Dime dónde dejaste a Pelé...

Dime dónde dejaste a Pelé...

Robinho irrumpió en Cádiz como Pelé en la final del Mundial de 1958 ante los suecos (5-2). Bastaron veinte minutos para imaginar que hasta Messi sería un aprendiz de este heredero aventajado del histórico 10 del Santos. Pero a partir de ahí el globo se fue deshinchando poco a poco. Una bicicleta por aquí, un amago por allá, un quiebro en seco por el este, un caño por el oeste Todo muy bonito, pero al miura siempre la faltó una embestida con casta para considerarle carne de Balón de Oro. Me da rabia porque un servidor le veía recogiendo ese galardón este año en París. Pero el reloj se le paró la tarde mágica del 7-0 al Valladolid. Se le rompió una tripa y sin darse cuenta se le cortó también la cuerda del talento...

Salvo el oasis de Huelva, Robinho lleva dos meses arrastrando su prestigio. Ni aparece ni se le espera. Eso es lo peor, pero no me rindo con él. Este año me levantó de mi asiento del Bernabéu ante el Olympiacos (4-2) y con el Mallorca (4-3). Es un futbolista que llegará al nirvana si aleja sus fantasmas de la cabeza, se centra y decide morir por este escudo. Robinho, no nos falles más por favor