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El fútbol y el teatro, peleados

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España es una cantera inagotable de fenomenales artistas. El teatro y el cine son sus fuertes. En Bilbao, y concretamente en el Athletic, hay un actor en ciernes, que quizás ha confundido su profesión. El guardameta del conjunto bilbaíno, Dani Aranzubia, protagonizó el pasado domingo en San Mamés una parodia que pudo costarle al delantero del Málaga, Paulo César Wanchope, la expulsión. El jugador malaguista, tras una trifulca, tocó la cara del portero para intentar apartarle y éste, viendo que el árbitro estaba cerca, se tiró para intentar provocar que el trencilla picase. Eso no ocurrió, aunque Daudén Ibáñez, nefasto toda la tarde, tomó la decisión más salomónica. Tarjeta amarilla para los dos. Wanchope alucinaba cuando vio la acción de Aranzubia. No se lo explicaba. No sabía lo que hacer. Viene de un fútbol, el inglés, donde ese estilo no se lleva. Allí el balompié es viril y nadie, ningún futbolista, intenta engañar al colegiado. Y menos para que el equipo contrario se quede con diez. En Inglaterra el que gane lo tiene que hacer por superioridad, porque se lo ha merecido y no por ayudas arbitrales.

Al jugador del Málaga le queda mucho por ver y por aprender en el fútbol español. Acaba de llegar y no será la única vez que le ocurra lo de San Mamés. Puede ser sólo un aperitivo de las triquiñuelas que le tienen preparadas los defensas. Él es un futbolista corpulento, fuerte, que maneja los codos y protege muy bien el balón. Espero que los contrarios lo entiendan, pero sobre todo los encargados de dirigir los partidos. Wanchope tiene que dar muchas alegrías a la parroquia del Málaga, ya lo está haciendo como sucedió en el Manchester City. El Málaga es un sentimiento. Volveré.