Én medio de declaraciones interesadas, cuadriculadas y ventajistas, habituales en el fútbol, aparecen mensajes profesionales, sinceros y sorprendentes por ser novedosos. Jiménez asegura sentirse acorralado por la presión mediática y culpa a la prensa de dirigir la opinión de los aficionados sevillistas. En distancias cercanas, el asunto acaba en un incomprensible eterno tira y afloja. Por eso, las opiniones externas suelen aclarar ciertos panoramas. Y fue curioso cómo dos personas tan distanciadas y diferentes, como Caparrós y Squillaci, coincidieron en reconocer que mirar a la crítica como un muro que se debe saltar con inteligencia.

El entrenador del Athletic, listo en el manejo de sus discursos, le hizo una relación directa y sincera a su colega Jiménez: "El Sevilla es un equipo grande, que ha conseguido títulos. La crítica hay que aceptarla. Al entrenador no le pueden afectar estas situaciones. El mismo Barcelona fue cuestionado tras perder en Soria. También es verdad que el Sevilla tiene que estar unido y disfrutar de ese tercer puesto. A mí me gustaría que Manolo Jiménez siguiera un montón de años, pero la decisión es del Consejo y del propio entrenador. Manolo tiene que aceptar la convivencia con esta crítica".

A varios kilómetros de distancia, en la ciudad deportiva, el central francés ofrecía una extraordinaria clase acerca de la presión mediática: "La crítica en los equipos grandes siempre existe. No me sorprendería que no siguiera el entrenador quedando terceros, porque en Francia, en el Lyon, se ganó Liga y Copa y el técnico se fue. Son cosas del fútbol. La decisión es cosa del presidente y su consejo y los jugadores no debemos meternos". Caparrós y Squillaci desplomaron de un plumazo las teorías de las persecuciones. Fútbol es fútbol.