Mariano García Remón
"Está mal que lo diga, pero aquella noche lo paré todo"
El 7 de marzo de 1973 nació la leyenda de El Gato de Odessa. Julio César Iglesias bautizó así en AS a García Remón por su soberbia actuación ante el Dinamo en el partido número 100 del Madrid en la Copa de Europa. 31 años después, el entrenador del equipo blanco recordó aquel encuentro.
Fíjese usted, de niño casi conocía antes el apodo de El Gato de Odessa que su nombre de pila, Mariano.
Le comprendo. Yo apenas llevaba un par de temporadas en el Madrid y tenía 22 añitos. Era un chaval y aquella actuación en Odessa me marcó. Para bien...
El rival era el Dinamo. ¿Qué pintaban ustedes en Odessa?
El partido se jugó en marzo y por esas fechas en Kiev hacía un frío de pelarse. Mucha nieve y un campo imposible. Como Odessa está al lado del Mar Negro la temperatura era más suave y allí fuimos.
Y usted luciéndose ante el presidente de los presidentes, Don Santiago Bernabéu.
Sí, fue un lujo que viajase con nosotros. No era habitual entonces, porque estaba achacoso el hombre. Pero es que aquel encuentro suponía el número 100 del Madrid en la Copa de Europa, y fue una manera de homenajearnos y darnos su apoyo en una efeméride tan especial.
Algo le diría en el vestuario al final de su exhibición...
Sí y no. No pudo ser en el vestuario porque él estaba con problemas físicos y al sentirse indispuesto se marchó al hotel nada más acabar el encuentro. Pero al llegar allí, al hotel Moriak, se nos acercó con esa calidad humana que hacía de él un personaje irrepetible. No olvidaré que se dirigió a mí y me dijo: Chaval, hoy nos has dado el billete para poder ganar la séptima Copa de Europa. Al lado de monstruos como Amancio o Pirri, esas palabras sonaban a gloria.
¿Tanto paró usted ante el Dinamo o hay mucha leyenda?
Hombre, estaría mal que dijera yo que esa noche paraba todo, pero es que fue así. Estos rusos (por entonces llamábamos así a todos los jugadores de la Unión Soviética) eran rápidos y nos tuvieron embotellados. Recuerdo cómo Zoco, Pirri o Benito se multiplicaban para achicar balones, pero me tocó tirarme más de una vez, de dos, y de tres...
Sostiene la historia que ese día las paraba hasta con el trasero, mister...
Pues sí. No le niego que es de esos partidos que crees que el balón siempre te rebotará donde sea y que al final acabarás imbatido. Me fui creciendo y me sentí muy ágil. Tuve suerte.
¿Y lo de gato?
Supongo que viene por lo de los vuelos, que eran muy felinos. El apodo me lo puso Julio César Iglesias, al que siempre estaré agradecido porque ese mote ha pervivido después de más de tres décadas.
Y sin guantes, con frío y todo.
Pues sí. Es cierto que no había nieve, pero el frío era de muy señor mío. Le aseguro que nadie se bañó en el Mar Negro. En aquella época los porteros jugábamos sin guantes y nos buscábamos la vida para que el balón no se nos colase de mala manera. ¡Ya hubiera querido yo jugar con los guantes que hay ahora! Esos, a veces, paran solos.
Sin guantes y con camiseta roja. Eso sí que es noticia en la historia del Real Madrid.
Es cierto. Una vez en Cardiff ya habíamos jugado con esa equipación y en Odessa repetimos. No supe el motivo, pero nos dio suerte. De eso se trataba.
¿Le molesta que muchos aficionados le recuerden prácticamente sólo por aquella actuación?
Amigo, no se haga líos. Yo seguí en el Madrid hasta 1986, trece años después. Una vez paré dos penaltis en El Molinón. Hubo días para el recuerdo, pero la Copa de Europa tira mucho en este club. De hecho, tras eliminar al Dinamo en el Bernabéu, al ganarles en la vuelta por 3-0, caímos en semifinales ante el Ajax. Y fíjese que hasta 1998 no cayó otro título. No era tan fácil.
Actualicemos el calendario. En este Dinamo del siglo XXI hay menos futbolistas rusos y mucho guiri.
Sí, ambos Dinamos no tienen nada que ver. En el de 1973 estaban jugadorazos como Blokhin, de los mejores de Europa, o el portero Rudakov, un gigante tan bueno como Yashin. Ahora es un equipo más moderno, con brasileños, yugoslavos y africanos. Y un letón buenísimo, Verpakovskis, que en el Bernabéu fue baja por sanción y en Kiev nos dará mucha guerra.
Pues hagan como en 1973. Regresen a España al menos con un puntito.
Nos vendría bien, para qué engañarnos. Pero no olvide que somos el Madrid y aquí, y más en Europa, sólo nos gusta conjugar el verbo ganar.