Primera | Betis 1 - Real Madrid 1
Ronaldo frena la hemorragia
El primer gol del crack desde el 29 de agosto equilibró el de su compatriota Oliveira. Mejía, desbordado hasta el descanso. Pino, horroroso
Que Sevilla tiene un color especial y que el Betis es musho Betis es algo que ya sabíamos todos. Tampoco les sorprendo si les digo que el Ruiz de Lopera es un estadio capaz de alentar todo tipo de fenómenos extraños. Lo mismo hay un apagón como el de Nueva York que suspende el espectáculo, que se extravían diez balones en las gradas provocando una desesperante pérdida de tiempo. Y lo de Pino Zamorano, posiblemente el peor colegiado de Europa, también era previsible. Árbitro patético, capaz de poner de los nervios a anfitriones y visitantes y de terminar provocando la sonrisa del cuarto árbitro con su show de vista cansada junto a la banda. Todo ello aderezó un partido acéfalo, sin fútbol y, eso sí, con dos goles soberanos con sabor a samba.
El Madrid no despierta. Ante el Betis más mediocre que uno recuerde sólo la aparición fugaz, explosiva y letal de Ronaldo (por fin regresó tras 48 días de excedencia) evitó un nuevo capítulo de la crisis galáctica.
La pobreza de resultados (sólo lleva diez puntos de los 21 posibles) y el ridículo bagaje ofensivo, más propio de los entrañables personajes de Días de Fútbol, delatan en la ecografía su delicado estado de salud. Cinco míseros goles en siete partidos. Sí, 23 menos de los que llevaba el Madrid de la Quinta del Buitre en su tercera Liga consecutiva (1987-88) a estas mismas alturas de la película.
El Betis sacó petróleo de máxima pureza a pesar de estar perdido en un laberinto en el que sólo Fernando, Oliveira y Joaquín (hiperactivo siempre que ve delante el escudo que defenderá tarde o temprano) eran capaces de sacar los colores a una defensa permeable en un primer tiempo de encefalograma plano. Mejía naufragó en la banda, que se convirtió en una autopista hacia el cielo para Oliveira. El paulista hizo con el chaval un infanticidio, obligando a Pavón a hacer horas extras cuidando su huerto y regando el de su compañero en un admirable ejercicio de pluriempleo. Pavón, un alumno aplicado, siempre se ve metido en líos cuando va por Sevilla (Queiroz, ¿te acuerdas?). Los béticos vivían su particular happy hour y respetaban la letra de su himno: ...blanco y verde es el sendero, luz en la mañana y en la noche quejío y quiebro....
Golpe al mentón. Fue un combate entre dos púgiles a punto de retirarse de los cuadriláteros. Sobrados de peso y escasos de ideas. El Madrid navegaba tan lento que el balón parecía medicinal. Debieron escuchar a Luis Molowny, que en cierta ocasión le dijo a Gordillo: Si el Madrid corre tanto como el rival, ganará siempre. El talento debía hacer el resto. Ahí estaba Guti, que daba criterio, pero Zidane no conectaba con los puntas y Raúl y Ronie aparecían como el Guadiana. Al capitán le pudieron hacer un penalti (le tocaron el pie de apoyo, pero Pino Zamorano no está para desvirtuar su leyenda anti-white) antes de que Oliveira golpease al bajo vientre de un rival aturdido y sin dibujo. Fernando (otro ex que no perdona) trazó un magnífico pase entre líneas a lo Laudrup, que Oliveira supo dignificar todavía más con un envío cruzado ante el que Casillas sólo pudo responder con una estirada tan estéril como el fútbol de ataque de su equipo. Otra vez río arriba. 1-0 y con los rostros de la derrota dibujados en cada primer plano televisivo. Al Madrid parecía que no podía sacarle de la depresión ni la Fominaya, esa musa del Depor cuya anatomía de vértigo nos ilustra sobre lo excitante que es soñar con alcanzar lo inconquistable.
Eso debió pensar García Remón, que supo reaccionar en el descanso como lo hacen los entrenadores con personalidad. Ha sido firmar su contrato y dar su primer puñetazo en la mesa. Sentó a un desorientado Samuel (agotado tras llegar el viernes a las seis de la mañana y entrenarse cuatro horas después), retrasó a Helguera para frenar la hemorragia, dejó a Guti en el eje de un revolucionario rombo, desplazó a Raúl a la banda de su bota favorita, la izquierda, y colocó junto a Ronaldo a Owen, que sigue siendo un gran desconocido para todos nosotros. Michael lo intenta, pero necesita salir de la burbuja y demostrar que el Balón de Oro de 2001 no se lo regalaron en una gala benéfica de France Football.
Mariano, lanzado, consumó su revolución ordenando un relevo valiente y certero. Álvaro (Mejía) dejaba su puesto a Álvaro (Arbeloa). El 27 jugó con entereza, desparpajo y acierto. Un lateral con altura que puede cuajar. El que arriesga, gana...
El Betis ordenado y granítico de Serra Ferrer se vio sacudido por la réplica táctica de su enemigo. Benjamín aguantaba el tipo, pero las bandas no tenían barra libre como en el primer tiempo y pronto se vio que Prats iba a tener una velada plagada de emociones. En esa atmósfera nació el gol soñado por Ronaldo en estos dos meses de sequía con la casaca blanca. No sé si es que Daniela Cicarelli es una novia que le tiene atormentado con los preparativos de la boda, pero está claro que el Madrid necesita que el brasileño recupere la curva de la felicidad, dentro y fuera del campo. Bastó que improvisase con Zizou una pared pintada de buen gusto para firmar las tablas con un remate colocado e imparable para todos los mortales.
Los ilusos creímos que empezaba un partidazo de 25 minutos apto para todos los públicos. Pero Pino no estaba por la labor y dejó que cada falta se convirtiese en un desafío a la paciencia del ser humano. Entramos en un partidus interruptus, del que sólo se salía con alguna arrancada heroica de Joaquín o con los últimos arreones de Roberto Carlos y Zidane, que le permitieron a Prats presumir de ese jersey color butano que irritaba las pupilas.
Florentino respiró. Sabe que el paciente necesita mimos y mucha mano izquierda. El Betis tampoco está para mucho y por eso a Don Manuel le vale este empate como si fuese una victoria estratégica. El Madrid regresó en el AVE con un puntito de sutura que sigue dejando ver una herida profunda y preocupante. Pero, bien mirado, el ataque de entrenador que sufrió García Remón alimenta esperanzas para el futuro inmediato. El banquillo no está abandonado a su suerte (Queiroz se habría cruzado de brazos, fijo) y ahora el Bernabéu debe hacer el resto. Llegan Dinamo de Kiev y Valencia. Dos miuras. Pero ha regresado el matador. Ronaldo es el termómetro de este equipo sin brújula. Para lo bueno y lo malo.
El detalle: debutó Arbeloa, un nuevo Pavón
Un Remón hizo debutar a un nuevo Pavón. Fue Álvaro Arbeloa, que sustituyó a Mejía en el lateral derecho. Javi García no salió y después del partido viajó a Canarias para jugar hoy con el filial.