Lass Diarra
"Soy nuevo y me corto a la hora de dar patadas"
La entrevista se realiza en francés para que se explique sin trabas. Frederic Hermel, corresponsal de 'L'Equipe' en España, traduce simultáneamente. En 25 minutos, Lass (París, 1986) echa por tierra el estereotipo de hombre introvertido y tímido. Y avisa: "Creemos en la Liga; es posible".
¿Cómo vive en Madrid?
Tranquilo. Soy una persona muy casera. Vivo en el campo, en San Sebastián de los Reyes. Me siento muy a gusto pasando las horas en el jardín, viendo películas con mi novia...
¿Se ha traído a su familia?
No, sólo a mi madre, mi gran apoyo, y a mi novia...
¿Y se llevan bien?
¡Perfectamente! No es lo común, ¿verdad? (risas).
¿Cómo explica su adaptación tan rápida al Madrid?
Es por el club. Todo el mundo ha hecho lo posible para que me integre. Gente importante como Raúl o Ramos han venido a hablar conmigo por si necesitaba algo. Luego, en los entrenamientos, he recibido gestos de cariño que me hacen estar integrado. A veces, una palmadita en la espalda basta.
¿Y quién ha sido su principal apoyo en el vestuario?
Puede que Robben, al que ya conocía del Chelsea, o Sneijder. También Juande me ha transmitido una gran confianza desde el principio.
¿Y su primer partido en el Bernabéu?
Sentí honor y orgullo.
¿Miedo no?
Si hubiera tenido miedo habría jugado mal. Sólo respeto. Pensé en mi familia, en mi madre. ¡Es un estadio en el que yo veía los partidos de televisión de la Champions cuando era pequeño! Con Zidane, Roberto Carlos, Figo, Raúl
¿Era del Madrid de niño?
¡Siempre quise jugar en el Madrid, claro, como la mayoría de los niños! Entonces, cuando salté al campo me pasaban un montón de imágenes por la cabeza, de cosas que había visto allí. Sentí una gran emoción, pero también la necesidad de centrarme.
Usted pertenece a una gran escuela de medios como Deschamps, Vieira o Makelele.
Francia es una de las mejores canteras del mundo. He aprendido mucho de toda esta gente en la selección. He podido copiar la forma de trabajar de Makelele y eso me ha servido. Sigo hablando mucho con él por teléfono. Pero bueno, siento que ahora tengo que volar con mis propias alas, pretendo tener mi estilo propio.
¿Quién fue su modelo?
De muy pequeño George Weah, que estaba en el PSG. Un poco después Zidane, que aún estaba en la Juventus. Luego, a los 17 o 18 años, mi ídolo fue Makelele.
¿Y de lo que hay ahora?
Me encanta Xavi Hernández. Me encanta lo a gusto que se le ve con el balón en los pies.
Aquí ha sorprendido mucho el trato de usted con el balón.
He trabajado con técnicos en el Chelsea, Arsenal o Portsmouth que te exigían robar balones, pero también que supieras darla. En el Madrid esto es imprescindible.
¿Siempre jugó con otro mediocentro a su lado?
En el Chelsea jugaba solo; en el Arsenal jugábamos dos medios y en el Portsmouth también solo. Lo que más me gusta es estar en el centro, da igual con uno o dos a mi lado.
¿Cómo se organiza con Gago?
Hablamos mucho. Gago es una persona inteligente y cuando ve que me pongo a la derecha, él tiende al otro lado. Nos entendemos desde el principio. El entrenador quiere que Gago esté un poco más retrasado que yo. De estar en la misma línea, no ocuparíamos bien el terreno.
¿Cree que el Madrid juega poco vistoso?
Ahora sólo importa ganar. Es el entrenador el que tiene que contestar esa pregunta.
Dígame, ¿qué parte de culpa tiene el físico en su éxito? ¿Se entrena usted en su casa?
Esto es algo que aprendí de Makelele. En el puesto en el que estamos y al ser bajitos y menudos, hay que trabajar un poco más.
¿Cuantas horas al día?
