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Amistoso | Eintracht 1 - Real Madrid 1

El fichaje es Robinho

El brasileño se reivindicó en un Madrid convincente

<b>GIGANTE NIKOLOV. </b>El portero alemán evitó un holgado triunfo blanco con sus intervenciones. Aquí rechaza un tiro claro de Raúl.
GIGANTE NIKOLOV. El portero alemán evitó un holgado triunfo blanco con sus intervenciones. Aquí rechaza un tiro claro de Raúl.

Para los enfermos de las frías estadísticas, este Madrid de cadera ancha (con Van der Vaart y sin Cristiano) es un equipo chato ante el portal enemigo y de dudosa pegada. Para los amantes del fútbol bien trenzado y basado en la correcta circulación de la pelota en la búsqueda del clímax (el gol), este Madrid de Schuster es como la España de la Eurocopa: un señor equipo. Yo estoy alistado en el segundo bando. Porque los goles ya llegarán y el mejor camino para alcanzarlos es adueñarse del juego y tener criterio en la circulación. Regar para crecer. Sembrar para recoger.

Este Madrid es de alta fiabilidad y anoche justificó en Frankfurt el millón de euros que los anfitriones pagaron por tener como invitados a los 'hijos' de Gento, Santamaría y Pachín, presentes en el palco del coqueto Commerzbank. De hecho, pensarán que exagero si afirmo con rotundidad que podría haberse repetido perfectamente el inolvidable 7-3 de hace 48 años en Hampden Park. Sólo lo evitó un portero alemán de origen guerrero y macedonio: Nikolov.

El mimetismo histórico entre ambos partidos se repitió con el arranque fulgurante de los germanos. En 1960 fue Kress el que adelantó en el marcador al equipo del imperio de las salchichas. Ayer, fue el francés Bellaid el que firmó el 1-0 en una ingenuidad de la zaga blanca en el saque de una falta. Schuster lo definió bien tras el bolo: "No me ha gustado el gol que hemos recibido. Tenemos que mejorar a balón parado... Y en la definición".

Pero como ya sucediese en Colombia, este Madrid no se altera ni ante la llegada de una ola de seis metros. Van der Vaart y Guti mezclan bien, hasta el punto de lograr que el rival tome asiento y contemple las maniobras del enemigo como si estuviese en un campo virtual. Fue así como avisaron sucesivamente Sergio Ramos (remate a puerta vacía y cabezazo al larguero), Raúl (fusiló en el primer palo y Nikolov paró como Hombrados en Pekín), Diarra (tomahawk desde Mali desviado por Nikolov) y Van der Vaart (formidable zurdazo desde Amsterdam). Hasta Saviola, por fin conejo y no topillo, pudo sellar el 1-2 en el epílogo del partido, pero su remate se quedó a ese palmo que diferencia a los cracks de los meritorios...

Futuro. Y el crack se llama Robinho. Schuster le castigó con la suplencia en beneficio de Robben, pero el 10 de Santos aceptó la colleja dando una quinta velocidad a su equipo en la segunda parte. Y el premio le dio el gol de las tablas tras una acción entre Robben y Saviola. Robinho dedicó el gol a su pequeño y eso es una buena señal. Aquí está su casa y él lo sabe. No debe irse. Esta plantilla es solvente y merece un voto de confianza. Como le dijo la médium a Belén Rueda en El Orfanato: "Hay que creer para ver, no ver para creer". El madridismo debe olvidarse ya del calentón del verano (Cristiano) y volver al redil para cuidar de la familia más fiel: la del Bernabéu. En Valencia se despejarán todas las dudas.