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Corría el minuto más erótico, el 69, y el Santiago Bernabéu hervía de rabia por tanta injusticia. Jamás un cero a cero estaba siendo más innoble e inmoral con el fútbol majestuoso desplegado por el único equipo que existía en la hiserba sagrada del Bernabéu. Effenberg se dedicaba a provocar a la grada y el escenario rugía como si estuviésemos en un concierto de Iron Maiden.

Como 90 minuti en el Bernabéu son molto longos el espíritu de Juanito se posó en la bota mágica de Roberto Carlos para felicitarle por sus maravillosos 29 años. El adorable Puskas brasileño se internó, levantó la cabeza y encontró a Helguera. Iván entró con todo para ejecutar la obra que no supieron finalizar Raúl y Morientes en los primeros 20 minutos. El Kaiser de Cantabria derribó el muro del acabado Kahn que ya nunca más abrirá su bocaza teutona.

Después llegó Guti, un soplo de aire fresco, que le sacó las telarañas a la portería más forticada del fútbol mundial. Europa se entregó a su torero preferido, a su héroe, a su principe valiente: el Real Madrid. Juanito resucitó diez años y ocho días después para reencarnarse en el cuerpo acorozado de Luis Figo. Un guerrero 10. Su exhibición de pundonor y coraje sirvió para perdonar todos sus pecados. Barcelona, preparaté. El portugués os espera aquí el 1 de mayo. El Camp Nou puede esperar. El que no lo hizo fue el Rey Juan Carlos, que se quitó el mal sabor de boca de la final de su Copa y disfrutó con su equipo favorito en una noche que tardará en olvidar. Tampoco la olvidaremos los que idolotramos a su tocayo de Fuengirola. Juan, sabía que te pasarías por el santuario. ¡Qué grande eres!