Primera | Real Madrid
Revolucionó el Madrid en 1996 con seis fichajes
Si Florentino convence a Capello para que sea el técnico de su séptimo proyecto, parte del madridismo lo celebrará por la huella que dejó en su paso fugaz por el Bernabéu. Sólo estuvo en la temporada 1996-97, pero resucitó a un Madrid hundido y ganó la Liga al Barça de Ronaldo...
El paso de Capello por el Madrid fue efímero, una sola temporada, pero dejó huella. En el verano de 1996 fue contratado por Lorenzo Sanz, adelantándose al Parma, que ya lo tenía apalabrado para su banquillo. Fabio, que no ha cambiado diez años después, exigió al ex presidente que le hiciera un equipo campeón. Parte de la faena ya la tenía resuelta el italiano dado que durante los meses infames de Arsenio Iglesias (el gallego sustituyó a Valdano, que había sido destituido el 20 de enero tras perder con el Rayo Vallecano), el club se movió para asegurarse la contratación de Suker (pagó 600 millones de pesetas al Sevilla) y de Mijatovic (desembolsó al Valencia los 1.284 millones de la cláusula).
Desembarco.
Capello pidió después a Roberto Carlos (600 millones al Inter), Seedorf (600 más a la Sampdoria), Zé Roberto (650 al Central Español uruguayo) y Bodo Illgner (300 millones al Colonia). Por si le parecía poco, en el mercado de invierno le dieron a Panucci (660 millones al Milán), que maquilló el único fichaje fracasado de Capello: Secretario.
Con esos mimbres y gracias al tridente Suker-Mijatovic-Raúl (59 goles de los 74 marcados por el Madrid en aquella Liga), Capello pudo arrebatarle el título al Barça del mejor Ronaldo que se recuerde. Eso le permitió dejar un buen recuerdo, aunque su fútbol no enamoraba por su rigor táctico. Algunos jugadores tampoco entendieron tanta disciplina. Suker y Seedorf pueden dar fe de ello. Pero ganó la Liga. Y eso pesa...
Les prohibía hablar por el móvil...
Los jugadores que coincidieron con Capello guardan un buen recuerdo de él (Raúl, Guti y Roberto Carlos), pero los más díscolos (como era el caso de Seedorf o Suker) no entendían sus normas disciplinarias. Entre ellas, las de hablar por el móvil durante las comidas, viajar fuera de Madrid sin permiso del entrenador, lucir todos el mismo uniforme de calle y acostarse más tarde de la medianoche. Se fue Capello y llegó el Madrid de los Ferraris...