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Liga BBVA | Valladolid 4 - Deportivo 0

El Valladolid fue un ciclón

Doblete de Nauzet para enseñar el camino. Canobbio y Medunjanin, puro talento. Al Deportivo no le salió nada. Zorrilla fue una fiesta.

<b>ALEGRÍA. </b>Los jugadores del Valladolid celebraron los goles y la victoria con el público tras siete meses sin disfrutar de los tres puntos en Zorrilla.
ALEGRÍA. Los jugadores del Valladolid celebraron los goles y la victoria con el público tras siete meses sin disfrutar de los tres puntos en Zorrilla.

Se trataba de recordar lo que pasó a mediados de diciembre del año pasado para que unos, los pucelanos, trataran de repetir la gesta y otros, los gallegos, intentaran evitarlo. Aquel día, el domingo 14, el Valladolid firmó un encuentro casi perfecto. Sesma, Pedro López y Pedro León hicieron tres golazos y Zorrilla acabó haciendo la ola. Ayer no fueron tres, fueron cuatro. Anotaron Nauzet (dos veces), Costa y Medunjanin, y la grada acabó hecha un clamor. Igual que aquel 14 de diciembre de 2008.

El Valladolid resucitó ayer en Zorrilla. Siete meses después volvió a ganar ante su público y eligió hacerlo ante el Depor, y a lo grande. Con razón se preguntaba Pepe Domingo Castaño ayer en el Carrusel por qué les había tocado a ellos. Sencillamente, porque los de Lotina pasaron por Zorrilla en el momento inadecuado o porque ellos no consiguieron aprovechar su cuarto de hora inicial de dominio y ocasiones y, por contra, se encontraron con un rival dotado de una pegada muy respetable para circular con firmeza por Primera División.

Pero el Deportivo tuvo su momento de gloria que desaprovechó miserablemente. A saber que hubiera pasado si Guardado, primero, Riki, Lopo y otra vez Riki hubieran aprovechado alguna de las ocasiones que tuvieron. Como no lo hicieron, ya nunca se sabrá, y lo que quedó constatado fue el primer gol de Nauzet, que abrió el camino. El canario remató con firmeza desde cerca un servicio impecable de Canobbio. El uruguayo es una especie de Morante de la Puebla del fútbol, que cuando está inspirado es capaz de cualquier cosa. Le falta continuidad, pero, como los buenos perfumes, deja gotas de antología, como lo fueron también el disparo bajo que salvó Aranzubía antes del descanso y la falta a la escuadra que también detuvo felínamente el cancerbero visitante.

Pero Canobbio puso el talento y Nauzet la pegada. Nada más comenzar la segunda parte, y aprovechando uno de los muchos resbalones que sufrió Lopo, lograba el segundo. A partir de ahí, coser y cantar para los de Mendilibar.

Estrellados.

La segunda parte fue un suplicio para el Deportivo. Nunca le volvió la cara al partido, pero no le salía nada. Colotto remató alto. Bodipo no acertó y un remate claro de Juan Rodríguez acabó en el poste cuando Villar estaba batido. El paraguayo había bendecido su portería y el paso del balón estaba cerrado. Por cierto, sorprendió Mendilibar dando la titularidad a Justo Villar. Jacobo ha terminado por pagar los 16 goles encajados, viendo desde el banquillo como Villar dejaba la puerta a cero y haciéndolo bien. La defensa local se sentía por primera vez en esta Liga cómoda y las contras del Valladolid eran letales.

Álvaro Rubio y Borja dieron buena cuenta de Sergio y de Antonio Tomás, bastante vulgares ayer, y a partir de ahí empezaba a funcionar la maquinaria local. Y Diego Costa no podía quedarse sin premio, o al menos eso pensó Manuel Pablo. Nadie sabe aún en qué estaría pensando el canario cuando despejó en su área con la rodilla, dejando la pelota muerta para Costa. El brasileño aprovechó el regalo para cerrar el partido. El Deportivo se desangraba y la fiesta en las gradas de Zorrilla era cada vez mayor. De nada le habían servido a Lotina las soluciones de urgencia de Valerón, Lassad y Bodipo. Los hombres pusieron voluntad, pero cualquier intento era en vano. La inspiración era castellana y Medunjanin saltó al campo para demostrarlo. Los pucelanos habían sido seguridad atrás, orden y pulmones en el centro, la magia de Canobbio y la pegada de Nauzet y Costa, pero quedaba lo mejor. Medunjanin, un tipo que juega al fútbol con la misma facilidad con la que cualquiera se come un buen solomillo. Recibió un balón de Manucho en la frontal del área y, al ver a Aranzubía adelantado, le lanzó una vaselina impecable a la escuadra que levantó al público de sus asientos. A Lotina le debieron quedar ganas de aplaudir, pero por decoro no lo hizo. Fue la guinda al pastel. El Valladolid pasó por encima del Deportivo, que, seguramente, tuvo su partido tonto del año en Zorrilla, como ya lo tuvo aquel 14 de diciembre de 2008.