NewslettersRegístrateAPP
españaESPAÑAchileCHILEcolombiaCOLOMBIAusaUSAméxicoMÉXICOusa latinoUSA LATINOaméricaAMÉRICA

Difícil día para un madridista

Actualizado a

Incómodo día resultó el miércoles 26 de abril para el aficionado madridista. Sentado en el sofá de casa contempló a través de la pequeña pantalla, con una mezcla de envidia y pretendida indiferencia, la clasificación del FC Barcelona para la final de la Copa de Europa de París. La competición con la que el club de sus amores más se identifica. La que le hizo tan grande como es. El trofeo que tantas veces le permitió sacar pecho en las tertulias del bar o del trabajo.

Una clasificación intachable por otra parte, ante la que no caben peros. Porque el Barça, que tendrá que medirse al Arsenal de Henry y Wenger en la final, hace ya casi dos temporadas que luce el fútbol más alegre y espectacular del continente. De la mano de Ronaldinho y Eto’o, inexplicables descartes del florentinato para más inri. Un Barça en alza que siempre fue mejor que el envejecido Milan. En San Siro y en el Nou Camp. El supuesto duelo entre los dos equipos más en forma de Europa acabó algo descafeinado por la diferencia impuesta por los muchachos del siempre prudente Frank Rijkaard.

Mientras, en el Santiago Bernabéu la dividida junta directiva del Real Madrid ponía sobre la mesa las ambiciones y rencillas de sus dos principales facciones, en el penúltimo intento de parchear la crisis deportiva e institucional –tras la renuncia de Florentino Pérez- en la que vive el club desde hace ya demasiado tiempo. Y de la que trascendió la marcha de Fernando Martín tras 57 dudosos días de mandato y la convocatoria de elecciones al final de temporada. Un breve resquicio para la esperanza que puede despistar más al equipo en su objetivo único de terminar segundo en la Liga.

Cuando el colegiado alemán Markus Merk señalaba el final del partido el mismo aficionado blanco bajaba la cabeza resignado antes de poner la mente en otra cosa. Y entonces tropezó con la entrañable foto de Zidane, el jugador más completo y elegante de la última década y del que tanto disfrutó hace no mucho, en la portada de AS. Con un titular que rezaba: "Me voy". Una inequívoca prueba del cambio de ciclo operado en el fútbol español y de que él tuvo días mejores.

Acaso el único consuelo posible pudo haber sido quedarse dormido entre las páginas de ‘Bienvenido al mundo real’, el best seller del otrora vicepresidente azulgrana Sandro Rosell, contando algunas de las miserias e interioridades del eterno rival.