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España - Suráfrica | La contracrónica

Bronce sin consuelo

Si no es por Güiza, a estas horas estaríamos metidos en un debate sobre el Waterloo sufrido en la tierra del Mundial que hasta hace unos días creíamos nuestro. Confecup suspendida. Terceros y gracias. Tocan tiempos de reflexión

Primeros ayer. Hoy es el santo de todos los españoles que amamos La Roja. El 29 de junio ha quedado para los restos como San Selección, con los 23 hijos de San Luis conquistando Viena y al mundo entero con el mejor fútbol jamás contado. Han transcurrido 365 días desde aquel domingo de orgullo nacional, de fuentes de todos los pueblos de España invadidas por un gentío en éxtasis y una locura colectiva provocada por esa Eurocopa que no nos arrebatará nadie de nuestras memorias. Tumbamos a Italia, Rusia y Alemania. Triplete en rojo y gualda. Desde entonces somos sus hinchas acérrimos, porque ya vemos a España como el sofá estrella del salón (cheslong lo llaman ahora los modernos) y no como la mesita coja de la cocina. Por un segundo veo la botella medio llena y rememoro el gol de Torres a Lehmann y a Casillas levantando eufórico el Santo Grial del Europeo entre confetis y españolía atmosférica descontrolada

...Y hoy terceros. El aniversario coincidió con otro triunfo, pero han cambiado un porrón de cosas. Hemos pasado de la final de la constelación a la final de la consolación. Y un 3-2 a Suráfrica, con prórroga incluida, no deja consuelo posible. Tampoco ayudaba la hora del partido. A las tres el personal miraba de reojo la pantalla (enemiga ayer) mientras que los niños enfadaban a la madre por no querer más espaguetis y el calor invitaba a bajarse a la piscina y olvidarse bajo el agua del ídem que nos dieron los alucinantes americanos del Norte. Un año después vemos una España tan desfigurada como la oreja que le quedó a Holyfield cuando se la mordió Tyson, el Canibal. Demasiadas cicatrices. Sin Senna (presente en la grada con su Fundación a cuestas), sin Iniesta (jamás eché tanto de menos a alguien del Barça), sin la batuta sabia de Xavi y sin Silvita, al que las lesiones la han dejado casi inédito. Ayer éramos un equipo descabezado. En Suráfrica 2010 hay que recuperar la cara A del disco. Míster, confío en ti para los arreglos musicales.

Güiza, un genio. Desde que vi a Güiza meter goles increíbles con el Ciudad de Murcia en los resúmenes de Segunda División del Canal+ me enganchó. El jerezano tiene arte y duende. Es capaz de hacer un caño en el metro de Tokio en hora punta y de firmar un sombrero delante de tres Sabonis. Su segundo gol fue tan afortunado como merecido. El que toca con esa sutileza recibe a veces la complicidad del balón, que se envenena y se cuela como una culebra diabólica. Nos animaste el domingo, torero.

Vuvuzelas Cup. Así habría que rebautizar a esta Confederaciones que nos ha dejado mal sabor de boca. Este bronce simbólico sabe a hojalata. Veníamos a por el oro de Mandela y nos quedamos con el tiqui-taca en paradero desconocido. Mejor dicho, lo sigue teniendo Brasil, que juega al ritmo del tiqui-kaká. Tenemos trabajo por delante. Pero que nadie agache la cabeza. La rabieta de Villa al ser sustituido demuestra que somos ganadores, como se verá en el Mundial. Este grupo todavía no ha dicho su última palabra. ¡Podemos!