Amistoso | Arsenal 1 - Real Madrid 0
Sneijder y el Madrid, KO
La grave lesión del holandés enmudeció a un equipo sin artillería
El tipo se llama Vassiriky Abou Diaby. Es un gigante de ébano (188 centímetros) que vino al mundo en la perfumada París tras emigrar allí sus padres costamarfileños en busca de un mundo mejor. Sólo tiene 22 años, pero su físico es tan descomunal que parece haber hecho tres veces la mili. La jugada discurría en la medular, en esa zona de nadie que acaba siendo zona de todos. Sneijder, pequeño pero encastado, protegía el esférico de espaldas a la cruda realidad que le esperaba.
Un tren de mercancías se acercaba a él como un bisonte en plena estampida. Sin necesidad, le dibujó una tijera segadora en torno a su pierna zurda. Diaby no tenía mala intención, seguro, pero pudo ahorrarse esa fogosidad temeraria en un simple bolo. Nadie hizo el examen de su vida en los parciales, sí en los finales.
La trabada rodilla izquierda de Wesley se bloqueó ante la reprochable maniobra. El ingles Clattenburg ni se inmutó, no pitó nada y la jugada siguió mientras Sneijder se retorcía de dolor y silenciaba el aire festivo de la grada del Emirates Stadium. El partido acabó ahí. La fiesta se convirtió en luto. Pocos amistosos han pasado una factura tan elevada. Si acaso recuerdo a Martín Vázquez semejante infortunio en su debut con el Deportivo...
El suceso descapitalizó la trascendencia de la derrota ante un Arsenal más armado y rodado, a pesar de que jugó sin arquitecto (Cesc en la grada) y sin carpintero (Rosicky). Pero le bastó con tirar de la creatividad de Samir Nasri, la verticalidad de Walcott (el único inglés del once inicial de Wenger) y el poder de intimidación de Adebayor, un nueve más largo que un día sin pan. El togolés puso a prueba a Dudek, que es el portero suplente más cualificado de Europa. Intachable.
Futuro.
Schuster no debe preocuparse todavía porque en su puesta en escena de ayer faltaban ocho piezas importantes (Casillas, Ramos, Pepe, Cannavaro, Metzelder, Marcelo, Gago y Drenthe), pero la gravedad de la lesión de Sneijder (podría estar hasta febrero fuera de combate) evidencia que el traspaso de Granero al Getafe debió esperar. El madrileño es muy bueno y toca disfrutarlo otra vez en el Coliséum. Menos mal que De la Red ya jugó sus primeros minutos. El eurocampeón criado en Valdebebas va a ser más importante de lo que él imagina. Debe ponerse las pilas ya. Mientras, Van der Vaart llegará a precio de beluga cuando el año próximo era el principal reclamo publicitario de las rebajas de verano...
La radiografía del partido nos deja dos lecturas. La primera, que Robinho está pero no está. Su mente sigue contaminada por el fax que Kenyon envió al Bernabéu. Y dos, que Cristiano Ronaldo hace más falta que el oxígeno en Marte (al menos, ya han descubierto que sí hay agua).
El portugués es un abrelatas único en su especie. En partidos como el de ayer se echa en falta su verticalidad endemoniada, esa capacidad para pensar en carrera, ese perfil diabólico cada vez que pisa el área rival. Raúl, Ruud e Higuaín necesitan la llegada del futuro Balón de Oro. Es el gran órdago de Calderón y Mijatovic. Su fichaje aliviaría el dolor. En Manchester se juega desde hoy la otra Champions.