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Liga BBVA | Athletic - Real Madrid

El otro Anfield mide la reacción del Madrid

Caparrós, con el once de la Copa. Metzelder, con Llorente

<b>FIELES. </b>Unos cien aficionados recibieron al Madrid a su llegada al Hotel Carlton de Bilbao.
juan flor

Si las crónicas de las eliminaciones del Real Madrid en octavos de final de la Champions empiezan a sonar conocidas, algo similar sucede con las previas de los partidos siguientes. Año tras año, y ya van cinco, presentamos el compromiso liguero que sucede al desastre aludiendo a la reacción, al perdón, a las últimas balas y a los últimos trenes. Y habrá que decir en descargo de este gremio que no somos nosotros los que nos repetimos, son los hechos tozudos.

Comprobado que el Madrid tropieza astrológicamente con el mes de marzo, cabe preguntarse si también se repiten sus respuestas en la Liga. De advertir otra reiteración estaríamos en condiciones de formular un principio matemático, el teorema del perro flaco. Pero no se inquieten los de letras porque no existe tal cosa. Las reacciones del Madrid después de caer en octavos son diversas e imprevisibles.

Les propongo un repaso. En 2005, el Madrid de Luxa, que venía de caer ante la Juve, perdió en Getafe (2-1) y se despidió de la Liga. En 2006, el Madrid de López Caro (Arsenal) empató en Mestalla (0-0) y renunció a dar caza al Barcelona. En 2007, el Madrid de Capello (Bayern) empató en el Camp Nou (3-3) y puso la primera piedra (anímica, más que aritmética) de su gran remontada. La pasada campaña, el Madrid de Schuster (Roma) ganó al Espanyol en el Bernabéu (2-1) y se mantuvo rumbo al título.

Como se puede apreciar no hay axioma, pero se observan las dificultades. La eliminación pesa y el Athletic, como otros antes, ha advertido la herida y pretende profundizar. Para empezar, el equipo de Caparrós planea emular al Liverpool. Y el esfuerzo no parece tan grande. San Mamés es, sin duda, el más británico de nuestros estadios y en el Athletic se advierten, históricamente, las virtudes que adornan al fútbol de las islas, de la verticalidad a la pasión.

Al ataque. El objetivo del anfitrión, como lo fue para el Liverpool, será salir en tromba para zanjar pronto la disputa y reeditar el arranque vivido contra el Sevilla en la Copa (se repite el mismo once, vuelven Ocio y David López), cuando los leones necesitaron sólo tres minutos para marcar el primer gol y 33 para conseguir el tercero. Es decir, presión asfixiante en la grada y en el césped, miedo escénico, San Mamés en llamas.

Sobreponerse al ambiente será el primer cometido de un Real Madrid que cambia de fisonomía. Metzelder jugará en lugar del lesionado Cannavaro y Sneijder ejercerá de Gago, que se lo pierde por sanción. Sólo se trata de dos cambios, pero de influencia decisiva. El alemán (1,94) vigilará a Llorente (1,93) y el holandés tomará el timón del equipo, sin dueño en los últimos encuentros. Y que nadie piense en Guti: tampoco entró en la lista por una elongación muscular (tercera lesión muscular en tres meses).

La incógnita. La única duda de Juande tiene como protagonistas a Robben y Marcelo. El sesudo dilema táctico esconde un problema propio de la guardería Melindres. Robben anda deprimido porque le llaman chupón. Y conociendo los antecedentes, no será extraño que termine en el cuarto oscuro, junto a Drenthe, castigado sin postre.

El Athletic, por su parte, vive en declarado estado de optimismo, pendiente con un ojo de la final de Copa del 13 de mayo y con el otro de su situación en la Liga, a seis puntos del descenso y a once de Europa. La distracción resulta evidente porque el equipo acumula cinco partidos sin ganar (dos empates y tres derrotas).

También esa inquietud, sumada al prestigio del rival, ha servido para que los aficionados del Athletic agoten las entradas. Y el lleno (esta vez los socios no pagan) ha limitado el acceso de los madridistas, que estarán escasamente representados en San Mamés.

El Madrid no pierde un partido de Liga desde que jugó el 13 de diciembre en el Camp Nou (2-0). El Athletic no ha ganado a los blancos en sus últimos cuatro partidos en San Mamés. El reto está servido.