Tengo un gimnasio, pero todo depende de cómo me sienta. Como ahora hay una serie de partidos que se van a encadenar, no hay que hacer mucho en casa. Se trata de mantener el ritmo. Si sólo hay un partido a la semana, trabajo más.
Viene el Liverpool. En el Francia-Argentina de hace unos días usted se las tuvo tiesas con Mascherano.
Creo que los dos tenemos lo mismo en la cabeza: no nos gusta perder. Cuando dos jugadores así se cruzan, suelen saltar chispas.
Una maldad: ha visto cuatro amarillas en siete partidos...
Es raro. ¡Soy nuevo en España, así que me corto a la hora de dar patadas! (Risas). Pero contra los ingleses, si tengo la oportunidad de jugar, puede que...
Y la Liga, ¿aún es posible?
Creemos en la Liga, en que es posible ganarla si seguimos así.
Usted es de origen malí. ¿Cómo llegaron sus padres a Francia?
Vinieron para buscar un futuro mejor. En África la vida no era tan fácil. Mi padre era obrero. Trabajaba en la calle, con un martillo neumático. Y mi madre limpiaba en algunas casas. El que no hablaran francés al principio fue un problema para ellos.
¿Cuántos hermanos son?
Siete. Por eso estoy muy orgulloso de ellos. Siempre tuvimos comida en casa y nos dieron una gran educación. Son dos ejemplos para mí.
¿Ha visitado Mali?
Claro, mis abuelos y primos siguen viviendo allí. No es fácil para mi ir. Veo a gente de mi edad que está muy mal. Nosotros somos ídolos para ellos y yo en realidad siento vergüenza.
¿Vergüenza?
Porque haya gente pobre que nos vea como ídolos. Yo intento ayudar en lo que puedo.
Hubo un momento en el que el PSG le echó para atrás...
¡En París había miles de niños que querían entrar en el PSG! No soy muy alto y lo poco que tengo lo he cogido tarde (risas). Tenía 13 o 14 años. Ahora ellos dicen otra cosa.
¿Es cierto que estuvo cerca de dejar el fútbol?
Empecé a jugar en el Nantes, y el Le Mans convenció a mi padre y fui allí. Tenía 15 años y jugaba con los de 17. Mis padres no hablaban bien francés y yo tenía que hacer solo todo el papeleo y los contratos. No quiero entrar en detalles, pero me engañaron un poco. No sabía defenderme. Entonces cogí mis cosas y me fui a casa. Les pedí la carta de salida para poder jugar en París y me la mandaron un año y medio después. Entre los 15 y los 17 dejé de jugar, hasta que apareció Fançois Rodríguez y me llevó al Le Havre.
¿Fue la persona más importante para usted?
Puede que antes de ser profesional sí. Luego, la persona más importante he sido yo, porque he pasado por momentos muy difíciles y he luchado.
¿Está dolido por algo?
Bueno, la vida en general no es fácil para nadie. Tengo el ejemplo de mis padres, que han sufrido toda la vida. Mi ilusión siempre fue ser futbolista y lo he conseguido.
Luego fue al Chelsea. ¿Qué ha aprendido de Mourinho?
Fue él quien vino a buscarme al Le Havre. Tenía 19 años y él me acogió en sus brazos, me explicó las cosas del fútbol. Me enseñó, sobre todo, a no tener miedo. Y a ganar. Si he sido capaz de integrarme tan rápido en el Madrid es en gran parte por lo que aprendí de él.
Tengo entendido que Geremi era como un segundo padre para usted en el Chelsea.
Yo era su hermanito pequeño. Es el futbolista al que más respeto. Yo tenía 19 añitos cuando llegué, salía con él, me decía lo que tenía que comer, me llevaba a casa. Se ocupó de mí. Yo no hablaba inglés y él me empujaba a todo, incluso a jugar de lateral. Le adoro.
¿Le habló él o Makelele del Madrid entonces?
Cuando el Madrid me quiso, llamé a Geremi y él me dijo: "Haz las maletas y vete corriendo. Es el mejor club del mundo".
¿Lo es?
Es aún mucho mejor de lo que pensaba. Lo que más me choca es la locura que genera en todas partes. Y todo es más bonito aún porque estamos ganando.