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Primera | Real Madrid

Woodgate se refugia en las 39 palabras de su tatuaje

El club lo arropa psicológicamente para animarle

<b>21 DE AGOSTO. </b>Esta imagen corresponde al día en que Woodgate fue presentado como madridista.
jesús aguilera

No han sido días sencillos para Woodgate. O para Jonathan, como lo llamó Florentino Pérez con tono cariñoso y paternalista el pasado 21 de agosto, fecha en la que lo presentó ante el gran público en el Palco de Honor del Bernabéu. Curiosamente, todos coincidieron en los plazos de recuperación en ese primer capítulo del denominado Caso Woodgate. El jugador: No hay problema con la lesión. Estaré para jugar en dos o tres semanas. Los médicos insistieron: En un plazo de tres semanas podría trabajar con el grupo y empezar a jugar. El presidente, confiado con esos dictámenes, puso la guinda (ingenuo él): Sin duda alguna, la elección de Jonathan es la correcta. Para muchos es el central de Europa con más futuro. Esta es tu casa y ojalá que nos hagas disfrutar con tus sueños de fútbol....

Consejo sabio. En estos dos meses, el tratamiento de fisioterapia y la recuperación del jugador, tutelados por Pedro Chueca y José Luis San Martín, fueron cubriendo etapas hasta que la impaciencia generalizada (ya llevaba un mes de retraso sobre lo anunciado el día de su presentación), obligó a jugársela. Ya con García Remón como primer entrenador, se consensuó que el chico fuera tocando pelota para adquirir sensaciones y ver cómo evolucionaba. En esos días, un ilustre veterano del club (con varias Copas de Europa a sus espaldas) se acercó y le dijo a un responsable de la recuperación de Woody: Yo me esperaría un mes. Más vale que se cure del todo y no arriesgarse a que el chaval se rompa de nuevo.

El caso es que Woodgate ha sentido cómo de nuevo su proceso para volver a sentirse futbolista (no juega desde el 25 de abril), se ha parado en seco. Acompañado por su novia Kate Lawler, y arropado por los doctores Alfonso del Corral y Juan Carlos Hernández, el paciente inglés soporta como puede las horas previas a su viaje a Estados Unidos.

Para evitar caer en la depresión (el daño colateral más peligroso de este tipo de lesiones), Jonathan se refugia en ese tatuaje dorsal que se grabó a fuego en su día y que le permite superar cada obstáculo que aparece en su tormentosa y agitada existencia: Los momentos más oscuros de nuestras vidas no deben ser ni enterrados ni olvidados; más bien son un recuerdo que debe permanecer para servir de inspiración y recordarnos la fortaleza del espíritu humano y nuestra capacidad para soportar lo intolerable.