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El reportaje | Don Alfredo rememora uno de sus mejores goles

"La pelota venía como un tiro, me tiré de culo y la metí de taquito"

Fotos con Leyenda. "Qué golazo, qué golazo" exclama Alfredo di Stéfano mientras contempla la foto de su gol de tacón en el viejo Zorrilla de Valladolid. Fue en su primera campaña en España, el 28 de marzo de 1954. El Madrid perdió ese partido pero fue campeón de Liga.

Enrique Ortego
Alfredo Di Stéfano
pepe andrés

Si hubiera un Campeonato del Mundo de memoria, Alfredo di Stéfano sería el capitán del equipo campeón. A sus 82 años habla de su infancia con la misma nitidez que narra este gol suyo en Valladolid del 54 o salta en el tiempo para recordar una anécdota de sus años en Argentina o Colombia. Llega al restaurante De María, cerca de su domicilio, apoyado en su bastón de mando, con una visera que le hace juego con la chaqueta y una bufanda anudada al cuello.

Se sienta y saca una saquita de su bolsillo derecho del pantalón de pana. Son sus pastillas mágicas. Las alinea sobre el plato como si fuera un equipo de fútbol sala antes de dar buena cuenta de ellas. "Todo lo que a uno le gusta le sienta mal. Que si el corazón, el colesterol, la glucosa. Pero yo me cuido. Llevo siete años sin tomar un whisky". Observa detenidamente la foto de su gol en Valladolid justo 48 horas antes de que su Madrid, del que es ahora presidente de honor, juegue en Pucela. "Posiblemente ha sido del gol del que más me han hablado en mi vida. La gente durante muchos años me paraba por la calle y me decía que habían visto el gol en directo. Yo amablemente les agradecía el detalle, porque era una muestra de cariño, de reconocimiento, pero para mis adentros pensaba que era imposible que tantos aficionados estuvieran en Valladolid esa tarde... ¡Pero si me lo habrán dicho doscientas mil personas y en ese estadio debían caber diez o doce mil, qué locura".

Se ríe él mismo de su ocurrencia: "¿Que cómo fue la jugada? El balón venía de la derecha, el pase, bueno, la pelota venía como un tiro, parecía un disparo, yo me di cuenta que venía fuerte y me tiré de culo y la agarré con el taquito derecho. Si mirás, ves que yo miro hacia atrás para no dejar de mirar la pelota. Fue lindo. Saso, el portero del Valladolid, me dijo después con los años: 'Justo me lo vas a hacer a mí, que soy tu amigo'. El otro jugador que está en la foto con el 2 en la espalda era el lateral derecho, Matito, era bueno, creo que era de origen marroquí".

No es el único gol de tacón que Di Stéfano hizo en su carrera. También recuerda uno con la selección en Bélgica. "De aquel no hay fotos, ni vídeo, ni nada... Eran otros tiempos, fue un centro de Miguel, el extremo del Atlético, el defensa me venía empujando, echándose encima de mí y me tiré de cabeza, como si me tirara al agua, porque ya perdía el equilibrio y la agarré con el taquito derecho. ¿Sabes quién vio ese gol? Goyvaerts, que jugó en el Barça, Madrid, y Elche, siempre me decía 'qué golazo metiste Alfredo". Fue más bonito si cabe que el de Valladolid pero no tenemos una foto como ésta... ¡Hay que ver cómo eran esas máquinas de fotos antiguas, eran como un fogón, echaban humo!".

Comenta don Alfredo que en Argentina no se dice tacón, sino taquito. "Allá decimos hacer un gol de taquito, ¿sabes por qué? Los militares llevaban tacones cortos, pequeños, taquitos, para hacer ruido y de ahí agarramos y decíamos jugar de taquito. 'Taquito militar' es un tango. Paco Gento acá me decía a veces, vamos Alfredo la llevamos de tacón, tuya-mía, tuya-mía hasta la línea de fondo. Y yo le decía: 'pará Paco, que nos van a matar'.

Erico.

Para él jugar con el tacón siempre debe ser un recurso, no una costumbre. "Es un recurso de calidad, la pelota te viene alta, no sabes cómo controlarla y metes el taco para frenarla... Como las paraba Héctor Rial... Pero para mí al que mejores cosas he visto hacer con el taco ha sido a Arsenio Erico, un paraguayo de Independiente, qué cosas hacía el gachó. También el loco Lostau y Pedernera, en River. Yo tenía 16-17 años y aprendía de ellos y lo copiaba en la calle, en los entrenamientos. Ha sido un gesto que siempre me ha gustado. Era un gesto de habilidad, de soltura de piernas, viene alta, no sabes y tas, la matas. Lo que no entiendo es utilizarlo por utilizarlo. No amigo, no. Todo a su tiempo"

