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Liga de Campeones | Dinamo-Real Madrid

La plantilla, a Florentino: "Vamos a ganar en Kiev"

A 10.000 metros de altura, en el transcurso del viaje a Kiev, Florentino Pérez conversó en la parte trasera del avión con los futbolistas del Madrid. El objetivo era transmitirles la importancia que tiene el partido ante el Dinamo y darles ánimos. La respuesta de los jugadores al presidente fue clara: mañana saldrán a por todas.

<b>EXPECTACIÓN. </b>El autógrafo de Raúl fue uno de los más solicitados en el aeropuerto de Kiev.
jesús aguilera

Ganar o ganar. Ese es el mensaje innegociable, compartido por jugadores, técnicos y directivos, con el que anoche aterrizó el Real Madrid en Kiev. La Champions está en juego y tanto Florentino (en el transcurso del vuelo a la capital ucraniana) como García Remón han enviado mensajes individualizados de aliento a los pesos pesados del vestuario para que transmitan al resto de la tropa que el partido de mañana ante el Dinámico de Kiev se afronte como si fuese una semifinal de la Copa de Europa. Es la cita del año, reconocía ayer un galáctico al llegar a la terminal de Barajas. Vamos a ganar 0-3, se lo leo en la mirada a los chavales, apostillaba un miembro del cuerpo técnico. El presidente también regresó eufórico después de conversar durante diez minutos con sus chicos a 10.000 metros de altura. Conversaciones galácticas...

Es lógica tanta ambición preliminar. El triple empate a puntos con el conjunto ucranio y el Bayer Leverkusen dejaría a los blancos fuera de la circulación de forma estrepitosa, dado que el goalaverage marcha torcido desde el 3-0 que encajaron en Leverkusen y el 0-3 del Dinamo en Roma en la primera jornada de la liguilla. Quizás por todo ello, el ambiente que se respiraba en el vuelo chárter IB 5874 era el típico de los grandes duelos continentales.

Para dejar claro a los jugadores que no están solos en un partido tan crucial, Florentino Pérez se hizo acompañar de la casi totalidad de su junta directiva (arropados, a su vez, por sus esposas), copando las diez primeras filas del Airbus 321. También estaban Gento (el hombre de la seis Copas de Europa) y Amancio, que ya en 1973 se las vio con las balas ex soviéticas. Hasta Di Stéfano quiso viajar, pero su salud le recomendó echar mano mañana (20:45 horas) de la pequeña pantalla. Butragueño, serio y reflexivo como siempre, valoraba que todo lo que sea puntuar en la capital ucraniana será bueno, pero los rostros ambiciosos de los pupilos de García Remón reflejaban el hambre de victoria y las ganas que tienen de darse por fin una alegría. Futbolística y personal. Ronaldo, Zidane, el homenajeado Raúl, el recuperado Luis Figo (estoy mejor, la amigdalitis se va), y el pequeño Owen (una docena de turistas británicos enloquecieron al ver a su golden boy) regalaron sus mejores sonrisas a los aficionados que, en Barajas primero y en Kiev después, querían hacerles llegar su aliento ante el encuentro más importante y trascendente de lo que va de temporada. Todos ellos le transmitieron a su presidente en el mismo avión que iban a salir a por todas.

García Remón, aprovechando que al ser un viaje de dos días tendrá tiempo para ello, someterá hoy a sus galácticos a una sesión de vídeo de ese velocísimo Dinamo, que además tendrá el añadido de recuperar al delantero letón Verpakovskis, ausente en el Bernabéu por sanción. De hecho, aprovechó el largo vuelo a Kiev (que les recibió con 8 grados, lejos del frío tradicional en estas tierras) para repasar en su DVD el Dinamo-Bayer Leverkusen, en el que los alemanes perdieron 4-2 tras una remontada memorable de los ucranios. Sus pupilos, mientras, veían por las minipantallas del avión La Terminal, la última de Tom Hanks. En el pasaje bromeaban sobre si no era un título peligrosamente premonitorio.

Curiosamente, el Real Madrid pensaba haberse alojado en el lujoso hotel Premier Palace (en el que hemos terminado los periodistas, gracias), pero al final se instaló en el hotel Natsionalny, menos pintón pero con salas mucho más aconsejables para el trabajo táctico y videográfico ante un nutrido grupo de 20 futbolistas. Para las cuentas del entrenador y el presidente un punto sería un mal menor, pero la conjura ha ampliado los objetivos y durante las cuatro horas de vuelo hacia Kiev sólo se escuchaba un verbo (ganar) y un sustantivo (victoria).