Ajuste de cuentas

Real Madrid 3 - Sevilla 4 | La contracrónica

Ajuste de cuentas

Por la mañana, mi amigo Pepe Bernabéu (noble y madridista), tuvo un susto que le envió al hospital. Premonitorio. El día iba a ser duro. La Asamblea fue un dislate bochornoso y por la noche el Madrid perdió por un arbitraje ruin y miserable...

Domingo negro. El día empezó brumoso, frío, con una lluvia calabobos que barruntaba un domingo de cuchillos largos. Ajuste de cuentas al final de un 7-D infame y deprimente. Por la mañana, en la Asamblea. Por la noche, en el Bernabéu. Pero hay que establecer una diferencia fundamental que me permite ver todavía el futuro con esperanza. Este equipo tiene agallas, hombría y sus jugadores aman el escudo que les paga. Perder así no ofende, enamora. Todo lo contrario de lo acontecido por la mañana en el IFEMA, donde un millar de compromisarios se empeñaron en mancillar la historia del club que convirtió en el gran referente del fútbol mundial un señor de los pies a la cabeza llamado Santiago Bernabéu de Yeste. Me fui amargado del Palacio Municipal de Congresos tras asistir a una batalla que duró seis horas y media, en la que mis hermanos (todos los madridistas lo son) se zafaron en un pugilato canallesco, similar al que sufre una madre cuando ve a sus hijos discutiendo. No me extraña que la convocatoria se llamase Asamblea General ORDINARIA. La tercera palabra lo dice todo. No me gusta que utilicen a los ultras para intimidar, chavales que animando en el campo son únicos como demostraron por la noche con un tifo precioso de Di Stéfano. Pero tampoco soporto a esos que iban con la consigna de sacar la tarjeta roja hasta para dar los buenos días. Dieron pistas a González Vázquez (culé confeso), y así nos fue...

Villarato. Calderón tiene amistades peligrosas (dentro y fuera de su casa) y así le va. Villar no parará hasta ver al Madrid hundido en la miseria y González Vázquez es un boina verde de su organización. Anoche se cebó como hace un león con la gacela en plena estepa. Dos goles ilegales del Sevilla (fuera de juego de Kanouté en el 0-1 y falta del malí a Cannavaro en el 1-2), dos penaltis hurtados a Higuaín, roja perdonada al heroico Palop y expulsión de Robben para evitar que el holandés haga pupa a su Barça en el clásico del sábado. El líder a nueve puntos, el Madrid atacado (y atracado) de los nervios y la reacción admirable de los blancos a hacer gárgaras. Los árbitros de Villar son así. Te clavan un punzón de hielo en el corazón cuando ven al Madrid levantarse ante un Bernabéu entregado a sus gladiadores. González Vázquez dejó sin efecto la conexión-brazalete (Raúl-Guti), que mereció mejor suerte. Me da pena por Nino, tío de Capel y presidente de mi entrañable peña de Albox, o los madridistas de Tudela, Albalat, Aljucer, Orellana, Guardamar, la familia Taracena y José Luis, un invidente de La Garza Blanca que estaba hundido...

Futuro. Con este espíritu legionario, el Madrid hará algo grande en el Camp Nou. Ya lo verán. Pero antes, Calderón debe mirárselo. El madridismo está fracturado y él tiene su responsabilidad como presidente que es. Su obligación es arreglarlo. No agrandar la herida.