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Primera | Real Madrid 7 - Las Palmas 0

La Quinta del Moro

Cinco goles del ariete colocan al Madrid de nuevo como líder de la Liga. Figo, colosal, le dio tres. Nacho González vivió una pesadilla.

DE CABEZA AL LIDERATO. Los cinco goles logrados por Morientes auparon al Madrid hacia el liderato. Además, el Moro se coloca Pichichi.
JESÚS RUBIO

El Madrid se quitó la careta y puso fin al carnaval de las últimas cuatro jornadas. Goleada histórica, Morientes emulando a Puskas con una manita para enmarcar y el campeón dándose un homenaje regresando a la cima, al trono que han ocupado de forma efímera el Celta y el Valencia. Tras un mes en el que los más escépticos llegaron a pensar que la tropa de Del Bosque había tirado la Liga por la borda tras ver cómo se esterilizaba su juego ofensivo ante Málaga, Betis, Espanyol y Valladolid, la respuesta llegó con un golpe directo a la mandíbula de la competición. Morientes, Morientes, Morientes, Morientes, Morientes...

Las Palmas terminó haciendo honor a su denominación de origen y aplaudió con humildad el hachazo sufrido ante un rival encorajinado y enamorado de la portería de Nacho González. El arquero argentino llegó al Bernabéu con la aureola de ser el portero menos batido del fútbol español. Sólo 20 goles recibidos en 24 partidos. La leche. Pero los canarios equivocaron su discurso. Dejaron volar con libertad a Zidane y Figo, y que Morientes basculase por el área como si fuese un caimán hambriento. El balón se convirtió en su cómplice para desesperación de un submarino amarillo que acabó hundido y encallado como el Kursk.

A Morientes le hizo grande Figo, que estuvo inmenso y soberbio en el desborde y la rosca, las suertes que se le estaban negando. Le dio tres asistencias inmaculadas. Y el Pichichi, por encima de todo, se hizo grande a sí mismo. Recuperó la herencia rematadora de Santillana, elevándose hacia el cielo del Bernabéu con unos saltos sublimes que ponían el sello a la estampa con cabezazos impecables para la foto. Los metió en cuatro suertes distintas. El primero, picado. El segundo, de arriba a abajo con otro brinco baloncestístico. El tercero de su serie, casi sin ángulo en el segundo palo y clavándola por alto. El cuarto cabezazo, que era el quinto de su histórica serie, lo logró con una testarazo frontal, limpio y estético. Sólo metió uno con el pie, previa asistencia de Nacho González, su otro gran cómplice de la orgía goleadora.

En el Bernabéu se repite desde hace 16 meses un sugerente guión que permite a su dueño encauzar sus conquistas ligueras. Los rivales, como en este caso el equipo de Fernando Vázquez, cambian su partitura, se arrugan de forma miserable y desperdician el único punto débil del líder: la colocación defensiva.

Las Palmas inquietó de inicio gracias a las internadas de Edu Alonso por la derecha, las apariciones del joven Jorge por el carril zurdo y las intentonas estériles de Orlando por amargar la vida a Pavón y Karanka, que ya intuyen la cercana reaparición de Fernando Hierro.

Miñambres

El Madrid no se descompuso pese a las dudas iniciales. Miñambres le cogió el gusto a la banda hasta crear una sociedad perfecta con un Figo reencontrado con sus dioses particulares, Zidane templó y se divirtió de nuevo con Roberto Carlos, y Guti hizo el trabajo sucio pegándose con Schurrer y Sarasúa para habilitar la explosión antológica del héroe de este domingo de Carnaval en el que ni un solo jugador blanco se tomó el partido a chirigota. A Morientes le vino bien el efecto Portillo. Nadie discute que es el 9 de este equipo de ensueño, pero es bueno que vea que en la costa de la cantera hay otros moros acechando...

El líder rentabilizó la eficacia de su ariete y Las Palmas puso de su parte con un fair play insultante. Los zagueros canarios miraban, contemplaban y casi aplaudían los goles de su enemigo. Pero no se puede restar mérito alguno al principal aspirante al título. Un 7-0, la goleada de la Liga, sólo está al alcance del equipo capaz de superar las ausencias de sus dos capitanes: Hierro y Raúl.

Los canarios tuvieron su última opción de evitar la humillación pasada la media hora. Con 1-0 en el electrónico, Orlando envió contra la publicidad estática un balón de gol. Sólo un minuto después, el príncipe de las mareas, el mago de Oz, el maestro capaz de transformar una sandía en una pieza de orfebrería, marcaba su sexto gol en el día de su regreso a la fiesta. Zidane recibió, encaró, perfiló su bota izquierda y clavó un zurdazo raso que rebasó con facilidad a Nacho González. Con 2-0, bastaba esperar al verdadero starring del duelo, al Moro, para que se quitase su turbante y pusiese la firma del 3-0 con su cabeza mágica.

Otra vez estaba Figo por allí dibujando asistencias perfectas desde la banda derecha, desde ese ‘corralito’ que ha sabido defender en tiempos de miseria para recoger ahora los frutos. Como en Argentina, Figo empieza a ver la luz de la esperanza. Como el Madrid. El mejor. El líder.

El detalle: Nacho evitó el sexto

El portero argentino de Las Palmas sólo tuvo un momento feliz en su tarde más aciaga de esta Liga. A tres minutos del final, Morientes tuvo la oportunidad de marcar su sexto gol al tirar un penalti. Nacho, esta vez, la paró.