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Amistoso | España 1 - Inglaterra 0

Alien & Predator

El Bernabéu vivió una noche de fuertes emociones. Como diría el maestro Salazar, quedó claro que España no juega amistosos. Fue un partido oficial desde la A a la Z. Rooney convirtió el primer tiempo en un combate de boxeo y sólo el gol de Asier del Horno hizo justicia. England k.o.

<b>PANDILLERO ROONEY. </b>El bronquista delantero del Manchester United se dedicó los 40 minutos que estuvo en el campo a provocar a los españoles. Cazó a Juanito y Marchena y casi empotra a Casillas. Sólo Beckham, un juez de guante blanco, evitó que Rooney se fuera calentito a la ducha...

Rooney 'Foreman'. Ahora comprendo todo. El pasado día 11 leí una noticia que me pareció a bote pronto un adelanto del día de los Santos Inocentes: "Rooney sale ileso de un grave accidente de coche. Viajaba en su Cadillac Escalade y chocó frontalmente con un camión de 23 toneladas de peso. Pero apenas sufrió rasguño alguno". Ahora sí me lo creo. Incito a los tabloides ingleses a que abran una investigación. Estoy convencido de que el pobre camión estará despachurrado en algún descampado sórdido del extrarradio de Manchester. Este Rooney no es humano, es el personaje que completará la trilogía de monstruos de la última ocurrencia cinematográfica de la 20th Century Fox: Alien & Predator. Este hijo de boxeador (debía ser buen púgil papá Rooney porque al niño sólo le falta abrir latas de mejillones con la boca) decidió convertir el Bernabéu en un cuadrilátero en el que todos los que defendían la roja se convertían en sus improvisados spárrings. Primero rebañó la rodilla a Juanito y después utilizó su cuerpo de descargador de muelles (o de tresillos, que diría Salgado) para enviar a Casillas contra los fotógrafos, la policía nacional y el anuncio de la Mahou con un empujón brutal que puso costarle a Iker no jugar el clásico del Camp Nou. El Bernabéu quería comerse a este lobo que parece salido de una Tavern de Bristol dispuesto a reeditar la batalla de Trafalgar después de beberse dos docenas de jarras de cerveza. Barriguita cósmica, querido Wayne. No quiero pensar como serán las noches de pasión de Rooney con Coleen McLoughin, novia tan generosa en carnes como en hacerle regalos millonarios a su little boy. Eso sí, pagando con la Visa de este hooligan disfrazado de pelotero. ¡Qué listilla!

Oficial y caballero. Cuando Eriksson, tan respetable como entrenador y amante (tener contenta a una super woman como Nancy Dell'Olio es de Champions), retiró al demonio adolescente del campo de batalla y permitió que Sir David Beckham y San Michael Owen dejasen de tener mala conciencia. Becks se pasó todo el partido separando a Rooney de las fauces de esos españolitos con el orgullo herido que veían como en su propio coso recibían cornadas en todas las direcciones. Quizás la grada no debió nunca picar al morlaco al son de los provocadores olés... Beckham salió ileso en vísperas del gran derby, pero sus costillas quedaron magulladas. Su patriotismo y su fe en el Good save the Queen le llevan a estos excesos que pusieron a Florentino de los nervios desde ese palco descabezado de primeros espadas. Eso sí, el boss del Bernabéu vibró con la foto inicial. Un España-Inglaterra con Raúl y Beckham de capitanes. Y David de blanco (de white, sorry). La presencia de Big Floren ayudó a que Del Horno y a Joaquín presentasen sus candidaturas galácticas. Ya os llegará, ya...

España, the best. La vida ha cambiado mucho en este país desde 1987. Ese año presencié aquí mismo un España-Inglaterra en el que mi Buitre, Míchel, Víctor, Carrasco, Gordillo y compañía sucumbieron ante la Pérfida Albión liderada por Lineker. Aquella fría noche de febrero sacó sus pistolas y le clavó cuatro (yes, four!) a Zubi. Gary sólo desenfundaba para hacer goles. El pandillero Rooney debería tomar nota. También Owen merece un capítulo aparte. Fue tan educado con su adversario que pareció tener una sesión de baño y masaje en el Bernabéu antes del Barça-Madrid. Dos no se pegan si uno quiere. Thanks, Golden Boy.

Raúl 81, Camacho 81. El capitán de España se lo comió y se lo guisó él solito. Provocó un penalti de Robinson que no era y rescató los fantasmas de la Eurocopa de Bélgica errándolo acto seguido. No pasa nada. Rulo sabía que los pross no merecían tanto castigo y así el match siguió abierto como una sandía en pleno agosto. Además, Raúl igualó a Camacho. 81 veces ha cantado ese himno que sólo se sabe Luis Aragonés. Al míster le van a traer de cabeza con lo de las colonias, los gamos y los lobos. Míster, deje ya ese asunto. Herir sensibilidades es absurdo. Hablemos de fútbol. ¿No le apodan el Sabio? Que se note...