¡Cayó la Décima!

Dueño y señor. El Madrid es una máquina sin sentimientos. Se lo avisé en septiembre y esta misma semana lo refrendaba L'Equipe, un periódico objetivo donde los haya. A las pruebas me remito: Barça a 9 puntos, Villarreal a 15, Atleti a 16... 24 al Sevilla... ¡Y 26 al Valencia! Como me dice desde Albox mi amigo Nino, el tío de Capel: "A este Madrid no lo para ni el submarino amarillo, ni un portaaviones, ni el Séptimo de Caballería...". Este estado de felicidad ha sembrado su semilla de la gloria en el césped sagrado del Bernabéu. Ayer, el Madrid ganó la Décima. Premonitorio para la final de Moscú. No he bebido. Es el número de triunfos ligueros consecutivos que esta temporada lleva el líder más bestial del siglo XX y XXI. 30 puntos de 30 posibles. Ni un disgusto a mi padre, cuestión que es de agradecer para un hombre que vuelve a disfrutar de su Madrid como en los tiempos de la Intercontinental ante el Peñarol (1960). Cibeles ya calienta motores. Yo soñaba con un alirón el 7 de mayo ante el Barça en el Bernabéu. Pero lo vamos a adelantar una semanita y así Etoo y Abdominales Ronaldinho nos harán el pasillo de campeones. Orgasmo vikingo...

'Rambo Madrid'. Así se puede rebautizar a este equipo que juega como entrena. A tope. Golpea y machaca a los rivales. Como Sylvester Stallone en Rambo. Por cierto, el cachas infatigable de Hollywood llega hoy al Bernabéu para conocer el templo del fútbol mundial y fundirse en un abrazo con Calderón, un presidente que arrasaría si ahora afrontase unas Primarias como en Estados Unidos. Rambo está en la capital para promocionar la cuarta entrega de esa peli en la que los malos caen cada veinte segundos sin que nuestro héroe sufra un desmayo. Así es este Madrid. Invencible, granítico, terminator, sin fisuras, ambicioso, ofensivo (sin que nadie se ofenda), comprometido, ejemplar y solidario. El Villarreal, un equipazo admirable, puede dar fe. Dos partidos y ocho goles que se ha llevado en su mochila amarilla...

¡Fiesta mágica! El AS está para servirles a ustedes. El impagable reportaje del jueves a Robinho, que festejaba su 24 cumpleaños, demuestra que cuando uno es feliz hay que dejar que la gente joven disfrute. Por mí, que antes del Roma se lleven a los chicos a una sesión en kid hour (horario infantil) con la C-Girls y las batucadas de Chamartín. Hasta Drenthe se siente necesario para ayudar cinco minutitos jugando de tres y poder echar un cable por la lesión de Salgado. Por cierto, a Míchel hay que hacerle un monumento por su honradez. Jabato, honesto y obrero que trabaja los tres turnos por petición propia. Profesional ejemplar.

4 Fantásticos. Llamamiento desesperado al Rijkaard Team. Los cracks de Las Ramblas no deben rendirse. Que sufran más y así el placer será mayor...