Amistoso | Beijing Guoan 2 - Real Madrid 3
La noche de los capitanes
El Beijing Guoan se adelantó en un error defensivo colectivo. Raúl afrontó con madurez el 'efecto Robinho'. Guti marcó... y celebró su gol
La teoría del cuento chino no le vale al Madrid. Todos sus partidos son cuestión de Estado. De hecho, allí estaba ZP (Zapatero Presidente) junto a FP (Florentino Pérez), mojándose ambos (la tromba de agua en Pekín traspasaba la pantalla de televisión) en ese 'Estadio de los Trabajadores' que vio como Raúl, capitanísimo él, rendía culto a su nombre con una actuación estajanovista y tácticamente rica en proteínas.
Raúl es como una de esas stores abiertas las 24 horas. Tiene de todo. En la media punta, en el enlace con Zizou, ayudando a Gravesen y a Pablo García a sacar con criterio la pelota desde la medular, apareciendo por la derecha para tapar el desierto que dejó Beckham (¡maldita espalda!) en su carril y reencontrándose con el gol. El capitán huele la llegada de Robinho, como Butragueño la sintió cuando en La Romareda debutó el 7 hace casi once años. Y reaccionó con grandeza, oficio, autoestima y buen juego. Su gol rauliano devolvió la sonrisa a sus fieles, conscientes de que la aparición del sucesor de Pelé le dejará más de un día en el banquillo. Fue un gol de listillo. Irrumpió en el área, arrastró a dos chinos voluntariosos y batió a Yang Zhi con un zurdazo ajustado al palo. 1-1.
Ese gol tapaba la primera hemorragia de esta vuelta al mundo que sólo se justifica por los 21 millones de euros que reportará al club (con ese dinero se puede tapar definitivamente la boca al Santos) y por las pasiones que despierta en toda Asia el Real, the movie. Pero es evidente que hasta que no se vayan a Austria (2 de agosto) la preparación del equipo acumulará un déficit del que ojalá no tengamos que acordarnos en la hora de la cosecha (abril-mayo).
En algunos aspectos, la vida sigue igual para el ejército del comandante Luxa. A los nueve segundos el prestigioso Beijing Guoan ya había puesto a prueba a Casillas con un remate franco desde la frontal. Además, el campo tenía tantos charcos que más parecía una conexión con la cristalina piscina donde se está celebrando el Mundial de Montreal. Zidane intentaba emular a Gemma Mengual con sus arabescos sobre el césped anegado por el H20, pero la natación sincronizada no es lo suyo...
Era un partido para tipos duros, sin prejuicios, con el calzón empapado y las botas embarradas desde el pitido inicial. Ahí, Gravesen es el rey del mambo, Raúl un magnífico cómplice en las trincheras y Pablo García un peón que no busca cuota de pantalla y que ha asumido su rol de actor secundario entre tanto aspirante al Oscar de la Academia. ¿Y Ronaldo? En ese contexto tan rugoso no le busquen. Ronie no está para estas guerras al amanecer donde el honor está por encima del raciocinio. R9 apenas se dejó ver. Lógico. Siempre tenía a un par de chinos (clavados a esos extras de las películas de artes marciales a los que el bueno tumba una y otra vez sin que terminen de rendirse nunca) y a un rumano, Dan Alexa, jugador apañado del que me pregunto cómo aterrizó por estos lares.
No era una noche para galácticos. Los 40.000 fans que desafiaron a los elementos desde las gradas se sintieron engañados como chinos al saber que no jugaba 'su' Beckham. El desconcierto en el personal fue total cuando los dos guiris del Guoan (el citado Alexa y el bosnio Jelic) fabricaron el 2-1 en una contra letal. "¿Qué celebramos?". Pavón llegó tarde al cruce y el remate ajustado dejó frío a Iker, a Luxa y a aquellos que vemos a este equipo desajustado a la espera de Robinho y de las tareas pendientes para agosto: un zurdo para la medular y un Sergio Ramos por si Moratti se arranca con Samuel. ¡Ándale, Massimo!
El 14 se sale.
En momentos así es necesario recurrir a la gente que tiene alterada la bilirrubina. Para bien o para mal. Y en esas irrumpió Guti. Siempre Guti. Diferente, intuitivo, dinámico y vertical. Ese fútbol le hace falta a este Madrid de corte horizontal y trazo tan estético como previsible. Por eso, con el segundo capitán al mando (Raúl ya estaba en el banquillo), Juanfran y Figo ocupando las bandas a las que renunció Vanderlei en el primer acto y Diogo convirtiendo su carril en un cuchillo afilado, el Madrid devolvió a la lona a su excitado rival. Guti firmó las tablas con un gol de pillo, de delantero audaz (como en la era delbosquista). Lo celebró con rabia, como buen madridista que es.
Guti debe quedarse y dejarse de gaitas. Razones: 1) Es un excelente futbolista con el perfil de este Madrid de las Galaxias. 2) Hasta las oficinas del club (o sea, el móvil de Florentino) no ha llegado una verdadera oferta por él. 3) La afición le quiere en su mayoría. 4) Ronaldo le necesita, como los buenos desodorantes. 5) Es español (una especie en extinción en esta plantilla). Y 6) Es vikingo, qué demonios. Guti, quédate y deja que Luxa dosifique tus altibajos con sabiduría. Lejos del Bernabéu te perderás entre la melancolía y la falta de motivaciones para madrugar para luchar por otro escudo. Pásalo.
Me quedo con los minutos vibrantes de Juanfran, que ya anunció en el último Mundial Sub-20 su candidatura a convertirse en el relevo de Becks. Y eso que el alicantino tuvo la humildad de besar a Figo cuando el portugués marcó el gol del triunfo, el que salvaba los muebles en esta gira a la que sólo le faltaba el terremoto de Tokio.
Figo transformó el penalti como acostumbra. Con maestría. Pero agachó la cabeza, reflexionó sobre lo duro que ha sido aceptar su nuevo rol jerárquico, no esbozó ni una leve sonrisa y se acercó al círculo central para dar sus últimas pinceladas de blanco. En parte, entiendo su frustración. Hoy se cumplen cinco años desde que Florentino lo presentó en el Bernabéu con esa camiseta que ha defendido a muerte hasta ganarse la enemiga eterna de una ciudad, Barcelona, y de una afición, la culé, que jamás le perdonará. Se va el primer galáctico. El hombre. Eso sí. Sonríe, por favor.
Él y soldado, los pichichis de la gira
Mientras deshoja su futuro en el Madrid, Guti sigue mostrando su mejor cara en esta Gira Mundial del verano de 2005. El segundo capitán aprovechó los minutos que le dio Luxa en Pekín (jugó toda la segunda parte) para ganarse de nuevo el cariño de los aficionados y el respeto de la crítica. Estuvo muy activo y, tras sentarse Raúl y Ronaldo, se colocó de segundo delantero por detrás de Soldado. Ahí fue letal y marcó el gol que valía el 2-2. Al final falló el que pudo ser el 2-4. Con dos goles va igualado a Soldado como pichichi de la Gira.