Eurocopa 2008 | Final | Alemania-España
A Löw le encanta España: "Un equipo impredecible"
Para el técnico alemán, la Roja "es lo mejor del torneo"
El jueves, a eso de las 22:45, Joachim Löw se levantó del sofá y se ajustó el cuello libre de su camisa blanca. Se mesó el pelo, escondió la libreta con apuntes y acto seguido atendió a la empleada de Prensa de la DSF (Federación Alemana) para dar sus primeras impresiones sobre su enemigo en la final. España acababa de ganar a Rusia: "Ante los rusos, España demostró ser el mejor equipo del torneo. Mueven el balón como nadie. ¿Que si se parecen a Portugal? Yo diría que no. España tiene variables en ataque. Es impredecible". Löw está enamorado de España: su 4-5-1, el sistema que le dio resultado ante Portugal y decepcionó, en juego, con Turquía, se basa también en el toque y el control de los medios: "Me encanta el trato del balón de Iniesta, Fábregas y Xavi".
Cualquier otro se hubiera limitado a hablar de la Roja como "un equipo difícil" e irse a dormir. Löw, no. El técnico alemán es educado, seductor y apasionado. Latino en las formas, amante del vino italiano y de la ropa fashion, pero con la rectitud alemana pegada al carácter. "Un dandy con microscopio", le definió hace meses la Prensa germana.
Löw llegó a la selección en 2002 como silencioso asistente y mano derecha de Klinsmann. Los que conocen el interior de la Mannshaft dicen que Jürgen ponía la imagen y Joachim, el trabajo de campo. Se encargaba (y lo sigue haciendo desde 2006, ya como jefe) de la parte científica: estado físico y capacidad de los jugadores, viabilidad de los sistemas y análisis del rival. Klinsmann daba la cara y, tras haber estudiado psicología en California, estimulaba a la plantilla.
Réplica del trofeo.
"Löw también sabe motivarnos", dice el lateral Jansen. Hasta para eso tiene estilo Joachim, que decidió colocar una réplica de la Henry Delaunay, el trofeo de la Eurocopa, en la terraza central del hotel Il Giardino de Ascona (Suiza), que Alemania abandonará hoy tras 25 días de concentración. El edificio está lleno de flechas que llevan hacia el lugar donde se exhibe la copa, y en ellas los futbolistas han ido escribiendo frases como "Vamos hacia el título". La cosa ha funcionado, de momento: sólo España les separa ya del trofeo de verdad.