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Liverpool 1 - Atlético 1 | La contracrónica

Anfield rojiblanco

Fue una noche especial. Al margen del fútbol, la afición rojiblanca desplazada a Liverpool nunca olvidará la experiencia vivida en la ciudad de los Beatles. La algarabía española tiñió de rojiblanco las calles de la ciudad del Mersey.

La fiesta. El empate sobre el tiempo del Atlético no empañó la fiesta que los aficionados vivieron ayer en Liverpool. Porque el partido de Anfield supuso una gran fiesta para los 2.600 seguidores rojiblancos que se desplazaron a la ciudad de los Beatles. El mítico grupo y el mítico club de fútbol. Una combinación perfecta que supieron saborear seguidores del Atlético.

La avanzadilla. La afición rojiblanca se dejó notar desde el lunes por la noche. Miembros de la Agrupación de Peñas y representantes del área social del club fueron de avanzadilla. Los cánticos de los seguidores elevaron la temperatura de una noche casi gélida.

La gran invasión.Pero lo mejor estaba por llegar. Nueve vuelos chárter partieron de Madrid a primerísima hora y cuando Liverpool se despertaba ya había gente del Atlético visitando Albert Dock o el centro de la ciudad. Había aficionados de todas partes del país. De Lanzahíta (Avila), de La Rioja o de Alcalá de Henares. Los rojiblancos se mezclaron con los hinchas del Liverpool.

Las compras. Para los dirigentes el partido también fue una fiesta. Los mandatarios compraron en la tienda oficial del Liverpool, en el mismo Anfield, y coincidieron con el árbitro del partido, el sueco Martin Hansson, al que también la hacía ilusión llevarse a su país recuerdos. Luego les tocó relajarse en el museo de los Beatles. Entonces Cerezo y los suyos olvidaron por un momento los problemas con la UEFA.

Las fotos. A mediodía Liverpool era ya rojiblanca, la estatua de John Lennon era el lugar ideal para la fotografía de recuerdo. Y también The Cavern, que escuchó otro tipo de música. Los aficionados le echaron pasión hasta para tomar una pinta.

La gran ovación. La afición atlética fue a Anfield dos horas antes del partido. Cuando Torres entró al estadio por el sector que ocupaba la hinchada rojiblanca, Anfield casi se viene abajo. Los seguidores le aclamaron como si aún fuera futbolista del Atlético. Luego llegó el delirio con la salida de los equipos y el You'll Never Walk Alone.