Torneo Lapetra | Zaragoza 2 - Real Madrid 2
Woodgate mantiene su media: un gol por partido
El Zaragoza se llevó el Trofeo Carlos Lapetra por penaltis.
Decía Jonathan Woodgate en la víspera del bolo otoñal de La Romareda que necesitaba jugar ya noventa minutos. Luxa atendió la súplica del paciente inglés. Lo paradójico, y cruel en su caso, es que tanto anoche como ante el Athletic le bastaron sólo veinte para ver puerta. En la propia. La acción que más hunde la autoestima de un zaguero. Mala colocación, exceso de celo o un afán desmedido por querer demostrar en cada aparición pública que los 22 millones de euros que desembolsó el Madrid por él están justificados. Pero el resultado es el que es. Dos partidos, dos goles. Promedio impecable. Sólo falta que Woody se acostumbre desde ahora a cambiar de área...
Eso sí, el de Middlesbrough sigue mostrando maneras, potencia en el juego aéreo y buen desplazamiento en largo. Será un buen fichaje el día que le abandone el mal fario. Justo lo contrario que le sucedió a Sergio García, un delantero que siempre sorprende por sus cortes de pelo y por su movilidad en el área. Él barcelonés fue el que forzó el 1-0 con una maniobra a la que Diego López, portero de guardia con planta y condiciones, respondió con un rechace a la argentina (rodilla en tierra y tronco erguido). Pero Woody pasaba por ahí...
El Zaragoza intentaba dignificar la figura del magnífico que lleva el nombre del Trofeo, Carlos Lapetra, un tipo cultivado que jugaba al fútbol como un adelantado a su tiempo: falso extremo, o sea, mediapunta, o sea, un enganche con clase...
El Madrid llegó a La Romareda con el carrito del pescado (lógica la escasa afluencia de público, sin galácticos la vida no brilla igual). Sólo Woody, Helguera, Guti, Pavón y Mejía (excelente como pivote) en medio de la guardería infantil del Castilla. El Zaragoza tenía a muchos VIPS en el banquillo (César Sánchez, Savio, Ewerthon, Movilla, Diego Milito y Alvaro), aunque festejaba la vuelta tras nueve meses, como un parto con dolor, de César Jiménez. Por cierto, me dijo el abulense que le diese recuerdos de su parte a Luis Figo...
Tras el siniestro parcial de Woodgate, Helguera salió al rescate de su compañero de zona para marcar un gol con olor a "¡Florentino, renovación!". También se reivindicaron Balboa (extremo que mejora la versión de Valdo) y Barral, un nueve con peso y pegada. Él firmó el 1-2. Pero Raúl Bravo, fiel a su trayectoria, pifió para habilitar a Generelo en el gol que dio paso a los penaltis. Dos conclusiones tras la tanda. 1) Miguel es un buen suplente de César; 2) Los canteranos blancos los tiran como Guti: de pena...