El Madrid lo hace sencillo

Primera | Málaga 0 - Real Madrid 2

El Madrid lo hace sencillo

El Madrid lo hace sencillo

Cómoda victoria ante un Málaga sin tensión. Owen volvió a marcar. Un penalti de Gerardo abrió el triunfo del Madrid, que ya es segundo

Venció el Madrid con esa superioridad un poco desmayada, que no es insultante, ni en el marcador ni en los gestos, con esa facilidad con que los grandes equipos archivan los partidos que acumulan puntos y que se interponen entre los partidos que acumulan gloria, esos encuentros en los que quien gana se pasa los últimos minutos pensando en otra cosa, quién sabe si en el viaje de vuelta o en lo que habrá para cenar, o quién sabe si en la crisis del petróleo, tal vez por eso estén siempre tan serios.

Para muchos jugadores del Málaga, también para su entrenador, el partido, la derrota, se explica por el penalti que pitaron a favor del Madrid, zancadilla de Gerardo a Zidane sobre la cal. Si un penalti sobre la línea, aunque sancionable, siempre es discutible (que si la falta comenzó centímetros antes, que si fue después, que si el contacto no coincide con la vertical imaginaria), lo es más si se produce en uno de los vértices del área grande, a varios kilómetros de la portería, una zona en donde ninguna acción, por lejana, parece tener demasiado peligro.

Es hasta cierto punto comprensible que quien es castigado por pecar en esa esquina se queje de la severidad de la pena y es lógica la impotencia consiguiente. Pero mientras los rectángulos tengan picos conviene no detener las bicicletas en su interior, y eso hizo Gerardo.

Quien quiso utilizar esa coartada para explicar el resultado basó su argumentación en la actuación del árbitro, Iturralde González, no porque influyera decisivamente en ninguna otra jugada, sino porque sus modos autoritarios lo convierten en el culpable perfecto cuando no hay culpable. Y es que Iturralde no muestra tarjetas, da capones. Y eso irrita, claro.

Por si no tuviera bastante con ese ramalazo que le pierde y le convierte en protagonista, a Iturralde le acompañaba el linier conocido como Rafa no me jodas, un verdadero imán para la fatalidad propia y ajena, un habitante del lado oscuro, algo así como Bela Lugosi con banderín. Ayer un objeto le impactó en un ojo y tuvo que detenerse el partido. Es imposible que pase inadvertido.

No, lo cierto es que el arbitraje no favoreció al Madrid más allá de esas decisiciones leves que ante la duda se inclinan a favor del grande, siempre hay un primo que lo agredece. De hecho, a Zidane y Ronaldo les fueron anuladas un par incursiones totalmente legales y que les hubieran dejados solos ante Calatayud. Es portentoso: cada vez que Rafa levanta la bandera le cae un rayo, a él o a alguien.

Después del penalti (el primero que señalan al Madrid en la Liga), transformado por Figo, por cierto, el Málaga no resistió más el tuteo. Así había comenzado el partido, muy abierto, de mucho correr, con llegadas que parecían más de lo que eran porque no obligaban en exceso a los porteros, pero fútbol entretenido, al fin y al cabo.

Sin embargo, el Málaga mostraba ninguna de las virtudes que se le suponen a un equipo inferior que juega en casa contra el Real Madrid. No había ni excesiva pasión, ni excesivo ánimo, ni excesivo coraje. Y sólo en un estado de exceso general se puede abrumar a quien tiene más talento.

En ese ligero control que ejercía el Madrid sobre el partido, o sobre lo que sucedía, tuvo culpa, sin duda, García Remón, que sacrificó a Owen para dar entrada de inicio a Celades, con la intención de reforzar al centro del campo.

Aunque la decisión resultó inapelable, visto el resultado, deja un sabor agridulce, pues, además de suponer una renuncia a la quimera, hace pensar que las rotaciones se reducen a dar vueltas a Owen, que es el único que no pía, o por lo menos no se le entiende. Y, sin haber estado deslumbrante, el inglés puede presumir de ser el máximo artillero del equipo junto a Ronie (5).

