: "Fue un momento inolvidable. Era mi debut en Primera, recibíamos al Real Madrid de Ronaldo, Raúl, Zidane, Owen Recuerdo las primeras faltas que me tiraron Beckham y Roberto Carlos, con los que yo jugaba en los videojuegos y a los que veía todas las semanas en los resúmenes de televisión. Además, el primer penalti de Figo. Era alucinante". Son las imágenes del sueño hecho realidad por un chaval de apenas 20 años, que había arrancado la temporada como portero titular del Mallorca, para quien el destino había reservado un debut en el fútbol de 'mayores' a lo grande. Esto provocó una anécdota que recordará siempre: "Cuando acabó el partido fui a pedirle la camiseta a Casillas, él no puso ningún problema pero yo le dije que, si no le importaba, le daría la mía en el Bernabéu, porque me quería guardar la mía del debut. Él se quedó un poco alucinado y, desde ahí, hemos mantenido una gran relación. Y, por supuesto, en la vuelta le di mi camiseta".

Moyá ya había tomado la alternativa en el equipo al que iba a ver cómo se entrenaba junto a su padre en el viejo Luis Sitjar, donde se fijaba de niño, primero, en el mítico Ezaki Badú ("recuerdo un día que se le escapó un balón y lo paré yo, que estaba justo detrás en la grada") y, después, en uno de sus referentes en la portería: "Roa fue mi primer gran ídolo. Era un lujo ver a aquellos jugadores que llegaron a las finales de Copa y Recopa. Me gustaban mucho otros como Valerón, Stankovic y Engonga". El destino quiso que, años después, con Moyá en el filial bermellón, compartiera entrenamientos con alguien que le marcó, igual que también hicieron otros en la Liga, como lo demuestra su idea del 'portero total': "La mezcla perfecta combina el aura y la seguridad que imponía Roa, el blocaje de Cañizares, los reflejos de Casillas y el juego con los pies de Molina".

Moyá completa cinco temporadas en el Mallorca, convirtiéndose en un caramelo muy atractivo para muchos equipos de la Liga, entre los que no falta el Valencia. "Como portero joven y con proyección, siempre se me dijo desde Mallorca que podría salir vendido. A raíz de un partido de Copa ante el Madrid, el mejor que he jugado, cuando el Valencia fue a por mí. El Mallorca, después de vender a Navarro, Güiza, Jonás y muchos más, se plantó en una cifra y el Valencia llegó hasta los ocho millones pero no se hizo. Pasó otro año, en el que llegué a estar lesionado cinco meses, que acabé jugando y en el que, por una cantidad más baja, sí se hizo el fichaje". Esto ocurrió a finales de junio, después de que Emery le pidiese un portero a Llorente y Fernando, quienes encontraron en Moyá al hombre ideal, previo pago al Mallorca de cinco millones de euros, la cifra más alta que el club ché jamás había desembolsado por un arquero. "A esto se le tiene que dar la importancia justa y necesaria. El Valencia es el que paga ese precio por mí y yo, en ningún momento, soy el que me taso. Si se me ficha, es porque entre los técnicos hay un consenso para traerme, teniendo en cuenta la inversión. Quizá esto es lo que se piensa en el club, que soy un joven y que daré un buen rendimiento como en su día se fichó a Cañizares, por ejemplo, que dio sus mejores años aquí. El jugador nunca piensa en cuánto ha costado, sino en devolver la confianza que el club ha puesto en ti".

Titularidad. Después de una pretemporada marcada por la competencia en la portería, Moyá le ganó la titularidad en el arranque liguero a César. Hasta que Emery optó por el cambio en la sexta jornada. "No me lo esperaba. Había tenido un partido contra el Sevilla, hubo un fallo en un rechace en Valladolid, pero también paré otra que podía haber sido el empate. Incluso, hablé con el míster diez días antes del partido de Santander y me dijo que se reafirmaba en su apuesta por mí. Después tomó esa decisión y yo hago un análisis para intentar encontrar las razones. Ahí veo que los resultados del equipo no acompañaban, aunque no bajamos en ningún momento del séptimo puesto, la dinámica no era la mejor e influyó la presión exterior hacia el míster, que se ve obligado a hacer un cambio, porque siempre se le podría reprochar que, si el equipo seguía igual, no hubiera hecho nada por solucionarlo. En su momento fue una decepción, ahora estoy cada vez con más ganas. Es una decisión con la que yo estaré más o menos de acuerdo, pero que siempre respetaré. No ha sido el inicio soñado, pero bien que en verano se hablaba del debate en la portería y se decía que el rendimiento era magnífico. Pues ni tan bueno era entonces, ni tan malo soy ahora", explica un Moyá que también valora una frase que se ha hecho común últimamente, que dice que el Valencia ha ganado en seguridad con César: "Se tiene que dar un titular y hablar de algo. El equipo ha dejado de encajar goles, ganando el cómputo general del conjunto, con César en un buen momento de forma. Con esto no creo que se diga que con Moyá no había seguridad, pero era un momento en el que había partidos abiertos, atacábamos mucho, como nos atacaban y se creaban situaciones en las que, quizá, el portero debería haber hecho un poco más. Son momentos y no busco excusas. Pero, como portero, sí que te gusta jugar más arropado y encerrado, sabiendo que tú también has de estar bien. Aunque en los primeros partidos fuimos un equipo que nos íbamos hacia arriba, descuidando la parte de atrás. Aunque insisto que no quiero buscar excusas".

En este punto, Moyá se muestra muy sincero a la hora de hablar de su 'rivalidad' con César: "Cuando él para te alegras por el equipo, pero después está tu competencia. Y sabes que, si César hace una buena jornada, yo me quedo otra sin jugar. Él hace un buen partido y piensas que la semana siguiente no juegas, porque esto es así: para que haya un cambio debe haber una lesión, una sanción o que baje el rendimiento del otro. Quiero jugar por mis méritos y no por los deméritos de mi compañero".

Objetivo. El meta mallorquín tiene muy clara la meta que debe alcanzar su equipo esta temporada: "Desde fuera consideraba al Valencia como uno de los cuatro mejores clubes de España y creo que, por obligación, debe estar ahí. Somos un equipo grande, como también hemos demostrado en este arranque de temporada, y me parecería de chiste que el Valencia no pensara en jugar la Champions el año que viene". Pues que así sea.