Alfredo Di Stéfano
"Aquel Manchester era ágil y bronco"
Su todopoderoso Real Madrid se enfrentó al Manchester en la Copa de Europa 56-57 y pasó a la final. Luego sobrevino el terrible accidente aéreo de Múnich...
Don Alfredo, nos gustaría recordar con usted aquel legendario equipo, el Manchester, con el que se midió el Madrid en semifinales de la Champions la temporada anterior a la catástrofe aérea de Múnich.
Tuvimos la primera noticia del Manchester en Niza. Nunca antes había jugado contra nuestro equipo. Estando en Niza para jugar los cuartos de la Copa de Europa, recuerdo que había publicidad de aquel conjunto inglés con tanta fama. En algunas vidrieras, en las tiendas, estaba el once formado, tan misterioso. Wood, Foulkes, Byrne... Había uno que se llamaba no sé qué Jones... 'mis cojones', le decíamos, por eso me acuerdo.
¿Tanta fama tenían?
Sí hombre, estaba al frente Matt Busby, que fue coautor de esta camada de jovencitos que se hicieron famosos en aquella época. Nosotros ya éramos veteranos. El United había hecho un buen campeonato y le daban mucho bombo en la prensa, y nos tocó.
¿Y qué pasó?
Aquí les ganamos 3-1 con dificultades. Allí empezamos ganado 0-2 y terminamos pasándolas canutas.
¿Sí?
El público, en aquel campo tan cerrado, era insoportable. Casi todo el mundo tenía carracas y el ruido era ensordecedor... Pero nada, lo que queríamos nosotros era el resultado, y ellos tenían un punta, Taylor, al que metimos 30 veces en fuera de juego. Ellos corrían y corrían y así le cortamos la inyección, adelantando las líneas.
Así dicho, parece fácil...
Después del partido siempre se ofrecía un banquete entre los dos equipos con las directivas. Y eso se borró porque hubo una discusión, una trifulca, no sé si antes o después del partido.
¡Qué pena, qué ocasión perdida para conocerse mejor!
Claro, entonces no había televisión, o sólo para unos pocos, porque ahora sí que veo imágenes de Hitler, Franco y Mussolini, que son de la época... El caso es que viajábamos casi sin conocer a los rivales. Las comidas de hermandad estaban muy bien.
¿Y qué hacían para entenderse con los ingleses, por ejemplo?
Hacíamos el indio, como tiene que ser. Solían ser las comidas en una mesa redonda, un equipo a un lado y el otro enfrente. Y el que quería levantarse para saludar o pedir un autógrafo lo hacía, sin más. Enemigos en el campo pero no en la vida privada.
¿Recuerda por qué la prensa inglesa calentó tanto el partido de vuelta?
¡Aquí hay que tener mucho cuidado con el asunto! Aquí todo el mundo que viene tiene ajo. Cuidado con esa cuestión, porque resulta que para ofender a los demás se dice eso. Y a mí no me gusta nada. ¡A mí me encanta el ajo que da calambre! Y hay ajo en todo el mundo, no sólo en España. Pero hay gente que escribe y escribe, y con eso zanjo el asunto. A veces se agrandan las situaciones y yo no sé por qué. Lo importante es que el Manchester era un equipo bronco, un equipo ágil, fuerte y que además sabía jugar la pelota.
Y tanto, ya que había eliminado al Athletic después de un 5-3 en San Mamés (3-0 en Old Trafford). ¿Les dio aquello que pensar antes de viajar a Manchester?
No, asustados no estábamos porque íbamos a lo nuestro. Éramos como los criollos: 'No pregunto cuántos son, sino que vayan saliendo'. Es un eslogan eso que he dicho...
¿Había jugado usted antes en Old Trafford o fue su primera vez?
La primera. Era un estadio antiguo, tipo inglés. Pero nos venía bien. Nosotros teníamos un respeto bárbaro a los ingleses porque es la cuna del fútbol. Gracias a ellos nosotros estamos aquí, qué buena industria fue para nosotros.
¿Fue algo mágico?
Cada viaje tenía algo de mágico. No conocíamos nada y hacíamos parte de turismo y de profesión. Dábamos una vuelta por la ciudad, conocíamos a gente. Vimos cuarenta mil cosas. Los viajes nos enseñaron mucho a todos. No hay mejor carpeta de la vida que la de la calle; si no, estás liquidado.
¿Es verdad que Marquitos hizo un partidazo en Old Trafford?
¡Y no sólo ahí, siempre los hacía! Era un elemento, un gran defensa que valía tanto de central como de lateral derecho. Al que le entra en la capacidad cerebral, lo tiene todo hecho. El fútbol es para rápidos de mente. Él se encargaba de un delantero centro muy fuerte y bueno que tenía el Manchester...
¿Taylor?
Sastre...
¿Sastre?
Sastre, porque Tailor, en inglés, quiere decir Sastre (risas).
¿Y de Busby, se acuerda?
Cómo no, era muy amigo mío y yo de él, y nos admirábamos mutuamente. Nos hablábamos bla-bla-bla... más que nada con las manos, porque yo sólo hablo un poco de italiano y chapurreo el francés. Los futbolistas nos entendíamos con mirarnos. Uno de nosotros, en vez de decir 'Thank you very much', lo cambiaba por 'tengo un burro macho'. Dígalo rápido, muchacho: 'Tengoburromach'.
