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Yo digo Serguei Brovtsyn

Hiddink: de la vergüenza al orgullo

Serguei Brovtsyn

Hace poco más de una década, Rusia empezaba a dar sus primeros pasos por el universo futbolístico sin la protección del traje espacial que era la URSS. Y en sus primeras experiencias (Suecia 92, EEUU 94, Inglaterra 96) aquello recordaba mucho al niño que monta en bicicleta por primera vez desde que le quitan las ruedas de seguridad. Tanto es así que lo único por lo que rezaba el país por aquel entonces era un equipo por el que no hubiese que pasar vergüenza. Penurias en las fases de clasificación y desastre tras desastre. ¡Bendita maldición la de cuartos, Rusia no los cataba desde el cambio de bandera!

En 2008 la historia parecía repetirse. Los rusos se clasificaban con una agónica victoria en Andorra (0-1) mientras Croacia acababa de consumar el milagro en Wembley quitando del medio a los ingleses (2-3). Sin embargo, en la Plaza Roja ya nadie tenía dudas: las coincidencias no existen, existe Hiddink. Sabio, genio, brujo Rasputín. El holandés ha hecho lo imposible, que Rusia esté orgullosa de su selección. No sólo porque el equipo durmió ayer como semifinalista de la Eurocopa, sino porque lo ha conseguido derrochando magia blanca: velocidad, toque, compromiso, juventud, descaro, fútbol. ¿Se puede pedir más? Si entienden los sentimientos de una Cenicienta feliz pero con años de ayuno acumulado, entenderán que sí.