Primera | Valladolid 2 - Atlético de Madrid 1
Asenjo frustra el plan B del Atleti
El Valladolid mandó hasta el 2-0 Los goles, regalos de Coupet y Assunçao A los 21', roja a P. López La reacción, cuando salió Kun Decidió el meta local
Llevaba inquieto toda la semana. Mi chica trabaja en el acelerador de partículas del CERN y, cuando escuché que su encendido iba a acabar con el mundo, le consulté en busca de tranquilidad. La respuesta fue espeluznante: "Hombre, no creo". ¡Creo! No era lo que necesita oír un tipo como yo, que no distinguiría un protón de un elefante si me los encontrase en el ascensor. Y empecé a ver señales apocalípticas por todas partes: granizo bestial, mi coche estalló en una humareda repentina, un incendio me dejó quince horas sin luz y, lo peor, el Atleti no paraba de ganar 4-0.
Así, aterrorizado, comencé a ver el partido de Valladolid, pero el Atleti tardó tres minutos en acabar con mis temores. Falta tonta de Seitaridis, desastre defensivo por arriba, horrible despeje de puños de Coupet, rebote desafortunado en alguna parte desconocida del cuerpo de Vivar Dorado y gol. 180 segundos y ya estaba claro que el mundo gira igual que siempre.
Y una vez recuperada la normalidad, el desastre siguió su curso como si hoy fuera ayer. Las victorias solventes ante Schalke y Málaga habían hecho soñar a los atléticos con que habían desaparecido el caos defensivo, la falta de recursos en el medio y la dependencia de Agüero y Forlán. Pero el Valladolid tardó un suspiro en resucitar todas esas dudas. Tras el gol, los locales apisonaron al Atleti, que no se enteraba de nada. Sólo una aparición milagrosa de Ujfalusi evitó el gol de Goitom y la defensa adelantada de Mendilibar convertía a Sinama y Luis García en dos adornos.
Pero como la locura es contagiosa, Pedro López decidió darle emoción a la cosa. Ya con una amarilla (merecida), se internó en el área y se dejó caer con el mismo arte que los niños cuando juegan a indios y vaqueros. Estoy tentado a argumentar que no se puede razonar del todo bien con el pelo así oxigenado, pero Borja y Marcos lucían un look similar y cumplieron, así que dejaré la teoría en suspenso. El caso es que Medina le expulsó con razón y el partido pasó de baile a barullo.
Zorrilla y Mendilibar, que también acabó en la grada antes del descanso, se calentaron al confundir tirarse con caerse. Y el Valladolid se despistó, dando un respiro a su alelado rival. Pero en el Atleti siempre hay alguien dispuesto a dispararse en su propio pie. Esta vez fue Assunçao, que en una falta se olvidó del balón y abrazó a Vivar hasta tumbarle. Penalti justo, innecesario y letal para su equipo. Un acierto en toda regla, vamos. Baraja marcó el 2-0 y el plan B de Aguirre se declaró oficialmente en derribo.
Tras el descanso, Agüero saltó al campo y su mera presencia recordó al Valladolid que estaba con uno menos, cosa que hasta ese instante ni se había notado. Los locales recularon y Asenjo y Baraja asumieron el protagonismo. Pero algo es evidente, Kun siempre hace del mundo un lugar más interesante. Ayer, sobre todo para Simao, que al fin encontró un aliado en su, hasta ese momento, solitaria cruzada.
Reacción.
El primer aviso lo dio Seitaridis, seguramente el tipo más imprevisible de la galaxia, con un tirazo que Asenjo embelleció con una parada a la altura. Después, Luis García, con mejores intenciones que hechos toda la noche, remató blando un gran pase de Simao. Y en el 54', Agüero aprovechó un despeje de Asenjo para marcar a placer. Habían bastado nueve minutos de Kun para cambiarle la cara al partido. Todo parecía dispuesto para la remontada rojiblanca...
Todo, menos el Valladolid, que revivió con la entrada de Escudero, sorprendente suplente. Nada más salir, el pequeño argentino permitió redimirse a Coupet con una mano salvadora. No fue gol, pero le devolvió las dudas al Atleti y la fe a los suyos, que frenaron la avalancha. Pese a todo, aún siguieron cayendo piedras sobre el área de Asenjo, pero éste descolgó con solvencia cada centro y salvó la victoria con un paradón que mandó al palo el tirazo de Miguel de las Cuevas.
Y ahí se acabaron la euforia y el liderato del Atleti, que en Valladolid aprendió algo de cara a la Champions que se avecina: aún le queda mucho trabajo para manejarse sin Kun y Forlán. Vamos, lo de siempre. Y el mundo sigue girando.
El Atleti, bien acompañado
Pese a que el Atlético había devuelto al Valladolid cerca de 500 entradas de las que le había facilitado, un buen número de aficionados rojiblancos acudieron al José Zorrilla. Entre el viaje organizado por el club y los seguidores que se desplazaron por sus propios medios, cerca de mil atléticos animaron a su equipo y se marcharon decepcionados.