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Liga BBVA | Valencia

"Quiero vivir el renacer de un gran Valencia"

RUBÉN BARAJA pasa revista a la actualidad del Valencia. Sus nueve años en el club, sus títulos y su paso por la capitanía le convierten en una voz más que autorizada para hablar del pasado, del presente y del futuro del club.

Chimo Masmano
Rubén Baraja

Una cena y una buena (y larga) sobremesa con el Pipo dan para mucho. Lleva nueve años en Valencia, porta unos galones que van más allá de un brazalete que dejó en manos de otros en verano, pues están grabados en la piel, unos en forma de exitosos recuerdos y otros como cicatrices de hondas heridas de guerra. Recurre al sentido común para abordar cualquier tema, tenga que ver éste con el fútbol, con la política o con cualquier otro aspecto de la vida. Como en el campo, no se esconde, va de cara y busca al que tiene al lado para encontrar la mejor solución eligiendo la vía más conveniente: el pase en corto, como salida fácil, o desplazar el balón más de 50 metros para encontrar algo diferente, un recurso tan complicado como efectivo si se logra. Y en esto último siempre ha destacado él: Rubén Baraja Vegas, el '8' del Valencia. Como voz autorizada del vestuario, es uno de los 'doctores' más cualificados para diagnosticar la 'enfermedad' que está afectando al Valencia a todos los niveles.

Empezamos por lo deportivo: "Llevábamos una buena trayectoria, estábamos donde nos tocaba, pero hemos padecido muchas derrotas fuera y varios tropiezos seguidos en casa que nos obligan a ir ahora contrarreloj. Hemos sufrido una crisis de confianza y el equipo ha estado dubitativo. Parece que cualquiera puede hacernos daño, cuando en realidad el Valencia es superior a la mayoría de los rivales que hemos tenido". Pese a esta realidad tan desalentadora, Baraja, en su afán por encontrar soluciones, sigue creyendo que la meta es alcanzable: "Quedan diez jornadas y creo que es posible entrar en Champions. Lo más importante es llegar a los enfrentamientos con los rivales directos con opciones de alcanzarlos. Para esto es imprescindible no fallar en los partidos que nos vienen ahora con el Getafe y el Sporting".

Mucho se ha hablado en las últimas semanas sobre el grado de compromiso de la plantilla. "A estas alturas de temporada, el que esté será bienvenido y al que no esté no le vamos a esperar. No sé decir un porcentaje del vestuario que esté comprometido, lo que sí sé es que hay mucha gente que quiere estar el año que viene en Champions y que quiere sacar esto adelante en las jornadas que quedan. Está claro que hay algunos que juegan menos y no tienen la misma predisposición que otros, pero eso no quiere decir que no estén comprometidos", recalca un Baraja que no quiere entrar a valorar si en esta temporada ha visto en el vestuario algunos comportamientos poco profesionales: "Creo que no es algo que me toque juzgar a mí, pero lo único que puedo decir es que si han sucedido no deberían repetirse".

Es en este punto en el que el vallisoletano aborda la situación del vestuario y la relación de éste con la prensa y con el entorno, aquél que costó un pequeño disgusto a Baraja ("cuando dije lo de que me chupaba un huevo no me refería a nadie en concreto, sino que, si acababa la temporada como segundo, lo demás me daba igual", aclara años después). El '8' tiene una teoría respecto a esas relaciones: "Hay jugadores que, por sus características, tienen un mayor margen de maniobra, a los que a veces se les ponen muy bien y en otros momentos no reciben tantas críticas. Creo que hay algunos que tienen el listón de la crítica por encima de otros. A unos se les mira de una manera y a otros, de otra. Yo siempre he estado el primero de la fila, por crítica, por exigencia y también para recibir elogios. Para bien o para mal, siempre estoy el primero. Tengo bastante responsabilidad en todo lo que ocurre aquí y me parece bien, porque hay que estar en lo bueno y en lo malo. Si va todo bien, nos gusta estar ahí, pero si van mal hay que ponerse delante para aguantar el chaparrón".

Emery.

Recurriendo al lenguaje propio de uno de los 'mundos' que más atrae a Baraja, la vela, el patrón del barco ché que debe alcanzar el puerto de la Champions es Unai Emery, quien cuenta con el apoyo de todos sus marineros. "El entrenador confía en sus futbolistas y sabe que debe apostar por ellos de aquí al final de temporada. Y nosotros también consideramos que el entrenador está comprometido con la plantilla y que cree podemos conseguir el objetivo. Tiene que ser algo mutuo: él necesita a los jugadores y nosotros a él". Y, precisamente, en los últimos tiempos, Emery ha estado en el centro de la diana de muchos críticos. "Todos os habéis llenado la boca diciendo, cuando las cosas iban bien al principio de temporada, que era el artífice del cambio en el vestuario respecto al año pasado. Entonces, cuando hay cuatro o cinco partidos en los que no llegan los resultados, la presión es mayor para el entrenador. Como ocurre también con los jugadores. Pero la presión y todo lo que rodea a este club es algo que hay que saber aguantar", sentencia el Pipo.

Baraja ha estado en el Valencia bajo las órdenes de entrenadores como Héctor Cúper, Claudio Ranieri o Quique Sánchez Flores, técnicos que han marcado su carrera aunque no tanto como el que tuvo entre 2001 y 2004. "Se puede decir que Rafa Benítez es el mejor que he tenido, porque ahí está todo lo que conseguimos. Y que yo diga esto no debería sentarle mal a Emery, porque estamos hablando de una época pasada y ahora estamos en otra. Y creo que Unai también puede ser un buen entrenador. Benítez, cuando llegó, era un buen entrenador pero fue mejorando con nosotros. Y Emery también va a tener esa posibilidad de poder hacerse mejor entrenador en el Valencia. Es como si a mí me preguntasen si Zidane está por encima de mí futbolísticamente. Yo diría que sí y lo aceptaría con humildad".

