Liga de Campeones | Real Madrid 4 - Roma 2
¡Toma, toma y toma!
La noche de cuchillos largos se convirtió en la velada de la reconciliación del Bernabéu con sus ídolos caídos. Roberto Carlos y Raúl lideraron ante el Roma un triunfo heroico tras levantar un marcador que barruntaba tormenta (0-2). El Madrid está vivo. Que se lo digan a Totti, que se dejó el alma para enamorar al pueblo al que quiere regalar su talento.
Fatalismo. El pueblo estaba soliviantado. Antes de la orgía romana, los alrededores del Bernabéu parecían un polvorín a punto de estallar. Uno pululaba entre los fieles con ese sentimiento depresivo que acompaña a aquellos que sospechan que han perdido el afecto pasional de la novia. Tomás, ¿por qué no vino Vieira?, ¿No fue un órdago suicida vender a Etoo al Barça? ¿No hubiese sido mejor traer a Totti antes que a Owen?. Uno dudaba hasta el extremo de sopesar dar la razón a la sabiduría popular y dejarse llevar por el fatalismo resultadista, pero el orgullo de haber crecido junto a este Teatro de los Sueños (Old Trafford sólo es una filial) me hizo venirme arriba. Me la jugué, paradójicamente, con el corazón frío (por las circunstancias) y la cabeza caliente (cosas de la edad). Tranquilos. Acabarán 4-1. El Madrid en Europa recupera su identidad. Se acabó la pesadilla.
Raúl, Raúl, Raúl. Les confesaré algo. Cuando ayer compré el AS y vi de cerca su portada me subió la bilirrubina: El espíritu de la Séptima. En ese caldo de cultivo alimentado por las emociones, Raúl González Blanco no podía defraudar a su ejército de creyentes. Raúl es como el Libro Gordo de Petete. Enseña, entretiene y te emplaza hasta la semana que viene. Didáctico, comprometido y, por encima de todo, madridista desde que desayuna hasta que se acuesta. Este tipo debe inyectarse leche de pantera en sus venas, marcadas por ese orgullo jerarquizado por su intachable trayectoria. Le veo como si fuese Mad Max. El Madrid estaba en la carretera en un mundo sórdido, sin combustible y a expensas del pillaje ventajista en el que De Rossi y Cassano saquearon las riquezas del Imperio aprovechando la borrasca escénica. El Bernabéu se vio con 0-2 y una sensación terrible. ¿Los increpo o los aliento? Sabia reacción. Apostaron por el fútbol, por los suyos, por esos galácticos que bajaron a la Tierra a dejarse la vida. Y ahí, Raúl empezó a enseñar el camino, como el Mesías, con un gol muy suyo. Hábil y ratonero. Después firmó su doblete torrencial y, sin darse, cuenta, había dejado atrás a Eusebio (el ídolo infantil de Figo) y ya está a sólo dos chicharritos de Don Alfredo Di Stéfano. Raúl, no cambies. No escuches. No te alteres. Millones de madridistas ven en ti su referente, su agarradero argumental en medio de esta furia desatada contra el rey del fútbol europeo. The King.
Perdonado, crack. Fue un duelo de reivindicaciones. La de Totti como galáctico deseable para 2005. Competitivo, creativo, fajador y, encima, quiso lucirse porque sueña con compartir vestuario con Figo, Ronie, Becks y compañía. Floren, no dudes más. Una pierna de Totti es más que las dos de Owen. Átalo ya. Es uno de los nuestros y tú lo sabes. Pero, por encima de todo, fue la noche de la reconciliación soñada. La de Roberto Carlos con ese Bernabéu que hace una semana le escupía fuego y anoche terminó echándole flores de pasión. Robertinho, como dice Florentino, es uno de los más queridos por esta afición y la silbatina del día de marras (Osasuna) fue estimulada desde el cariño. Todos le tomamos un poco por loco y romántico irracional, pero el tiempo le ha dado pronto la razón. Es como si uno supiese que ha castigado una tropelía de su pequeño con un castigo demasiado severo. Mala conciencia. La afición quería abrazarle desde el primer balón que tocó. Rober, yo te quiero, pero enséñame de nuevo tu sonrisa, vertical y horizontal. Reaccionó como un hombre. No salió de casa a pesar de que García Remón (magnánimo, curativo, terapéutico y Delbosquiano) les dio la noche previa libre. Dar ahora barra libre al albedrío de los cracks era una apuesta de alto riesgo. Pero necesaria. Ante el Roma Roberto expuso, improvisó, chutó, se desdobló, se involucró... y marcó un golazo salido de su explosiva factoría. El Puskinhas de Sao Paulo envió la bola a la escuadra de Pelizzoli. Su festiva celebración me recordó a la hormonal Arantxa Sánchez Vicario. ¡Toma, toma, toma!. Figo completaba el festín y sólo Ronaldo se quedaba fuera del reparto. Crack, si Daniela te hace feliz, tú mismo. Pero chico, desde que eres modélico lejos de la pradera has perdido el sentido lúdico de tu fútbol libertino y matador. Vale, sé fiel. Pero échate una amante inmejorable: el Madrid.