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Pues resulta que lo más fiable fue Raúl

Curioso: la noche que se presagiaba como el principio del fin de Raúl en la Selección consagró al madrileño como lo más fiable, todavía, de este equipo. Todo lo demás fue una calamidad, en una noche de perros, en la que se aliaron los elementos para confirmarnos una vez más que esta Selección, y la Federación que la sostiene, están gafadas. Valencia se descolgó con un clima escocés, el público se retrajo, los jugones dieron la cantada en la primera parte, Escocia pegó unas patadas intolerables al amparo de un árbitro bobalicón y en el descanso estábamos todos en un profundo grado de desesperanza con respecto al equipo.

Los cambios fueron buenos. Salió Vicente, Reyes se corrió al centro, entró Valerón por Baraja y regresó Raúl. Equipo más agrupado, juego al pie, no absurdamente en largo y a lo que saliera, como en la primera parte, combinaciones bien ligadas, jugadas por las alas, de Joaquín y Vicente y, por fin, un pase largo a Raúl que éste caza ante el despistado portero escocés; luego maneja bien el tempus de la jugada y acaba enviando a Reyes, que no hace gol porque le hacen penalti. Penalti que transforma el propio Raúl. Otra vez él. Cuando más dudas concitaba sobre la integridad de sus capacidades, fue el que desatascó la situación.

Y entonces, el apagón. Y más tormenta para aumentar el tormento. Dudas y suspensión, lo que no dejó de ser una pena, porque la pinta del equipo en la segunda mitad era mejor y quizá, de haber durado más tiempo hubiera borrado la pésima impresión de la primera. España se encontró dificultades (cerrojo, leña, viento fuerte), sí, pero lo peor es que no tuvo presencia de ánimo ni juego para sobreponerse a ellas. En la segunda parte sí lo estaba haciendo. Todo tenía mejor pinta, pero duró poco. Sirvió, eso sí, para poner sobre la mesa nuevos y sólidos argumentos sobre el papel de Raúl en este equipo. El debate sigue abierto.