Pequeño gran hombre. No es Owen un futbolista que marque el carácter de un equipo, pero en este Real Madrid de la post-galaxia aporta un gramo de frescura más que el resto, un punto de ilusión, un desmarque, otro quiebro, algo diferente. Se pudo comprobar en el gol que significó la sentencia: control, recorte y zurdazo. Nada descomunal, pero todo bueno. También lo fue la asistencia de Michel Salgado.

Owen entró en el campo por Ronaldo cuando debió haber entrado por Raúl o por Figo, el primero ausente y el segundo cansado. Esos cambios que atienden más al protocolo que a los méritos reales son el único reproche que se le puede hacer a García Remón, entrenador que, recuerdo, tiene al Madrid segundo en Liga, tras el Barça interestelar, y vivo en todas las competiciones.

Mientras todo esto pasaba en el Madrid, el Málaga se empeñaba en intentarlo a pecho descubierto, sin más artimañas que las que se le ocurrían al Gato Romero, quien, víctima de su fama, es el encargado de recuperar y repartir, leña mayormente, aunque ayer tuvo tiempo de hacer una jugada tan fabulosa que nadie la creyó suya hasta ver dos veces la repetición. Su inesperado pase de la muerte no lo supo aprovechar Wanchope, estorbado por Roberto Carlos.

A pesar de la sequía, no decepcionó Wanchope, un futbolista de fisonomía imponente, con algo selvático, poco académico, pero indudablemente letal. Hay jugadores que, tal vez por su origen (Wanchope es de Costa Rica), se mueven en el campo con gestos desconocidos, que generan una cierta desconfianza. Eso le ocurría, por ejemplo, a Karembeu, que no podía ocultar que había nacido en Nueva Caledonia. En los punterazos, por ejemplo.

Tampoco estuvo nada mal Amoroso, que trató como balones las pedradas que le tiraron, que tampoco fueron muchas. Se marcó un taconazo precioso, así como en suspensión áerea, y remató a la media vuelta una pelota que en apariencia no tenía peligro y que Casillas atrapó dándose un costalazo, el único de la noche. Si no hubiera sido por eso no hubiera necesitado lavar la camiseta, algo que las madres agradecen mucho.

Cuestión de concepto. No, no fue problema de delanteros la derrota del Málaga, ni tampoco de los defensas, la mejor muestra es que no se puede señalar a ninguno. Fue un error de actitud, algo más profundo que nos conduce directamente al planteamiento del entrenador o a la comprensión de los jugadores. Quizá sea Manzano un entrenador demasiado científico y quizá le fallen las arengas de sargento chusquero, esas que se necesitan antes de jugar contra un equipo como el Madrid, los golpes en el pecho, toda una ciudad pendiente de vosotros, muchachos, hombría y honor.

Salió el Málaga demasiado relajado, muy confiado en el fútbol que le mantiene bien colocado en la clasificación y eso, que le valdrá para vivir esta temporada sin muchos apuros, no le alcanzará ante los grandes equipos, me temo.

Al finalizar el encuentro, nadie en el Málaga, a excepción de Gerardo, parecía demostrar una gran decepción, tampoco el público, de los pocos que en los últimos tiempos no se han vuelto hostiles al Madrid, creo. La muestra es que, tras el partido, un aficionado saltó al campo a dar una patada a un balón, ni a Rafa, ni al árbitro, a un balón, así de inocente. Y no parecía un enajenado, sino un tipo divertido, lo que por allí se conoce como un cashondo. Se corre el riesgo en Málaga de pensar que siempre es fiesta y que los guardas jurado llevan porras de regaliz y si te atrapan te hacen cosquillas. Y no. El chico, tras chutar, fue reducido con cierta contundencia.

En el fondo, sucedió lo mismo con el penalti de Gerardo sobre Zidane, un acto reflejo en una esquina del área, sin ánimo de hacer daño, una pierna que se despista y derriba al florido bailarín, toma.

Casillas es el menos goleado

Casillas es el portero menos goleado de Primera División: sólo ha recibido cuatro tantos en nueve partidos, ya que se perdió un encuentro, el que jugó el Real Madrid contra el Espanyol. Los blancos son los menos goleados (5) junto a Barcelona, Villarreal y Espanyol.