El Alba debe ser el siguiente

De un vecino, el Alicante, se sirvió el Murcia para poner fin a una eternidad como eterno perdedor a domicilio; ahora, siete días después, otro equipo limítrofe, el 'Alba', aparece en la Nueva Condomina con el convencimiento generalizado de que debe ser el siguiente en caer, otra víctima más, otro pasito más hacia un mundo mejor, el segundo equipo en sufrir al nuevo Murcia de un José Miguel Campos que, como si fuera una mezcla del mejor Uri Geller y del Pocero, suma dotes de hipnosis con la que levantar el ánimo de una tropa que andaba perdida y también de constructor en tiempo record (no le queda otra).

El efecto Campos, ese que mete en la cocktelera trabajo durante la semana, solidaridad, valentía para tirar las líneas de presión más arriba y que se corona con naturalidad, una rodaja de sentido común y una guinda de Movilla, sirvió para ganar al Alicante y esa suma de novedades, venir de ganar y todas las variantes futboleras apuntadas, hacen que el estado -pese al frío polar- sea de ilusión. De ganas de ver al equipo, de verle ganar en casa, de sonreír al menos durante hora y media, de conseguir una semana más de tranquilidad. Todo dependerá de ganarle al equipo manchego de Juan Ignacio (un clon de Campos), un Alba que con 'palicos y cañicas' esquiva por el momento la zona peligrosa de la tabla en la que sigue el Murcia y de la que quiere huir a costa del vecino.

Mantiene bloque.

Para conseguirlo, y en su enésimo gesto de naturalidad, Campos sólo modificará, respecto al choque del Rico Pérez, lo que le obliga la lesión de Aquino: Despogol le suplirá y formará pareja con Iván. Los demás, los mismos. Con Xisco en el once y Mejía en el banquillo. En el Alba, Juan Ignacio, 'lobo' disfrazado de corderito, lo fiará todo al bloque. A ese libreto que llama la atención en el fútbol-tostón y de músculo de Segunda y que saca máxima rentabilidad a un grupo de futbolistas que uno por uno no llaman la atención de nadie.... Un Alba que debe ser la segunda 'muesca' grana, pero que, ya aviso, no será tan asequible como el Alicante.

Un mes sin fútbol, nuevo técnico, presidente...

El aficionado murcianista que se marchara de Nueva Condomina tras el 2-2 con el Tenerife (el pasado 7 de diciembre) no imaginaría, ni de lejos, todo lo que ha pasado en sólo un mes. Por cambiar, en el palco ya no estará Jesús Samper y sí Juan Guillamón. Ahora es Trujillo quien controla el club, un Murcia que incluso podría verse abocado a una Ley Concursal cuando no hace tanto tiempo se hablaba de Primera y de grandes retos entre los mejores. También ha cambiado el banquillo. Clemente fue destituido y ahora entrena Campos, que en sólo dos semanas ha sido capaz de devolver la ilusión y, aún más difícil, de ganar fuera de casa. Ha sido todo tan estrambótico que, entre medias, se aplazó un partido (el del Celta) por una intoxicación de marisco.