Hablando del ahora entrenador del Liverpool, nos metemos de lleno en la época dorada del Valencia. Ligas, UEFA, Supercopa de Europa Éxitos logrados con un equipo muy diferente al actual: "Si tenemos que establecer diferencias entre aquel Valencia y el de ahora, por encima de todo está la tenacidad y la constancia que tenía el equipo, que nunca sufría una mala racha ni perdía la perspectiva. Siempre teníamos confianza y estábamos continuamente compitiendo, yendo siempre a por la victoria y sufriendo pocas derrotas". Las claves de un Valencia que queda muy lejos, no sólo en lo deportivo sino también en lo institucional, sumido en una profunda crisis ante la que Baraja vuelve a tirar de casta: "Lejos de entristecerme, para mí esto supone un reto, una motivación extra. Después de lo que hemos sido y, por tanto, teniendo un espejo en el que mirarnos, se puede creer en conseguir eso de nuevo. Aunque hay que trabajar mucho. Se ha de instaurar una política de club, creando un equipo competitivo y así se podrá devolver al Valencia donde ha estado, entre los mejores de Europa. Para esto, se ha de confiar en un entrenador, como se está haciendo ahora con Unai, ha de haber una persona que dirija la planificación del club, sanear los problemas económicos y, con el paso del tiempo, ofrecer a la afición un equipo rocoso y competitivo. Pero eso no se hace de la noche a la mañana. Yo espero ayudar, todavía como futbolista, a mejorar. Quiero vivir el renacer de un gran Valencia, para después de dejar de jugar poder ir a ver a este equipo al nuevo estadio compitiendo con los mejores de Europa". Esta reflexión entronca con su futuro ("no pienso en la retirada, ni quiero fijarme una cifra para retirarme, porque he visto rendir a jugadores aquí con 36 ó 37 años", anuncia) y con el de la plantilla, amenazada siempre por la tan manida regeneración. "Pese a que se habla mucho, de la época del doblete sólo quedamos seis (Albelda, Vicente, Angulo, Marchena, Curro Torres y él mismo). El resto se ha ido cambiando, con gente nueva. Con el paso del tiempo seguimos jugando, pero no creo que sea por demérito de los demás sino por mérito nuestro. Ya veremos al final de temporada lo que pasa, pero ahora no hay que hablar ni de esto ni de listas negras". Palabra de Pipo.

Quisimos aprovechar la sobremesa para hablar también con Rubén Baraja de un modo más íntimo, algo más personal. Echando la vista atrás, recuerda su infancia pucelana, rodeado de Luís y Javier (sus hermanos menores) y con una mueca cómplice cuando se le nombra a sus padres. "Los tres hermanos jugábamos a fútbol y para mis padres los domingos no tenían descanso. Llevaban a uno, luego dejaban a otro y por último se encargaban del que faltaba. Mi padre estaba en un campo viéndome a mí, mientras mi madre estaba en otro distinto viendo a otro de mis hermanos. Luego nos juntábamos el domingo a comer en casa y comentábamos los partidos mientras nos preparábamos para ir a Zorrilla para poder ver al Valladolid. Fue muy sacrificado y por eso siempre les estaré eternamente agradecido".

Baraja creció rodeado de amigos en un colegio donde la prioridad, era el baloncesto. "Ninguno de mis compañeros jugaba a fútbol, era yo el único y por eso el raro del grupo. Es más, me tocaba jugar en los recreos con ellos a básquet porque era lo que se llevaba en Valladolid", recuerda entre risas. Con la mayoría de edad cumplida, Baraja se marchó cedido al Atlético de Madrid el último día de verano. Cantatore, su técnico en Pucela, no contaba con él y Miguel Ángel Ruiz decidió apostar por él en el club rojiblanco. "Ahora, cada vez que me encuentro a Cantatore, le doy un abrazo".

En el Atlético, el Pipo se rompió los ligamentos cruzados de la rodilla y se perdió ocho meses de competición. Aún así, confiaron en él y le ficharon por 50 millones de pesetas. "En el Calderón coincidí con Carcedo. Llevaba el pelo largo y era mediocentro como yo. Creí que no jugaría porque éramos muchos en esa posición", asegura Baraja. Volviendo a sus progenitores, para Mari y Esteban el debut con la selección española fue el momento más emocionante en la carrera de su hijo. "Fue en el Bernabéu, debuté y ganamos. Vinieron a verme y ese fue uno de sus días más felices".

Pasamos a los ídolos. Baraja señala a Schuster como su mayor referente, elogia a Zidane y no se olvida de Raúl. "Zidane es un ser superior, el mejor jugador al que me he enfrentado. En cuanto a compañeros, he compartido vestuario con muchos y muy buenos, como Villa o Silva actualmente, pero creo que Raúl es el que más me ha sorprendo. Es especial", sentencia. ¿Guarda alguna camiseta de sus rivales con un cariño especial? "Tengo una de Kluivert a la que le tengo mucho cariño, por el momento deportivo en el que me la dio. Lo enchufaba todo". Y no pasa por alto una anécdota en la que no desvela con quién le sucedió. "Siempre que me la piden la intercambio, porque una vez la pedí yo y un jugador, que luego fue internacional conmigo, no me la quiso dar cuando se la pedí", recuerda con una sonrisa. De nuevo, Baraja abre su corazón ché: "Me encantaría retirarme en este club, el Valencia me lo ha dado todo y soy valencianista". Así es Rubén, el lado más humano de Baraja. Ex capitán con galones y palabra. El Pipo en estado puro.