Tira de memoria y confiesa que ha metido goles de muchas formas, estos de tacón, alguno de chilena, de falta, de penalti, de cabeza, los clásicos de remates con la derecha y la izquierda, pero tiene dos bien grabados y de los que nunca ha hablado. "Es que me da un poco de vergüenza. Uno fue con Huracán contra Ferrocarril Oeste. Se jugaba en la cancha de Vélez Sarsfield porque Ferro tenía cerrada su cancha. Yo tenía 18 años. Fue un balón largo, al área. Salió el portero con los dos pies por delante, el defensa que me marcaba, Vázquez, saltó de chilena, yo salté encogido entre los dos y el balón me dio en el puño, zas, y se metió. Ganamos 0-1. Nadie se dio cuenta donde me había dado. Ni el árbitro, ni los contrarios, ni los míos, ni la Prensa. Al terminar el partido, agarré el tranvía para volver a casa. Al bajarme en la parada del autobús me estaba esperando un chaval de 14 o 15 años, yo le conocía del barrio, era sordomudo. ¡Estaba llorando el pobre! Con los gestos me decía que yo había metido el gol con el puño... Pobrecillo, había estado en la cancha y lo había visto desde su posición, estaba en esa portería. Me acompañó a casa y mi padre al verme llegar con él me preguntó qué pasaba. Se lo conté...".

De rodilla.

El otro gol extraño fue en Pamplona. "Jugamos contra Osasuna, el portero era Eizaguirre, que cazaba elefantes. Paco Gento sacó un córner y el balón pasó entre todos los que estaban en el área y me dio en la rodilla. Me dio, yo no hice nada. Tas y entró. Eizaguirre se vino hacía mí y me dijo 'qué culo tienes Alfredo'. Yo ni había visto el balón". Sin embargo habla con orgullo de un gol de chilena en Bogotá, cuando todavía era jugador de Millonarios. "Era contra Racing de Avellaneda. Paré la pelota con el pecho, giré en el aire, la agarré con la derecha y se la clave en el ángulo a Grisetti. Casi más y el estadio se viene abajo. Fue tremendo".

La memoria se le dispara recordando goles especiales. "De espalda, de culo, yo no metí ninguno... que me acuerde. Lo que no olvido es como los metía Labruna. Eran su especialidad. Tac, tac, tac... metía la punterita. Era todo un ritual. Peleaba con el rival, se acostaba sobre él para acomodarse el cuerpo y cuando pensabas que iba a rematar fuerte, agachaba el lomo y te la tocaba con la punterita. Los porteros se quedaban cagando... Sí, se quedaban en esta postura (se pone medio en cuclillas). Sí por eso decíamos que se quedaban cagando. La cancha de Ríver disfrutaba con esos goles... ¡Quién ha visto a Ríver y quién le ve! ¿Cómo el primer club de Argentina puede estar tercero por abajo? Y encima aplauden al técnico que se va... Nunca se había visto a Ríver tan abajo. Y digo que Ríver es el primer club argentino porque en su lucha con Boca por el primer puesto fue fundado antes, en el 1901 y los de la Boca en 1905... Así que no hablen tanto los de la Boca, a los que yo quiero mucho porque ellos me quieren. No olvide que soy el único técnico que ha sido entrenador de los dos equipos".

Volvemos al partido de Valladolid, al del gol de tacón, perdón de taquito. "Me han hablado tanto de ese partido que a veces no sé bien si fue el primer año de mi llegada o más adelante, porque además en Valladolid siempre marcaba. Perdimos 4-3, pero íbamos ganando 0-2 y 1-3. Si hubiéramos ganado en Zorrilla hubiésemos sido ya campeones, pero bueno lo fuimos al final de temporada, que era lo importante. En ese partido nos dieron mucha leña. Recuerdo que le querían culpar de nuestra derrota a Pazos, nuestro portero, y yo le dije que no se preocupara, que él no tenía la culpa de nada. El Madrid llevaba veintiún años sin ganar la Liga. Esa temporada marqué 29 goles y jugué 27 partidos".

Era su primera temporada en el Madrid, en España. Y el comienzo de una época dorada para el club blanco. "Yo me adapté rápido. No como ahora, que se buscan mil excusas. Traía una moral de 'fierro'. Yo entonces, con 27 o 28 años, tenía velocidad y la velocidad es un grado en un atleta. Corría mucho, era valiente, yo me metía a por todas. Me metía en todos los líos. Entraba a todo. No volvía la cara. Yo siempre, como decía Martín Fierro, toro en mi rodeo y torazo en rodeo ajeno. Me adelantaba a los contrarios. Tenía fuerza porque me cuidaba mucho... y además conjuntamos un buen equipo, aguerrido, fuerte... Estaba el fifo Navarro, Oliva, Lesmes, Olsen, Joseíto tenía velocidad y fuerza, Paco Gento, que llegó tres partidos antes que yo, no digamos, y Molowny corría menos pero tenía una gran calidad".

El rival de aquel año fue el Barça. Al final el Madrid le sacó cuatro puntos. "Pero tenían un gran equipo. En nuestra casa les ganamos 5-0, pero allí nos hicieron 5-1 y eso que nos adelantamos con un gol mío. Velasco era el arquero y jugaban Kubala, César, Tejada, Moreno, Manchón... ".

Del presente de su equipo no quiere hablar mucho. "Tenés que entender que estoy dentro. En el club los que tienen que solucionar las cosas están en ello".