Omar revive la eliminatoria y alarga el juicio a Jiménez

El fútbol, el dominio, la superioridad y los goles del Sevilla invitaban a adelantar un relato victorioso en sevillista. Hasta poco antes del final de este primer asalto, partido y eliminatoria tenían dueño: el Sevilla, que retomó el estilo ambicioso y se apoderó del protagonismo. Sólo se durmió unos segundos. Los segundos que provocan daños graves al frente de un coche.

Al Depor le salió redonda la jugada. Lotina refrescó todo el grupo, no se desgastó y regresa a Riazor con un resultado interesantísimo.

El suspenso es mucho más indignante cuando el estudiante capacitado lo firma y recibe por su desidia y desgana en el estudio. Si el chico no da para más, a trabajar y punto. No hay mayor héroe que el currante serio. Lo triste es desperdiciar la ca-pa-ci-dad. El Sevilla volvió a demostrar anoche que aburre y acumula fracasos porque a Jiménez le da la gana. Así de claro. Así de simple. Posiblemente, la plantilla no esté al nivel de la de otros años, pero sí está capacitada para no ofrecer espectáculos lamentables como los del domingo y para echar a la gente del campo, que sí es algo bastante gordo.

El Deportivo aguantó 20 minutos y poco más. En el arranque, Pablo Álvarez y Cristian estiraron al equipo. Valerón miraba hacia arriba continuamente. En una falta, Colotto empalmó un balón muerto en el área que obligó a Palop a dibujar una buena parada. Atrás, el equipo blanquiazul se mostraba serio y metido en el partido. Tuvo la mala suerte de chocar con la otra cara del Sevilla.

De salida, Jiménez rompió con todos sus principios y soltó amarras. El Sevilla atacó con Maresca, Capel, Navas, Luis Fabiano y Kanouté. La acumulación ofensiva era importante. Era otro Sevilla, comandado por sus dos delanteros. Y con ese potencial, y sin miedos a atacar, cayeron los goles de Luis Fabiano y Kanouté. Pudo llegar la sentencia a manos de Luis Fabiano y Maresca.

El Depor sólo se estimuló con un movimiento: la salida al campo de Omar y Juan Rodríguez. Se activó con el doble cambio y el Sevilla, que perdonó, maldijo el despiste final. La eliminatoria queda abierta. Y el juicio a Jiménez, también.

El detalle: El castigo de la afición

Hacía mucho tiempo que no se veía en el Sánchez Pizjuán una entrada tan pobre. El mal juego del equipo mezclado con el frío y el hecho de que los abonados tenían que pagar frenaron el ímpetu de los aficionados. Sólo acudieron unos 12.000 espectadores.