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Primera | Athletic 1 - Sevilla 3

Se acaba el crédito de Sarriugarte

El Athletic pagó cara una pésima primera parte, en la que un terrible error de Lafuente, y el excepcional juego de su rival, supuso un lastre demasiado pesado

Actualizado a
<b>LETAL.</b> Luis Fabiano, que celebra su primer tanto, dio sobradas muestras de su instinto de gol.
LETAL. Luis Fabiano, que celebra su primer tanto, dio sobradas muestras de su instinto de gol.Reuters

El Athletic mostró dos caras. Una, las más desagradable, la de enfermo terminal que no sabe a lo que juega en la primera parte. Y otra bien distinta en la segunda parte, la de un equipo herido, que siente en sus carnes el miedo al descenso y que se muestra dispuesto a sacar a flote la nave sea como sea. Lo del último gol sevillista no es del todo relevante, llegó en un momento en que el equipo estaba ya entregado a su destino. Ahora el futuro de Sarriugarte parece más incierto que nunca. Sólo falta que Lamikiz afirme que el técnico continúa teniendo la confianza de la directiva para que podamos considerarle como despedido.

El encuentro puso pronto contra la pared a los locales. Tan sólo tardó cuatro minutos el Sevilla en empezar a lapidar el escaso crédito del que disponía Sarriugarte. Una gran jugada de Kanouté (el Carew del Sevilla, pero semana tras semana) por la derecha, con bicicleta y soberbio centro incluidos, termina en la cabeza de Luis Fabiano, que envía el balón al fondo de la portería local. Debía llegar entonces la respuesta llena de furia y rabia de los "leones", pero es que cuando un equipo tiene todo de cara no hay nada que hacer, y un remate de cabeza de Urzaiz lo sacó a córner Palop con un paradón antológico.

Cuatro minutos después, una falta lanzada por Martí desde la mitad del campo del Athletic y escorado a la banda izquierda, se cuela directamente en la portería de Lafuente después de que éste realizara una de esas salidas que no olvidará fácilmente.

El Athletic estaba noqueado, y la cara de Sarriugarte era un poema. La misión que tenía por delante su equipo se podría calificar casi de misión imposible. Este Sevilla es un equipo tan sólido atrás como letal en ataque. Lo dicho, casi imposible superar la salida fulminante del rival.

Los minutos que transcurrieron entre el segundo tanto sevillista y el descanso evidenciaron la situación por la que atraviesan ambos equipos. El conjunto del Nervión no sólo no se dejaba dominar, sino que guiados por un Kanouté excepcional, y con la seguridad habitual que dan Poulsen y compañía en la retaguardia, el Sevilla estaba haciendo lo que quería sobre el césped de la "Catedral". Llegaban por todas partes, por banda, por el centro, por arriba, por abajo. La primera parte de los de Juande Ramos fue para enmarcar. Tanto que los pitos de la afición iban ya dirigidos hacia su propio equipo.

La garra que tanto se echaba de menos en la primera parte apareció en la segunda. El equipo vasco comenzó con ganas, con poco juego, pero con ganas. A base de balones largos iban creando situaciones de peligro. La más clara un remate de Aduriz que atajó Palop en dos tiempos. El ambiente era sombrío en San Mamés, la táctica no variaba y los ánimos del público comenzaban a crisparse, pero nunca volcándose contra los suyos, que ya bastante tienen. De nuevo Aduriz pone en aprietos a Palop, que rectifica su estirada para atrapar el balón que ya se colaba, perezoso, en su portería.

Finalmente tanta lucha tuvo su premio. Entre Urzaiz, que remató un centro de Yeste al palo, y Aduriz, que cazó el rechace y lo llevó hasta el fondo de las mallas, acercaron un poco a su equipo a la gesta. Porque el empate, teniendo en cuenta las circunstancias de ambos equipos, era una gesta, por no decir un milagro. Lo que estaba claro es que el camino a seguir lo marcaban Urzaiz y Aduriz, los únicos que habían llevado un atisbo de esperanza a la grada.

Al Sevilla le entró el "canguelo". Eso y que el Athletic comenzaba a creerse que podía ganar el partido. En la recta final del encuentro el área visitante se convirtió en un frontón. Yeste y Alves se empeñaron en animar innecesariamente el final del encuentro con un duelo de pataditas y empujones que terminó con amarilla para el vasco. En los últimos cinco minutos, con un Athletic volcado, sólo un tiro de Gabilondo desde lejos inquietó a Palop. El segundo gol de Luis Fabiano, justo antes del final del encuentro, es sólo una anécdota en un encuentro marcado por las dos caras del Athletic.