Torres.Su furia fue insólita, desde que Alemania dejó a un lado el partido y él tomó las riendas del peligro. En un momento determinado dijo José Antonio Camacho: "Es la identidad". Era la furia. Después, inmediatamente, vino ese gol. Y ese gol era el símbolo mayor de esta Selección que jugó un fútbol hermoso y furioso. La metáfora era Torres. Y la victoria es el reconocimiento a una época que ahora será, para las generaciones actuales, como los cromos de las mejores épocas del fútbol español.

Roja.La Reina iba de rojo; el Rey se cabreó y gozó como un aficionado de años. Y la Selección Roja satisfizo las expectativas de décadas de fútbol esperando la oportunidad de reivindicar, con una victoria histórica, el mejor fútbol de nuestro tiempo, el que cree que la vida de los partidos la cuecen los medios. El fin es cosa de los medios, y Senna, Xavi, Cesc, esa tropa, se merecen ahora compartir el mérito de Torres.

Y Cuatro.Y Cuatro. Creyó en esta selección, apostó por ella, hizo una campaña en la que muchos no confiaron. El resultado de anoche reivindica un tipo de fútbol. Y el éxito de Cuatro reivindica a unos profesionales que han llevado a las casas de millones de españoles un fútbol inesperado y bellísimo, sutil y fuerte como el buen vino. Brindemos, pues, brindemos.