Se dice en la cultura de la novela negra que el asesino siempre vuelve al lugar del crimen. Aconteció el pasado miércoles en Ucrania, cuando García Remón retornó al país en el que firmó, en 1973, la actuación más gloriosa de su carrera. Pero, cosas de la vida, diez años más tarde el cultivado guardameta madrileño vivió el mayor calvario de su vida futbolística. Fue en Málaga. La Rosaleda. 11 de septiembre. ¡Sí, un 11-S! Anoten con firmeza el resultado final, casi de ciencia-ficción. Málaga 6, Real Madrid 2. El actual técnico del equipo blanco rememoró para AS aquella pesadilla antes de volar hacia la capital de la Costa del Sol.

<>¿No fueron 4?. Mariano inicia la conversación con un simpático lapsus: ¿Que me metieron seis goles? ¿No fueron cuatro? Mírelo bien en el archivo. Me parecen demasiados.... Obedezco disciplinado y le saco de dudas. Míster, Martín le hizo un hat-trick y Canillas, Totó y José completaron la goleada. Juanito metió los dos goles del honor, por decir algo.

García Remón asume la realidad y rescata alguna anécdota deliciosa: Cuando van mal dadas todo se viene abajo. Recuerdo que teníamos un avión de regreso a Madrid tras el partido para viajar el lunes a Praga, donde jugábamos ante el Sparta en partido de la Copa de la UEFA. Resulta que camino del aeropuerto había un atasco descomunal y el avión no nos esperó. Hubo que hacer noche en Málaga y perdimos un día para ir a Praga, la antigua capital de Checoslovaquia. Y allí también perdimos. Creo que 3-2....

El Madrid de aquella temporada (1983-84) estaba en fase de derribo absoluto. El ejercicio anterior se cerró con las famosas cinco finales perdidas por el equipo de Di Stéfano. Todavía estábamos tocados por tanto infortunio. Quizás por ello esa goleada no causó ninguna nueva crisis. Luis de Carlos era muy sereno, recalca Mariano, que por entonces tenía 33 años y ya iba firmando sus últimos capítulos en la portería madridista.

La defensa del Madrid de aquel histórico 6-2 no tiene desperdicio: Juan José, Salguero, Metgod y Camacho. El holandés estaba a punto de irse y Pepe Salguero creo que también. Desde luego, no era el Madrid de los galácticos. Era otra época, entrañable, pero afortunadamente ahora parece más impensable que nos metan seis goles. Si ocurriera, preferiría que me tragase la tierra.