El sueño de Florentino

Liga de Campeones | Real Madrid 1 - Dinamo 0

El sueño de Florentino

El sueño de Florentino

El Madrid acabó con el Dinamo desparramando todo su talento. Owen marcó su primer gol de blanco. Casillas evitó el empate de los ucranios

La clave nos la dio un ucranio nudista y pionero horas antes de la orgía de talento y fútbol. Fue en un foro ilustre, intelectual y madridista. O sea, en la Fundación Ferrándiz. Dimitri Piterman, que nació hace 41 años en Odessa (cuando el presidente del Alavés tenía sólo diez firmó allí García Remón la actuación de su vida), explicó cuál es el papel del entrenador: El técnico debe saber de táctica, estrategia, técnica y psicología, todo muy trascendente. Pero puede considerarse un perfecto estúpido si de verdad cree que todo eso es muy importante....

Moraleja: el espectáculo está en manos de los jugadores, de los trapecistas, de los soñadores. Y ahí García Remón ganó el partido desde la pizarra a su colega, el húngaro Jozsef Sabo. Si hay que morir, que sea de pie, con toda la artillería desplegada en el campo de batalla, con los generales asaltando bayoneta en mano las trincheras del enemigo.

Y así fue. Ante este ejército irreductible y atrevido de la ONU (bielorrusos, uzbekos, brasileños, rumanos, marroquíes, serbios, croatas, nigerianos...), el Madrid mostró su versión más bella, la más lúdica y festiva, la que consigue que la gente desafíe la lluvia y el frío para poder contar a los vecinos yo vi esa exhibición de fútbol en el Bernabéu. Cuatro balones de oro (Zidane, Figo, Ronaldo y Owen), un portero prodigioso (Iker, no nos dejes nunca amigo), un Balón de Oro oficioso y medio centenario (Raúl), un conductor de tráfico enganchado el buen gusto (Guti), dos centrales corajudos (Iván & Pavón) y un suplente galáctico (Solari).

Pero ojo, había rival. Equipazo. Infatigables. Dinámico de Kiev. Rápidos como gacelas, con un porterazo (Shovkovsky sí es ucranio, noticia) que parecía Yashin resucitado, un tipo con coleta que creó más pánico que King Kong en Nueva York cada vez que pisaba el área blanca (Grvrancic) y tres cuchillos afilados que se multiplicaban por todos lados como si fuesen los gremlins en contacto con el agua (Yussuf, Ghioane y El Kaddouri). Éste último quitó de la escena a uno de los Golden Boys, Figo, con un rodillazo que dolía desde La Castellana. Pero quedaban tipos como Ronaldo y Owen. Además, salió Solari y es como si al anfitrión le hubiesen instalado el turbo del coche fantástico. Irreductible, extremo insistente, con pase. Desequilibró.

Y en esas, Ronie se puso la camiseta de Gento, se escoró a la izquierda, metió un pase al corazón del área ex soviética y Owen (for end!) entró como un toro para adelantarse a la araña de cien pies con un remate de oro. Gol. The first. Michael salió del cascarón y se estrenó en un día grande, importante. Lo dignifica. Poco a poco. Sigue perdido en las acciones de juego colectivo, pero anoche empezó a justificar la inversión con oficio. Marcó. Ratonero. Efectivo. De eso se trataba.

Pero había mucho partido por delante y demasiadas trampas de arenas en el camino hacia el triunfo anhelado. El Dinamo nos recordó por qué Ucrania nos triplicó en medallas de oro en los Juegos de Atenas (9 a 3). Aunque tenga legionarios venidos de todas partes del globo, mostró ese perfil vertiginoso que ha hecho de este equipo un ejemplo a seguir en las videotecas. Desbordaron por las bandas, chutaron desde Kiev si era necesario y mostraron unos recursos técnicos propios del Brasil de los 70.

Dos héroes. En esa ensaladilla ucraniana (es más sonrosada y jugosa que la rusa) aparecieron los héroes de los cómics que han hecho grande este Madrid soñado por Florentino desde hace cuatro años. Ronaldo casi deja a Daniela Cicarelli sin regalo de bodas con dos balonazos en sus célebres partes que provocaron las sonrisas cómplices de Roberto Carlos y Raúl, pero las escenas cumbre de esta memorable película de acción las protagonizó Casillas. Ejemplar. Sacó una mano eléctrica tras un cabezazo del serbio Grvrancic (insisto, el de la coleta fue un demonio) y le sacó a quemarropa un remate a Kleber que puso al coso del Bernabéu en unánime acuerdo con una coral emocionante: ¡Iker, Iker, Iker! Crack, 250 veces gracias.

La lluvia arreciaba simbólicamente, 62.315 almas arropaban a su equipo con rezos y súplicas ante los arreones de los dinameros y Owen recibía un merecido descanso para respiro de los amantes del orden y la casa limpita. Celades es ideal en esa función. El Dinamo sólo hizo una concesión a través de su teórica estrella. El brasileño Diogo Rincón pagó su impostura. Un tipo que se llama Augusto Pacheco da Fontoura merece un castigo por darle ese disgusto a sus padres. Si renuncias a tu identidad, lo pagas.

Y llegó la agonía. Última jugada. Un balón a la olla de Iker, con Shovkovsky intentando emular el gol del anuncio de la Coca-Cola, se fue al limbo entre los sudores fríos y el corazón caliente de una afición feliz y revitalizada. Volvió el fútbol al Bernabéu. Regresó el Madrid. Sí.