Entiendo...
Después de una rueda de prensa un periodista me cogió de camino al autobús. Estaba lloviznando, fue en París, en el bosque de Bolonia. Me preguntó si hablaba francés y me hice el tonto. Luego me dijo: '¿Speak english?'. Luego: '¿Alemán?'. Luego: '¿Francés?'. Ya me paré y me rebelé. Le dije: 'Oiga, ¿sabe usted hablar argentino? ¿Y uruguayo? ¿Y colombiano? ¿Español?... ¡Pues vete yendo, que gané 4-3!'. Fue una broma, claro.
Volvamos a Busby.
Era el mánager, el todo. El fútbol inglés era muy diferente al de aquí. Otra técnica, otras características. Allí estaban en el medio de la cancha y se la echaban al portero para que le pegara una patada para arriba. Aquí no se hacía. No era aquel un fútbol directo, sino indirecto. El problema es que empezara a llover, porque a nosotros no nos gustaba el campo mojado. Eso también es distinto ahora, que lo riegan en todos los lados antes de empezar.
¿Es verdad que aquel Manchester revolucionó el fútbol copiando de Hungría el hecho de retrasar a un delantero hasta dejarlo de enlace para dejar más espacios a Puskas y Kocsis?
No, mire, eso fue papá y el maestro del fútbol, Adolfo Pedernera. El inventor del tema ese fue La Máquina. Con el ariete se hizo el cambio y se metía al interior izquierdo arriba. Pero el Manchester jugaba de otra manera. Con dos extremos y un delantero centro. Taylor era un tanque, rompedor, como el del Sevilla, Araujo, el de la cinta en la cabeza. En Valencia le decían a eso '¡Bombeja Agustinet!' (grito típico del campo del Levante). Agustín era un extremo derecho que tiraba los centros y se llegaba a ellos a la carrera. La W, se llamaba eso que usted dice.
¿Se acuerda de Duncan Edwards, del Manchester?
Sí, el medio volante que tenía 18 añitos. Aquí (en el Bernabéu) lo levanté en peso. Se quería hacer el valiente y no veas con quién se encontró. Sí... Sacaba pecho y acá lo revolví. Sólo lo vi jugar los 180 minutos que duró la eliminatoria. Fue un buen duelo. En Manchester fue más difícil... En Europa, el rendimiento del visitante bajaba un 60 por ciento. Venía el chicoria de La Noria, que la llamábamos (chicoria eran los restos del caf Noria, una marca).
Y estaba Bobby Charlton, que empezaba...
Creo que debutó en el 2-2. La media de edad de aquel Manchester era casi de 22 años. Por esa época también jugué contra él en un amistoso en el que le metimos seis... ¡Y sólo atacamos ocho veces!
Una media de 22 años, qué catástrofe la del accidente.
Nuestro entrenador había estado viéndolos jugar en Belgrado. Carniglia llegó y dijo: 'He oído que hubo un accidente de avión en Múnich'. Así nos enteramos. Nadie desea que se muera nadie. Nos entristecimos. Aquello tuvo una gran repercusión. Con tantos vuelos nos pudo pasar a cualquiera de nosotros. Yo admiro a los pilotos de aviación, son unos fenómenos, pero te pones a pensar que un piloto intenta salir tres veces... no sé, tendría prisa, pensaría que podría salir adelante... o un fallo del aparato, tampoco le vamos a echar la culpa al piloto.
¿Ha tenido usted algún susto grande?
Pecata minuta. Algunos sí, a mí nunca me gustó volar.
¿Cómo recuerda los días posteriores al accidente?
Con el mismo sentimiento de tristeza que tenía el resto del mundo. El Madrid mandó el pésame y flores. En 1949 el Torino se cayó en Turín, antes de aterrizar, y se llevó una catedral por delante. Si pasan 20 metros más arriba se salvan todos. Y se estrelló y quedó viruta del avión, y la catedral estaba intacta... ¡Mirad que bien las hacían, ni la movieron! No quedó ni uno. Así que mira, me tocaron dos catástrofes de cerca, y ya no quiero más.
Pero el Manchester se rehizo de la mano de Busby.
Claro, la vida sigue, luego llegó Best y ganaron la Copa de Europa. Yo siempre fui simpatizante del Manchester cuando era chico. En realidad, primero lo fui del Arsenal, por ese nombre de guerra que tenía. También soy hincha del Saint Mirren. ¿Quién lo conoce? ¡Yo lo conozco! Es escocés. Es que yo devoraba los periódicos en Buenos Aires. Juntaba muchas figuritas... ¿Usted jugó a eso?
Llegué a tener chapitas...
Es usted muy joven. Yo me refiero a las figuritas grandes, esas que había de cartoncito que tanto gustaban a todo el mundo.
¿Cambió mucho el Manchester después del accidente?
Pues claro. Bobby Charlton quedó y sigue siendo la figura indiscutible de ese club. Bajó el nivel y era normal. Tuvo que adquirir jugadores de fuera, pero nunca dejó de ser una de las sociedades más prestigiosas. Se levantaron de la desgracia con tesón y entusiasmo. El Manchester siempre tuvo una gran organización.