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Primera | Athletic 0 - Getafe 1

Otra joya de Casquero

El Getafe ganó a un Athletic con muchas ocasiones

Jose L. Artetxe
<b>EFICACIA BAJO PALOS. </b>Jacobo corta un pase de Gabilondo a Ion Vélez bajo la atenta mirada del central azulón Mario.
EFICACIA BAJO PALOS. Jacobo corta un pase de Gabilondo a Ion Vélez bajo la atenta mirada del central azulón Mario.juan flor y gaizka bilbao

El Athletic hizo todo y más para ganar. Acumuló infinidad de remates y situaciones de gol, pero su balance rematador fue nulo. Adoleció de puntería, de frialdad en los instantes culminantes para plasmar en el marcador cuanto intentó en el plano ofensivo. El Getafe, agarrado a los interminables brazos de Jacobo, resistió en varias fases de mala manera, y triunfó a la postre merced a una virguería a cargo de su especialista en goles excelentes.

Casquero acertó con un toque de calidad a superar a Iraizoz y lo hizo en el momento adecuado, sin dar opción a réplica. Quedaban tres minutos para el noventa cuando asomó por la frontal y enmudeció a todo San Mamés. La calidad que el Athletic no tuvo en los metros finales salió en chorro de la bota izquierda del capitán del Getafe para decidir un encuentro que debió tener un desenlace muy distinto.

Lo cierto es que el Athletic llevó el peso, la iniciativa, puso las ganas y firmó incontables llegadas, en jugada y a balón parado. Sin embargo, como se suele decir en estos casos, perdonó en exceso y acabó pagándolo con la derrota, pese a haber merecido justo lo contrario.

Su pecado radicó en dejar con vida al rival. Al permanecer el partido abierto, el Getafe reaccionó en la segunda mitad, a partir de la hora de juego, para al menos impedir que el anfitrión continuase coleccionando remates, uno tras otro. No es que lo evitara del todo, pero sí que intercaló los suyos y se aprovechó además del gasto invertido por los rojiblancos, bastante tocaditos en el tramo final.

Monólogo.

La profundidad es de lo único que adoleció durante largo rato el afán local, aunque lo suplió con acierto en la ejecución de los córners, suerte en la que se cobró hasta cuatro remates francos. Si el marcador no se movió antes del descanso fue por pura chiripa y porque Ion Vélez estuvo peleado con la fortuna.

En la reanudación el asunto dejó de ser el monólogo previo. El Getafe despertó, emergió Casquero y asomó Albín. Soldado ya tenía compañía. Iraizoz empezó a pasar sus apuros, si bien prosiguieron los de Jacobo, portentoso de reflejos bajo el larguero.

Resultaba evidente que las reservas del Athletic se agotaban, aspecto del que Casquero tomó buena nota para proyectarse. El árbitro pasó por alto una mano de Manu en disputa con Iraola y los nervios asomaron mientras la chispa local se apagaba. El choque moría y estaba abierto. Albín puso el aviso con un pase de la muerte que no alcanzó Soldado. El siguiente avance mató a un Athletic al que únicamente cabe reprocharle un déficit de instinto o, de calidad. El fútbol fue ayer injusto con los chicos de Caparrós.