La injusticia del fútbol premia a la caótica Turquía

Hacía tiempo que un resultado no mentía tanto. Suiza cayó eliminada ayer de la Eurocopa sin merecer perder los dos encuentros que ha disputado. La desgracia cayó del lado suizo: se le lesionó Frei en el primer encuentro, su mejor futbolista y goleador, la mujer del seleccionador está en el hospital y finalmente encajaron el gol de la derrota de ayer en el último suspiro del choque y tras un lanzamiento desviado. Turquía, por su parte, se encuentra con los mismos puntos que la Chequia con quien se va a cruzar en el último partido de esta fase, pese a que ha mostrado una falta total de orden, de juego colectivo y de talento individual.

Empezó todo bien para los suizos, marcando y jugando bien. El tanto de Hakan Yakin repitió una de las temáticas de esta Eurocopa: un goleador que no celebra el tanto que vuelve loco a todo un país, como hizo Podoloski con Alemania. Suiza necesitaba una victoria para engancharse a un grupo que tiene por disputarse solamente un puesto. Era como para volverse loco, especialmente ante la ausencia de Frei, pero Yakin, nacido en Basilea, de padres turcos, descubrió al mundo el conflicto interno que le hace disfrutar de sus tantos ante la patria paterna sólo como un profesional. No les molestó a los suizos la lluvia tropical que cayó en Basilea, mientras Turquía intentaba descubrir a qué jugaba.

En la segunda parte, ya sin agua, despertó el delantero otomano Arda Turan, que había lanzado al palo en la primera parte, y sobre todo Nihat que puso un centro medido a Senturk, el mejor goleador y cabeceador de la liga turca que superó a la altísima defensa suiza. El empate era injusto porque el peligro lo ponía un dinámico Behrami o un prometedor Derdiyok, pero el tanto de Turan confirmó que no era el año de Suiza.

El detalle: penaltis en la última jornada

Chequia y Turquía llegan igualados a todo a la última jornada. Si empatan entre ellos, se decidirá quién se clasifica en una tanda de penaltis.