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Liga Adelante | Alavés 1 - Tenerife 2

Pegada de aspirante

Alfaro fabrica una victoria que relanza al Tenerife

Manoj Daswani
Actualizado a
<b>ACOSO. </b>Ángel trata de cazar la pelota en el área del Alavés en presencia de César y de Bonis. Las llegadas del Tenerife fueron constantes.
ACOSO. Ángel trata de cazar la pelota en el área del Alavés en presencia de César y de Bonis. Las llegadas del Tenerife fueron constantes.paulino orive

El Tenerife empieza a creérselo y es su pegada el argumento principal para que lo haga sin reservas. Demuestran sus comparecencias recientes que es el equipo de Oltra un candidato de valor creciente, así que pueden ir tomando nota sus competidores de sus armas más letales. La primera y fundamental, el gol; la que está por vérsele, su capacidad para cerrar los partidos con candados de acero. En Vitoria, volvió a demostrarlo: marca con facilidad pero no gana sin sufrimiento.

Visto su inicio de temporada, podía ocurrirle al equipo que condimentara por fin su eficacia con mayor solidez atrás o, por el contrario, se contagiaran sus artilleros de la endeblez de sus defensas. Por fortuna para sus intereses, sucedió lo primero. Lo atestigua su paso por la hasta ayer vetada Vitoria, ahí donde marcaron los blanquiazules dos goles y encajaron solo uno, al final. Cobra consistencia el bloque en todas sus facetas. Con el tiempo ha amarrado sus costuras hasta hacerse inabordable para algunos rivales y entre ellos el que se encontró esta vez, adversario enclenque y descreído.

El envite lo gobernó el Tenerife desde el inicio. Ya la primera aproximación a Bonis fue un aviso de Nino. Acto seguido, llegó el gol. No hace falta mucho más que dos intentos a este arsenal de explosivos para transformar su proverbial puntería en un marcador favorable. La enésima demostración de dinamita la hizo ayer en un campo helado como el rival, un Alavés al que desencajó Alfaro muy pronto con un testarazo de altura. La fe en sí mismo ha terminado de modelar el fútbol del andaluz, un privilegio para la categoría aunque sólo sea por el manantial de virtudes que destapa los domingos. Si ya era fiero al empezar el año, ahora con confianza es demoledor, determinante, casi una providencia. Suya fue también la asistencia donde nació el 0-2, el gol de la sentencia que frenó a los locales. La jugada devolvió a Óscar el tino para marcar donde debe, pues lo hizo la semana anterior en propia meta.

El resto del partido no tuvo más historia que los minutos finales donde apareció el Alavés, hasta entonces desnortado. No es que estuviera sobresaliente la retaguardia del Tenerife, pero los resquicios numerosos que dejó no supo explotarlos el equipo vitoriano. Es el cuadro de Salmerón una nave a la deriva, más todavía sin el concurso de Del Moral y Garitano, sus mejores estiletes. Fue pobre la tarjeta de presentación de los vascos, cuyo querer y no poder fue la mejor señal de la clara diferencia entre los rivales que ayer porfiaban en combate desigual. Arroja síntomas alentadores para la fe la cita de Vitoria. Corre el gol por las venas del Tenerife y así no es utópico el ascenso. Mejor dicho, es factible.