Entrevista Pablo Carral
"Gracias al balón sé lo que es ser metrosexual"
Pablo Carral, 25 años, está viviendo un sueño de una noche de verano del que se despertará millonario. Puso a subasta el balón con el que Beckham falló un penalti en Portugal y ya le ofrecen 24.000 euros por él. Su historia ha llenado los noticiarios de todo el mundo.
¿Sabía usted que hasta la CNN informó de que un galleguito de 25 años podía embolsarse 10 millones de euros por el famoso balón de Beckham?
Calle, calle. Mi vida siempre fue una pequeña locura, pero cuando la subasta por Internet reflejó esa cifra mi cabeza se llenó de pájaros.
¿De qué especie?
Pues no le voy a engañar. Llegué a imaginarme que de verdad cobraría los 1.600 kilos. Me veía invitando a los amigos a unas cervezas y viajando al otro lado del mundo. No vea el cachondeo que se han traído mis colegas con el asunto. Todos están a la cola para pedirme algo.
Claro, ahora me dirá que es famoso y que necesita huir de la popularidad.
Ríase, pero no le engaño si le digo que ahora paseo por las calles de A Coruña y la gente se detiene a mi lado con esta frasecilla que golpea mi cabeza: Mira, pero si es el tío del balón de Beckham. Me abruma un poco, pero ya he detenido la locura.
¿Cómo, amigo?
Le he dicho a la página web en la que estamos subastando el balón (www.es.ebay.com) que cada persona que quiera pujar por él debe enviarme un fax a mi casa y darme su DNI. No quiero listillos que quieran aprovechar el tirón.
O sea, que despertó del sueño. De los 10 millones de euros, nada de nada...
Bueno, tampoco me voy a quejar. De los que van de frente ya tengo una oferta de 24.000 euros. Y hasta el día 22 queda tiempo para que esa cantidad se triplique. No voy a escapar mal.
Mire, usted mucho ser del Depor pero le va a hacer rico un galáctico del Real Madrid.
Tampoco soy tan futbolero. Soy un chaval atípico. Soy más deportista que deportivista. De hecho, el partido con el Oporto de la Champions lo escuché en mi casa por la radio. A mí lo me gusta de verdad es el windsurf, jugar al tenis y el baloncesto. Mido 1,80...
Por eso trincó el balón del penalti que David Beckham envió a las nubes en el estadio de la Luz.
¿Le soy sincero? Pensé, éste lo mete fijo. Todo el mundo sabe que el inglés le pega como nadie. Lo curioso es que el balón salió muy alto, y yo veía que se acercaba a nuestra zona, y comprobé que se nos echaba encima, y me levanté y lo enganché. Fue increíble. En la calle me hice fotos con los amigos y la pelota bajo mi barriga como si fuese un trofeo de guerra.
Seguro que nunca imaginó lo que se le iba a venir encima. Usted mucho surf, pero no sabe lo que es el fenómeno Beckham.
Deje, que algo he aprendido. Fíjese, hasta ya sé gracias al balón lo que es ser metrosexual. Yo no me fijo mucho en esas cosas, pero a favor de Beckham le diré que comprendo mucho más lo de él que lo del macho ibérico.
Lo suyo es curioso. Diría que esto del fútbol le trae totalmente sin cuidado.
Es que yo, aunque trabaje en Coca-Cola, soy especialista en dietética y nutrición. Además, quizás sea el único gallego que aprobó en Barcelona un curso de Fisioterapia Estética. Esa es mi vocación. De hecho, cuando me gradué con mi amigo Eduardo le dije que cuando fuéramos ricos algún día nos iríamos a Nueva Zelanda. Me apetece conocer las Antípodas.
Dicho y hecho.
Si la subasta sigue creciendo, ¿por qué no? ¿Quién me iba a decir a mí que iba a ver ese Portugal-Inglaterra? ¿Cómo iba a pensar que Beckham iba a tirar el penalti como si fuese un ensayo de rugby? ¿Cómo imaginar que te va a caer a ti entre miles de personas? Y mire, sigo soltero. El que liga es Beckham, no su balón.
¿Le ha llamado Beckham para pedirle su pelota maldita?
No, pero no me importaría conocerle. Su error me va ayudar a cumplir algunos sueños que tenía pendientes. No sé por qué le critican tanto. Me parece un buen tío. Si me lo encuentro en un bar le pagaré una ronda seguro.
Avíseme, Pablo. Me apunto.
Eso está hecho.