Primera | Real Madrid 6 - Albacete 1
Tiembla el Barça
Domingo de gloria para los madridistas. Goleada apoteósica al Albacete (en 90 minutos metieron casi tantos goles como en las diez jornadas precedentes) y primera derrota del Barça en esta Liga. El puente aéreo está que arde. La semana del clásico empieza con los blancos eufóricos y felices...
Éxtasis. El Bernabéu se frotó los ojos. 6-1 al anochecer, aunque el rival fuese el/al Alba. Set, exhibición y partido. Y Edú y Oliveira que se unen al happy sunday. Viva er Betis. El líder ya pierde. A cuatro puntos. ¿No era una máquina invencible? Ya huele a Camp Nou, donde el temor se dibujó de blanco en sus 105 años de sufrida historia. El 20-N se parará el mundo y se podrá acabar con el tonto-debate. Ese que se empeña en enterrar prematuramente a una generación prodigiosa de futbolistas, capaces de meter ayer a casi 80.000 almas para ver al Albacete. Saben de fútbol. Son del Madrid. Gente inteligente. Y obtuvieron el premio a tanta lealtad. Doblete sublime de Ronaldo, golazo de Zidane (el primero del Maestro en esta temporada), cabezazo a lo Santillana de Raúl que acabó con su sequía liguera en el Bernabéu (315 días sin ver puerta), golito typical de Owen que sigue elevando el valor de sus acciones, partidazo de Figo calentando motores para el Bronx Nou (sólo los más ingenuos podían creer que recibiría una quinta tarjeta) y Samuel reapareciendo para firmar el gol 3.000 del Madrid en su feudo. Pero el argentino puso la única nota amarga de este festín.
Samuel, perdonado. Si este club ha sabido ganarse el respeto de los cinco continentes es por su sentido de la honorabilidad, que lo ha convertido en una escuela de valores más allá del fútbol. Por eso me llenó de tristeza que Walter Samuel emsombreciese la mágica velada perdiendo el respeto a la afición, que es como si un hijo abofetea a su padre. El Muro se derrumbó como si fuese de arcilla en el gol de mis admirados manchegos. Francisco se aprovechó del monumental cante de Samuel (patada al aire) para batir a Casillas y dar a los agoreros anti-white sus únicos momentos de gloria de las últimas semanas. Pifia brutal. Pero bueno, todos tenemos derecho a equivocarnos. Además, reaccionó como un hombre de bien. Después de soliviantar al pueblo, tras definir el 4-1, llevándose la mano a la boca y la oreja con ese gesto universalmente traducido como ¿y ahora qué? Silbarme ahora..., pidió disculpas públicamente y reconoció que su actitud fue estúpida. Bien Walter, por algo se empieza. Aún así, si yo fuese García Remón recuperaría como fuese a Pavón para el Camp Nou. No quiero más Spasics en mi vida. Pavón es de casa (¿les recuerdo como se apellida el admirado lema de la era Florentino?) y en Barcelona siempre ha estado pletórico.
Ronalcrack. La noche más feliz para el madridismo militante en lo que va de curso contó en el palco con la presencia de mi amigo Javier Martín del Burgo, que en mi tierra manchega lleva el deporte con mano sabia. Seguro que pasó algún sudor frío imaginando lo que puedan hacer los galácticos el sábado con el equipo de sus amores... Fijo que alucinó con la magia de Zizou y las galopadas asombrosas de Ronie. Lo del brasileño merece un capítulo aparte. Es como si Ronaldo se hubiese bebido la pócima mágica de Shrek II, ésa que convirtió al ogro bondadoso y sobrado de peso en un tipo apolíneo, noble y seductor. Daniela ya ha claudicado. Ha comprendido que R9 es patrimonio de la Humanidad. Su empeño en demostrar que es un futbolista recuperado para la causa le permitió volar sobre la pradera de Chamartín como si llevase en las botas el motor de un Boeing-747. Jugó como nunca y marcó... como siempre. Ya lleva siete goles (5 en Liga y 2 en Champions). Nunca dejé de creer en él. Ya dijimos que en el Camp Nou rodará la mejor película de su vida. Le agradezco que sea así este brasileño de la eterna sonrisa. Mi santa madre, que desde 1959 no había ido por el Bernabéu, regresó a tiempo para ver lo que es este Madrid de las Maravillas. Una fábrica de sueños.