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Yo digo Carlos Marañón

¡Ahora, Guaje, ahora!

Carlos Marañón

El Guaje no había nacido, pero su ídolo ya hacía diabluras por el mundo. Una tarde de noviembre de 1974, Enrique Castro, Quini, el 9 sportinguista de la Roja, marcó tres goles a Escocia en el mítico Hampden Park de Glasgow. El austriaco Linemayer anuló inexplicablemente el tercero, el del hat-trick. El Brujo se fue sin el balón y, mucho peor, sin saber que en las islas británicas el que metía tres goles se llevaba la pelota del partido. En los 70, esas costumbres no habían llegado aún a Gijón, donde los cimientos de El Molinón temblaban con el mayor grito de esperanza jamás escuchado en un campo de fútbol: "¡Ahora, Quini, ahora!", el mismo que hoy sigue sonando contra el cáncer del viejo delantero.

Tres décadas más tarde, a su sucesor tampoco le daban bola. Otro trencilla cuadriculado le quiso birlar el premio por su triplete goleador. Pero no sólo el árbitro de Innsbruck frente a Rusia le ha negado lo que es suyo a David Villa. El chaval ha tenido que demostrar mucho más que otros futbolistas, incluido su amigo Fernando Torres, que es un crack. Sus goles en Segunda con el Sporting no bastaban, la progresión en Zaragoza tampoco, su velocidad, su disparo y su habilidad en Valencia (el golazo al Inter en San Siro está enmarcado) no eran suficientes. Ni sus tres goles en un Mundial habían hecho de él un fijo... ¿En qué país vivimos? Un hat-trick a los rusos ha puesto el balón a los pies del 7 de la Selección. Hoy, en nuestra semifinal soñada, se merece el grito esperanzado con el que su maestro logró la inmortalidad: ¡Ahora, Guaje, ahora!